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Por Fernando Baez, Semanario HOY VIERNES.- Florentino y el diablo es ante todo, y conviene decirlo de una vez, una película que explora, más que folklóricamente, filosóficamente el tema del mal. Michael New, su director, eludiendo una vertiente positivista, imprimió un sello metafísico a su obra, lo que la convierte en una sorpresa y en un hito histórico en los anales del cine venezolano. Hace unas semanas, cuando asistí al preestreno, conversé con Edilio Peña, dramaturgo y novelista exitoso que realizó el guión del film, guión que, por demás, es impecable, y el efecto de la conversación me hizo creer que era necesario difundirla, como lo hago, ciertamente, aquí. F.B ¿Cuál es a tu juicio el aspecto más relevante de Florentino y el Diablo? E.P. Haber convertido una historia inmersa en la leyenda popular del llano venezolano, en una historia de características universales. Mas allá del Reduccionismo folklórico, claro, sin que la leyenda llegará a perder su propia respiración regional o nacional. Para ello, el anclaje arquetipal del bien y el mal posibilitó, en una propuesta estructural y estética, una visión sustantiva, vital y telúrica. La película bien puede ser una historia que acontece en cualquier parte del mundo. La cultura no importa cuando los arquetipos nos hermanan. Por eso, plantearse la realización de un cine estrechamente regional o nacional, es una aberración que atenta contra el propio lenguaje cinematográfico. El cine no convoca un grupo reducido de espectadores, más bien a todos los espectadores. F.B. ¿Esa presencia metafísica del mal, que explora en sus distintas facetas, la película, y que parece establecer arquetipos ancestrales de carácter gnóstico, ¿A qué obedece?. E.P. Como te dije, era la manera de abrir la anécdota hacia un continente de percepción más universal. Al principio, mientras se escribía el guión, retomé reflexivamente el Fausto de Marlowe, de Goethe, la Biblia, y todas aquellas interpretaciones que habían abordado el tema, en la literatura dramática y narrativa, sobre la diatriba del bien y del mal. Por eso Don Fernando, el personaje principal de Florentino y el Diablo, no solo ha robado el alma al paisaje humano sino que también, el alma del paisaje en general; como decir, del paraíso terrenal. Toda la naturaleza parece rendida a sus pies, hasta que llega Florentino, y cuando el Diablo (Don Fernando) intenta robarle a él su alma, la historia comienza a cambiar ante la resistencia entrañable de Florentino. ¿Quién vence a quién? No lo sabemos. Ambos tienen el poder de la seducción. Lo que no sabemos es quien es el creador de ese poder, si Dios o el Diablo. F.B. ¿Quiénes financiaron la película? E.P. El Centro Nacional de Cinematografía, La Universidad de los Andes, etc. Al principio, y esto hay que agradecerlo, fue el ex rector y el ex senador de la República, José Mendoza Angulo, quién logró conseguir a través de la Comisión de Cultura del anterior Congreso de la República el primer aporte del financiamiento para la producción de la película. A través de la Dirección de Cultura de la Universidad de los Andes, en la persona de Eleazar Ontiveros quién potencializó el apoyo a la realización de esta obra para el cine. Luego la gestión de Eduardo Zuleta la complementó. Muchas personas participaron, como algunas otras instituciones que no vienen ahora a mi memoria. A ellos, al equipo (encabezado por la paciencia infinita de Michael New) y mi persona, a todos los que realizaron esta película, les estaré eternamente agradecido. F.B. ¿Cómo escribes un guión? E.P. Con el método del corazón y la razón. Es una arquitectura que se fragua entre la organicidad matemática de la conciencia y la fuente viva de la imaginación. Es por ello, que de alguna manera, cuando se escribe un guión se invoca una conveniente metodología técnica del cerebro y el espíritu. Yo tengo una que he tratado de pulir con la delectación de un artista que ama el arte de la creación de imágenes. Una pretensión técnica personal, humilde, con la que he tratado de construir un guión lo mejor posible, las veces que me veo retado ante proyectos como el de Florentino y el Diablo. F.B. ¿ Tiene futuro el cine venezolano en un mundo en el que las computadoras cada día se incorporan a la caza de realidades virtuales desesperadas? E.P. Absolutamente, el cine es imaginación pura. Es una de las formas poéticas colectivas más representativas. Las otras formas de comunicación siempre estarán a su servicio. Lo enriquecerán y lo proyectarán. El cine convoca una realidad paralela que nos fascina. No creo que ninguna técnica o modalidad de computación llegue a atentar contra ese mundo del deleite humano. Lo que sí puede atentar contra él es la medianía de un estado o un gobierno al negarle su apoyo.
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