Descendiente de españoles, nació en Buenos Aires en 1902. Su vocación artística
surgió a raíz del viaje que realizó a España en compañía de sus padres, cuando
tenía 12 años. De regreso a Argentina y tras acabar los estudios primarios, ingresa en
la Academia Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires, donde obtiene el título de
profesora de dibujo en 1922.
Tras conseguir el tercer premio en el Salón Nacional de 1924 con la obra Mis
vecinas, regresa a Europa en 1929 para realizar un viaje de estudios que le lleva a
Francia, España, Italia y Marruecos. Finalmente se instaló dos años en París, donde
siguió los cursos del pintor francés Othon Friesz. Allí se relacionó con el grupo de
pintores argentinos radicados en Europa entre los que se encontraban Antonio Berni, Juan
del Prete, el escultor Alfredo Bigatti y el escritor Leopoldo Marechal.
Regresó a Buenos Aires y fundó en 1932 los primeros cursos libres de
arte plástico junto a otros artistas como su futuro esposo, Bigatti. En 1937 obtuvo la
medalla de oro de la Exposición Internacional de París, e impresionada por la Guerra
Civil española comenzó a realizar una serie de obras basadas en ella: La
victoria (1939), El drama (1939-1946) y Éxodo
(1940) que en algunos momentos se acercan al surrealismo.
A partir de entonces su pintura es el testimonio de una conciencia
estremecida por los males desencadenados sobre el mundo, por las fuerzas regresivas y los
infortunios de las guerras. En 1947 comienza la serie Las rocas y
un año después La farsa. De la década de 1950 son las series: El
lago (1953), Apocalipsis (1954), Piscis
(1956), Las lunas, (1958-1962) y Espacios,
(1957), que supone un paréntesis de optimismo dentro de su sentido dramático de la
existencia. A partir de 1957 desarrolló una intensa actividad entre Europa y América,
exponiendo en las principales galerías y museos, y en 1961 es invitada de honor de la
bienal de São Paulo.
Forner es uno de los temperamentos más
dramáticos de la pintura contemporánea argentina. Su preocupación humana, su densidad
de pensamiento, la forma ordenada que ciñe su denunciadora plástica, la ubica entre los
artistas más significativas. Su preocupación gira en torno al destino terreno de la
humanidad, aunque más tarde se volvería hacia las inquietudes del hombre frente al
Cosmos. La temática constante es el hombre y los acontecimientos de su tiempo,
desarrollando en forma de alegorías su angustia, desesperación y esperanza ante un mundo
estremecido por las guerras. Su obra es una acentuada humanización del asunto, de la idea
y de la imagen, por la que fija la dimensión de su altura plástica y ética en la
calidad explícita de su mensaje. Se adentra en la forma-sustancia, lo cual equivale a
buscar en lo profundo del hombre y en sus fuentes de vida y de libertad.