UNIVERSIDAD DE LOS ANDES-FACULTAD DE HUMANIDADES-ESCUELA DE LETRAS-DEPARTAMENTO DE HISTORIA DEL ARTE-MERIDA,VENEZUELA

ARTE VENEZOLANO                 

Alejandro Otero 1946 - 1947 Página Principal

 

Coordinación General: Prof. Esther Morales M.

TERCERA LINEA

LA VIBRANTE DISIDENCIA DE ALEJANDRO OTERO.

Aymara Reyes Amador,
Vanessa Rubio Cárdenas,
Rosa Moreno
y Ricardo Ruiz.

 

        Analizando la problemática del arte latinoamericano durante los años cincuenta, vemos cómo una vez más los artistas latinoamericano, en general, y los venezolanos, en particular, se enfrentan a la búsqueda de una arte verdaderamente nacional. En el pasado esta preocupación se estructuró tomando como elementos esenciales aquellos perfiles que se consideraban vernáculos de cada una de sus sociedades, sin embargo, en la década del cuarenta la mayoría de estos proyectos estaban agotados y sus logros no convencían a las generaciones posteriores, que en su momento sintieron la necesidad de rechazar esta búsqueda y de abrirse nuevos caminos a partir del Universalismo.

        La inquietud por una revisión universalista, como lo plantea Juan Acha, va a estar motivada por los crecientes cambios operados en las sociedades latinoamericanas (explosión demográfica, inmigración, industrialización y transnacionalización de la economías) y por el agotamiento de los lenguajes y de las propuestas precedentes (Cfr. Acha, 1994, p.p. 147 – 155)

        Nuestra preocupación se centrará en estudiar cómo La Disidencia, y más específicamente Alejandro Otero, es el abanderado de esta nueva reformulación del arte, a partir de los fenómenos estéticos internacionales y, sobre todo, cómo su Abstraccionismo Geométrico a pesar de ser afigurativo, refleja este renovado afán de identidad.

        La Disidencia fue un movimiento artístico y literario que se dio en los años 1945 – 1950 integrado por un grupo de jóvenes venezolanos, que en ese momento estaban radicados en París. Entre estos jóvenes encontramos a Pascual Navarro Velázquez, Alejandro Otero Rodríguez, Mateo Manaure, Luis Guevara Moreno, Carlos González Bogen, Narciso Debourg, Perán Erminy, Rubén Nuñez, Dora Hersen, Aimé Battistini, además de la bailarina clásica Belén Nuñez y el estudiante de filosofía Guillen Pérez. Para dar a conocer cuáles eran los propósitos que los animaron publican el folleto Los Disidentes, cuyo primer número apareció en Marzo de 1950 solamente se publicaron cinco números.

        En el folleto Los Disidentes se debatían principalmente dos problemas: la inautenticidad de la cultura latinoamericana, y por ende venezolana, y la gran necesidad de colocarnos a la altura de los tiempos. La persona que desarrollo más a cabalidad este planteamiento fue Alejandro Otero, quien decía que si tradicionalmente las culturas latinoamericanas habían estado influenciadas por las vertientes de la cultura occidental (europea), esta compenetración había sido asumida con vergüenza y por ello, cuando los artistas de principio de siglo comienzan a desarrollar un arte nacional, pretenden dar la espalda a lo que estaba sucediendo, a nivel de vanguardia, en el occidente desarrollado. Sin embargo, estos trabajos no hicieron más que caer en terribles repeticiones de lo que ellos mismos negaban en su errado afán de originalidad.

        Alejandro Otero negando la farsa de este arte auténticamente latinoamericano y venezolano, decide asumir de una manera natural lo que tradicionalmente había sido nuestra realidad, una relación antropofágica con las grandes corrientes del pensamiento y la estética europea. Se involucra con la corrientes de Vanguardia, en París, especialmente las relacionadas con la Abstracción Geométrica y se aboca a realizar un arte acorde con los tiempos que se estaban viviendo, no sólo a nivel mundial, sino a nivel local, cuando Venezuela decide despertar definitivamente a la modernidad.

 

A. Otero: Horizontal Vertical, 1951

Malevich: Composición Suprematista.

 

 

 

 

 

 

 

A. Otero: Estudio para Coloritmo, 1955

     Esta necesidad de actualización no corresponde a una cuestión de moda o de esnobismo, sino que se refleja a través de la evolución de la obra de Otero. En la primera parte de el trabajo del artista, donde aún trabaja el lenguaje figurativo, observamos un tratamiento cezzanianno del paisaje y la esquematización de las formas cuando trata la figura humana, posteriormente inicia su despegue hacia la abstracción. Por ello, ofrecemos dentro de la muestra un parangón con unas de las más famosas representaciones de Cezanne, Malevich y Mondrian, para de esta manera constatar el desarrollo evolutivo de Otero acorde con los movimientos que se realizaban en Europa, hasta llegar a la más pura abstracción geométrica.

        El resto de la muestra se centrará en la búsqueda personal de Alejandro, que no se sustrae nunca de lo que ocurre a nivel de vanguardia, con un grupo de obras comprendidas entre 1946 – 1960, comenzando con la serie Las Cafeteras y culminado con la serie Los Colorritmos, donde experimenta con la abstracción pura, la luz y el color.

       También podemos constatar cómo lo venezolano no se diluye en las formas, siempre la temática, los colores y los pretextos para trabajarla, van a estar relacionados con lo nacional, esto lo demuestra al final de su carrera cuando en los años ochenta Otero comienza a trabajar sus monumentos urbanos hechos únicamente para ser colocados específicamente en el lugar para el cual fueron diseñados (en su mayoría en Venezuela), pensado en la situación geográfica el clima, el viento y la topografía.

Torre Solar, 198?

               

Vibrante Orbital, 198?

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