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→El Informalismo y la Pintura Gestual
Por técnica gestual debe entenderse una manera de elaboración del cuadro en la cual intervienen no sólo las manos, sino también la totalidad del cuerpo. La expresividad visceral del arte informal estaba justificada por la intención del artista de ir contra la corriente. Esto se pudo apreciar, para dar un ejemplo, en el informalismo de Carlos Contramaestre, quien en 1961 presentó en el local de “El Techo de la Ballena” su polémica exposición Homenaje a la Necrofilia, de gran impacto en su momento, e integrada por cuadros en los que se habían pegado órganos disecados y huesos de reses, al lado de otros materiales de desecho. Buscaba con ello una impresión no sólo antiestética, sino también revulsiva, con todo lo cual se quería dar una metáfora de la descomposición del régimen que gobernaba a Venezuela. No se trataba, en el caso de Contramaestre, de hacer obra de arte, sino de preparar las condiciones para su negación. Se pretendía con esto un lenguaje crítico de repulsa al sistema.
'''Matieristas y gestualistas'''
Pero también cabe definir dentro de la estética informalista la obra de otro grupo de artistas que mantenían, conceptualmente hablando, posiciones no menos ortodoxas y radicales, pero compatibles con las funciones propias de la obra de arte tradicional. Entre éstos cabe destacar a los artistas que accedían más francamente al empleo de texturas en espesor, como eran los casos de Luisa Richter, Angel Luque, Gabriel Morera y Teresa Casanova. Los cuatro tienen en común, unos más, unos menos, el interés en un espacio fundado en una factura de apariencia geológica o mineral lograda con materiales extendidos en espesor, a veces esgrafiados o signados hasta dar la impresión de un friso expuesto a la intemperie, un barranco o una corteza vegetal, sin que tales analogías resultaran de un esfuerzo ex professo. Luisa Richter artista versátil, de muchas facetas, aportaba al informalismo su interés por la luz emergiendo de la materia misma, de una materia que nos transporta a la naturaleza como impresión atmosférica y espectral de ella. Richter iba a evolucionar luego a la figuración expresionista. En Teresa Casanova se imponía la visión de un símil de rocas y de cortezas de árboles. Mientras que Morera y Luque, influidos por el catalán Antoni Tápies, aludían al medio urbano, con sus sensibilizados muros, donde el tiempo inscribe unos graffiti de caligrafía onírica. La invención de un espacio topológico de naturaleza geológica, en cuyo resultado pareciera no haber intervenido la mano del hombre, caracteriza a la búsqueda de estos pintores que rindieron culto a la materia. Habría que añadir entre estos precursores de lo informal a Renzo Vestrini, cuyos primeros ensayos empleando arenas de la costa del Lago de Maracaibo efectuó en 1958. Vestrini se adelantaba a su época si bien sus experimentos no pasaron de una fase de tanteos, tímidamente reprimidos por los prejuicios de la época.
La escuela española, el expresionismo abstracto de Norteamérica, el espacialismo matérico de italianos y japoneses, junto a las estéticas informalistas y neo-dadaístas que alcanzaron éxito en Francia, Alemania, Holanda, Italia, España, Dinamarca, el Japón y otros países, fueron referencias obligadas para los planteamientos a menudo encontrados y pugnaces de nuestra vanguardia de los 60.
La obra informalista de José María Cruxent (ilus. n° N° 47) ocupa un breve y significativo lapso de la década de los 60. Ella tipificó, y de cierta manera legitimó, el uso de materiales considerados hasta ahora antiestéticos (fibras vegetales, tejidos criollos, desecho orgánico, pigmentos industriales) que se impusieran en la estética de los años siguientes, y de la cual fue Cruxent, comenzando los 60, un abanderado.
El elemento dominante en la pintura de Francisco Hung (ilus. n° N° 48) es el movimiento. Las formas en sus cuadros están desplazadas de su centro y las percibimos como impactos sobre el lienzo. Todo ocurre en un espacio sin demarcaciones precisas, espacio informal. El movimiento expresado a través de salpicaduras colores chorreados, trazos como foetazos y manchas traduce los impulsos rápidos con que el artista, él mismo, se desplaza mientras ejecuta el cuadro, para lograr que el ritmo del cuerpo concuerde con el efecto de aceleración conseguido con las formas de la composición. Tal es lo que se entiende, en su caso, como acción gestual.
La obra de Elsa Gramcko, Ranuras, de 1963 (ilus. n° N° 46), es ejemplo de las libertades que se tomaba el pintor informalista para infundir trascendencia —en este caso, cierta atmósfera de espiritual recogimiento— a los materiales más humildes tomados del desecho urbano y revalorizados. El empleo de ingredientes densos para conseguir acusadas texturas suele estar acompañado por una voluntad de rigor y orden, tal como se colige de las formas rectangulares, en forma de collage que constituyen la estructura de esta obra. De este modo la geometría se presenta consustanciada con lo informal o matérico.
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Imagen:Wh pv Informalismo 01 EP 281115.jpg | Nº 46. Elsa Gramcko. Ranuras. 1963. Técnica mixta sobre masonite. 61 x 61 cm.Imagen:Wh pv Informalismo 02 EP 281115.jpg | Nº 47. José María Cruxent. Sin titulo. 1970. Técnica mixta sobre tela. 101 x 101 cm.Imagen:Wh pv Informalismo 03 EP 281115.jpg | Nº 48. Francisco Hung. Materias flotantes nº 62. 1965. Plaka sobre tela. 100 x 147 cm.
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