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Los Disidentes y el Arte Abstracto

16 bytes añadidos, 14:57 18 nov 2015
Los Disidentes y el Arte Abstracto
Sin que pretendamos incluirlos en una misma generación, pero unidos por su espíritu de búsqueda, por edad y por las alianzas celebradas entre ellos, mencionaremos aquí a Alejandro Otero, Pascual Navarro, Jesús Soto, Carlos González Bogen, Mateo Manure, Luis Guevara Moreno, Mercedes Pardo, Aimée Battistini, Armando Barrios, Dora Hersen, Rubén Núñez, Perán Erminy, Narciso Debourg, de quienes, en su mayoría, hicimos también mención al referirnos al Taller Libre de Arte.
Todos estos artistas habían pasado por la Escuela de la mano de Antonio Edmundo Monsanto, todos iban a dar el salto a París. En sus obras del período escolar encontramos elementos comunes que combinan la imagen postimpresionista del paisaje o la figuración con las mutaciones propias que permitían las libertades tomadas con el análisis cubista. Todos coincidían en que investigaban para llevar a cabo, tal como se lo planteaban, un arte de signo distinto: el arte abstracto. El cambio ocurrió en París. El primero en experimentarlo fue Alejandro Otero, quien viajó a la capital francesa en 1945; Otero se convirtió a la postre en el principal teórico del nuevo arte. Luego viajó, en distintas ocasiones, el resto de aquella importante generación. En 1950 todos esos artistas citados (exceptuando a Jesús Soto, quien mantuvo una posición independiente, de la que habrá que hacerse eco cuando se hable del cinetismo) fundaron en París la revista Los Disidentes, que sirvió de manifiesto a una toma de partido a favor del arte más radical por aquel tiempo: el llamado abstraccionismo geométrico. La misma definición cabía hacer también para la escultura construida con elementos geométricos, en relieve o exenta. El estatismo obtenido por la disposición plana de los colores suele ser animado por el juego de vibraciones o por el dinamismo que se obtiene de la relación de los colores respecto al plano fijo, lo cual se traduce en una sensación de movimiento virtual u óptico, que da origen a lo que por aquella misma época se llamó arte retinal. Uno de los rasgos principales de este arte es su completa independencia de los datos de la realidad y de toda emoción o evocación susceptible de servir de metáfora, de referencia o símbolo. Los conceptos de progreso irrestricto y de originalidad se hallan animando los postulados puestos en práctica por los Disidentes a su regreso á a Caracas desde 1952. Aquí fijan posiciones y deciden retirarse a formas conocidas en la naturaleza o ya experimentadas anteriormente por los artistas.
Subyace en él el postulado que solicita para este arte un espacio distinto al de los géneros tradicionales, un espacio integrador concebido no como soporte de las obras, sino como estructura misma. De allí su postura contra el museo, y su petición de alianza con la arquitectura, en cuanto se integra a ésta no como decoración, sino como parte de ella. Para los Disidentes el arte abstracto geométrico llenaba en grado absoluto la aspiración de modernidad, de tal forma que veían en él, como planteamiento, a la forma última del progreso artístico, al que decían adscribirse. El carácter beligerante y polémico de la revista Los Disidentes, erigida en escudo y brazo armado contra la tradición de la Escuela de Caracas, explica muy bien la creencia de estos artistas en que el arte había llegado, con el geometrismo, al grado superior de una evolución irreversible, más allá de la cual iba a constituirse el lenguaje del futuro.
Los abstractos geométricos cumplieron su papel más decisivo en la década de los cincuenta, entre 1952 y 1959. Su importancia en la plástica nacional fue decisiva y trascendió la historia. Fueron los grandes renovadores del momento, pues le dieron expresión a una acción decididamente contemporánea de las vanguardias, hecho que ocurría por primera vez en Venezuela. La aceptación del arte abstracto y su difusión hasta la fase en que se encuentra hoy en día se debe a ellos. Sus obras constituyen, además, el punto de partida de la tradición constructivista que ha dominado gran parte del panorama artístico venezolano en los últimos treinta años. En este sentido puede dárseles la razón cuando hablaban del ideal de progreso subyacente a toda actividad creativa que pone a prueba su capacidad de modificar el curso de la historia. Las consecuencias de la renovación que se operó en el arte venezolano se hicieron sentir no sólo en los géneros mayores: la pintura, la escultura y la arquitectura, sino que su impulso se transmitió a una serie de manifestaciones visuales, incluidos el diseño, las artes gráficas y las artes del fuego, contribuyendo finalmente a formar el gusto artístico según los patrones que han imperado en Venezuela desde entonces.
El Museo de Arte Moderno Juan Astorga Anta posee obras de algunos de los artistas que integraron el grupo de los Disidentes, si bien es cierto que los trabajos que los representan no pertenecen a la época durante la cual se ubica la actividad vanguardista de aquella agrupación. No siempre los museos pueden darse el lujo de albergar lo más significativo de cada momento, y a veces ni siquiera un conjunto de obras a través de las que puede seguirse la continuidad de un proceso artístico. Tan importante como esto es, sin embargo, la presencia de obras singulares dentro de la evolución de un determinado artista. Y éste es el caso de tres obras de Alejandro Otero: un dibujo de la serie de las Cafeteras, que data de 1948 (ilus. n 17), y dos collages o encolados de la serie de los objetos y los periódicos coloreados, fechados en 1963 y 1965, respectivamente. En cuanto al dibujo, lo importante aquí no es el tema y tampoco cómo está resuelto, sino la síntesis que el pintor hace de la forma conocida, descomponiéndola para integrar sus elementos en una unidad nueva que anuncia la vía para llegar al arte abstracto. La obra Collage, 1963 (ilus.n 18) se inscribe en una etapa que Alejandro Otero inició en París en 1961. Aquí fue atraído por la nueva función que daba a toda clase de objetos de desecho gastados por el uso y que reciclaba pegándolos a soportes de madera, sin privarlos de sus formas originales, para crear con ellos una nueva relación de sentido y color. Los encolados hechos con cartas adquiridas en los kioscos de viejo y raro, en París, pertenecen a esa misma serie de los objetos. Al ampliar esta temática, Otero abordó ahora el encolado de hojas de periódicos venezolanos recortados, coloreados y pegados a soportes duros (ilus, n 19). «El tema, escribió a propósito, permanece ya implícito en el color y en la estructura de la obra. La búsqueda va en el sentido de las dimensiones posibles del color y en el encuentro de nuevas soluciones de espacio».
La abstracción pura se abre muchas veces a la experimentación con el color y las relaciones de éste con el espacio. Tampoco se niega a la expresión de contenidos sensibles o poéticos, no limitándose al manejo racional de un orden geométrico dominado por las simetrías u oposiciones alternas o positivo-negativas. Cuando en alguna etapa de su trabajo Gerd Leufert aborda la abstracción, ha procedido a este respecto con libertad y gran economía de medios, sin renunciar al plano bidimensional, tal como sucede en este cuadro (ilus. u0 20). Aquí el pintor acude a una armonía inusual y en apariencia chocante, formada por un marrón, un violeta y un verde, para lograr una obra de carácter espacialista cuyo interés principal pareciera residir en la tensión y concentración de los colores extendidos y en su inesperado desenlace luminoso por el extremo superior del cuadro.
Una línea de trabajo seguida por el arte abstracto durante la década del 60 era la que partía de considerar el azar como un factor creativo capaz de desencadenar, por medio de las pulsiones caligráficas, un tipo de formas totalmente espontáneo, pero de naturaleza orgánica. En un momento dado de su carrera, Mercedes Pardo se interesó por técnicas casualistas (ilus. nº 211Nº 21), que representaban en aquella época una salida a la crisis del abstraccionismo y que tenían un precedente singular en la obra del francés Henri Michaux.
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Imagen:Wh pv Disidentes 03 04 EP 81115.jpg | Nº 17. Alejandro Otero. Durch EilbotenCafetera. 19631948. Papel, Carboncillo sobre papel en caja de madera y plexiglás. 51 65 x 43,5 cm50cm.Imagen:Wh pv Disidentes 04 03 EP 81115.jpg | Nº 18. Alejandro Otero. CafeteraDurch Eilboten. 19481963. Carboncillo sobre Papel, papelen caja de madera y plexiglás. 65 51 x 50cm43,5 cm.Imagen:Wh pv Disidentes 05 EP 81115.jpg | Nº 19. Alejandro Otero. Paper mate. 1968. Collage sobre madera. 65,5 x 54,2 cm.Imagen:Wh pv Disidentes 06 EP 81115.jpg | Nº 20. Gerd Leufert. Caruta. 1965. Óleo sobre tela. 185 x 110 cm. Imagen:Wh pv Disidentes 07 EP 81115.jpg | Nº 21. Mercedes Pardo. Sin título. 1966. Acuarela sobre papel. 68 x 104 cm.
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