Otero, Manuel

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Manuel Otero
Nombre completo Manuel Otero
Nacimiento 1837, Caracas - Venezuela
Fallecimiento 11 de septiembre de 1892, Caracas - Venezuela
Nacionalidad Venezolano
Área Pintor y decorador
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Contenido

Vida y obra

Pintor y decorador. Hijo de Natividad López. El 15 de marzo de 1860 contrajo matrimonio con María Portuguesa en la parroquia de Altagracia. Según Alfredo Boulton realizó estudios en Madrid en 1863 (1968, p. 227). Hacia 1864 perteneció al cuerpo de coristas de la compañía lírico-dramática de zarzuelas de Saturnino Blen y se dedicaba a la pintura de escenografías, carteles y confección de todos los útiles necesarios en el teatro (Salas, 1974, p. 35). La prensa de la época comentó las "muy bellas y acabadas decoraciones" del Teatro Caracas, adjudicándole a Otero el éxito de numerosas puestas en escena como la de la zarzuela Catalina o la estrella del norte, cuyas decoraciones de la aldea de Viborg, primero en su estado natural, luego en ruinas y cubierta de nieve, dieron a la representación "tanto realce y efecto" (El Porvenir, 6 de agosto de 1864). Por esa época, Otero trabajó en el Teatro Unión de la esquina de Maderero, al sur de San Pablo (Caracas), realizando las decoraciones y los escenarios. Este teatro fue redecorado en su totalidad y cambió de nombre por el de Teatro de la Zarzuela (Salas, op. cit., p. 36), inaugurado el 17 de agosto de 1866, correspondiéndole a Otero decorarlo, realizar su telón de boca y las "magníficas decoraciones de bosque y de salón regio", que impactaron tanto al público que el artista fue llamado en la función inaugural (Las hijas de Eva) a las tablas (El Porvenir, 18 de agosto de 1866). Nicanor Bolet Peraza, en su artículo "El teatro del Maderero", rememoraba la fachada en la que "culebreaban vetas azules y se desparramaban granillos blancos" que imitaban una clase de jaspe "inédito en las entrañas de la tierra" (1980, p. 196), describiendo su telón de boca como "una alegoría en que figuraban carnosas ninfas pintadas con toda la vehemencia del bermellón sobre una blasfemia azul, encuadrada por dos palmeras de cardenillo y dos cuernos de la abundancia empeñados en sepultar bajo una catarata de frutas del país, al dios Apolo y a su lira, ambos enormes" (Bolet Peraza, op. cit., p. 199). Es posible que el artista también realizara las decoraciones para el Teatro Caracas antes de las reformas que llevara a cabo Juan Hurtado Manrique (Churión, 1974, 143).

En 1872 expuso en casa de Manuel Garrote una vista del puerto de La Guaira, cobrando la entrada a un centavo (La Opinión Nacional, 20 de abril de 1872) y, el 28 de julio, participó con algunas vistas, entre ellas la de La Guaira y el Desembarco de Palma Sola en la "Primera exposición anual de bellas artes venezolanas" en el Café del Ávila (Caracas), promovida por James Mudie Spence. La prensa reseñó la presencia de Otero de manera elogiosa: "es un artista de sorprendente facilidad y concepción" (La Opinión Nacional, 29 de julio de 1872). Cuatro de estas obras viajaron con Spence a Inglaterra en agosto de 1872, donde fueron expuestas: El puerto de La Guaira, El rompeolas de La Guaira, La ciudad y el valle de Caracas y El valle de Caracas visto desde Anauco. Fue a Otero a quien se comisionó para que diseñara, en 1873, la Columna de Abril, realizada por los artesanos Bárbaro Camejo y Vicente Hernández Milano en El Calvario: era de orden compuesto, sostenía una estatua de la Fama y en su base se leían en letras de oro los nombres de las obras realizadas por el Ilustre Americano (Zawisza, 1988-1989, III, p. 207). Otero también trabajó junto con el arquitecto Juan Hurtado Manrique y el pintor Jesús María Rivas en las reformas del antiguo Teatro Caracas, el coliseo tradicional de la cultura venezolana del siglo pasado, desafortunadamente destruido en un incendio en 1919 y en el cual colaboró en las decoraciones y en los telones de boca (La Opinión Nacional, 14 de septiembre de 1872). También La Opinión Nacional del 9 de junio de 1874 anunció la apertura del salón "Seminario y Cía", pintado por Otero "al estilo etrusco, y presenta aquel golpe de vista sibarítico que recuerda a la antigua Pompeya". Poco después Otero ejecuta las reparaciones del obelisco de la Plaza Bolívar, por lo que cobró 24 venezolanos (Gaceta Oficial, 22 de mayo de 1874), y realiza con Marco Brigaldi la escenografía de El trovador, estrenada el 31 de octubre de 1874 por la compañía Cipriani en el Teatro Caracas (Salas, op. cit., p. 40).

En 1876 recibe del gobierno de Guzmán Blanco una beca para viajar a Italia, hace sus preparativos de viaje (Gaceta Oficial, 8 de julio de 1876) y deja a su esposa cobrando su pensión en Caracas (Gaceta Oficial, 19 de agosto de 1876). Otero tenía su taller en la Vía Appia de Roma, "recibió inmejorables lecciones y practicó en las galerías de los museos algunos años" pero regresó al país "cuando la fortuna le fue decididamente contraria" y poco después de "perder el juicio" ("Dramas de la miseria. Manuel Otero", en: El Diablo, 15 de septiembre de 1892). Ramón de la Plaza señala que realizó también estudios en París, donde trató a Meissonier. En 1877 fue uno de los profesores fundadores de la Academia de Dibujo y Pintura del Instituto de Bellas Artes, junto con Martín Tovar y Tovar, Antonio José Carranza, Celestino Martínez, José Antonio Salas, Manuel Cruz, Pedro M. Arismendi, Manuel V. de las Casas, José Manuel Maucó, Antonio Malaussena, Próspero Rey, Félix Rasco, Carmelo Fernández y Gerónimo Martínez. Entre los intereses de Otero debe haber estado presente el paisaje, ya que Arístides Rojas poseía un dibujo de las ruinas del Convento de Las Mercedes, de 1879 (actualmente en la colección Fundación Boulton), tema que apareció en la iconografía venezolana con Gros y que retomarían, hacia 1882, Cristóbal Rojas, con un magnífico óleo sobre madera, y Jacinto Inciarte, con un guache.

Otero trabajó, posiblemente antes de 1881 (cuando fue reinaugurada, el 27 de abril), junto con Pedro J. Jáuregui y Enrico Daville en la decoración interior de la Basílica de Santa Teresa y Santa Ana, en cuyo domo pintó a Guzmán Blanco representado como el apóstol san Pablo recostado sobre su espada (según la versión referida por Antonio Herrera Toro al periodista colombiano Alirio Díaz Guerra; cf. Rodríguez, 1975, p. 241, n. 1, y refrendada por Alberto Urdaneta en su artículo "De Bogotá a Caracas", Papel Periódico Ilustrado, 20 de noviembre de 1883: "se ordenó al pintor que reprodujera los rasgos del general Guzmán Blanco y es éste seguramente uno de los mejores retratos entre los muchos que existen de este personaje"). Más tarde, debido a la reacción antiguzmancista, el artista salvó la pintura repintando el rostro. La cúpula de la Basílica de Santa Teresa y Santa Ana es de una decoración entonces llamada bizantina (Urdaneta, op. cit.), con adornos al gris, en el centro de la cual se encuentra el Espíritu Santo coronando el Antiguo y el Nuevo Testamento; en el recinto interior están los cuatro profetas mayores y los tres menores, y en la segunda bóveda, los apóstoles, un tercio más grandes que el natural, terminando el arranque de las columnas los cuatro evangelistas. A mediados de 1880, Otero trabaja con Daville, Jáuregui e Inciarte en los trabajos de decoración del Teatro Guzmán Blanco, hoy Teatro Municipal, que fue inaugurado el 1 de enero de 1881: "el vestíbulo, de forma rectangular (19 metros por 6) ha sido magníficamente decorado. Las pinturas de su techo raso y de sus muros, al estilo pompeyano, son del gusto más exquisito" (Memoria del Ministerio de Obras Públicas, 1881, citado en Arcila Farías, 1961, II, p. 519).

En 1883 participó en la "Exposición nacional de Venezuela" (Palacio de la Exposición, Caracas), en conmemoración del primer centenario del natalicio del Libertador, con dos obras, La muerte de Rivas Dávila, expuesto en el Salón de Bellas Artes, y la Entrevista de Bolívar y Sucre en el Desaguadero de los Andes (160 x 229 cm; colección Museo Bolivariano, Caracas), en el Salón Bolívar, obras que le merecieron una de las cuatro medallas de bronce de la exposición, en la sección de bellas artes. Con anterioridad había decorado junto con Jáuregui y Daville los dos salones principales del Palacio de la Exposición (el actual Palacio de las Academias) con murales de temas de batalla y una vista de Caracas, como recoge Adolfo Ernst, uno de los promotores de la exposición, en su libro La Exposición Nacional de Venezuela en 1883 (1884-1886, I, pp. 20-21). Desafortunadamente, Ernst dejó sin precisar a qué artista pertenecía cada uno de los frescos, hoy desaparecidos. En esa época, Otero recibió los favores de la crítica: en Ensayos sobre el arte en Venezuela, de Ramón de la Plaza y en Hojas de un libro, de Domingo Quintero ("surge Manuel Otero, con una intuición cabal, con una esperticia moderada, pero siempre en pos de conocimientos", p. 36). En 1884, cuando se realizan los trabajos de restauración y decoración de la Iglesia de Nuestra Señora de las Mercedes (Caracas) se encomiendan obras a un grupo de artistas: dos a Pedro Rodríguez Flegel, dos a Emilio Jacinto Mauri, una a Julio Santos Michelena, una a Jacinto Inciarte y una a Manuel Otero (Memoria del Ministerio de Obras Públicas, 1885, p. 220). Aparentemente sólo Rodríguez Flegel realizó su comisión, ya que es el único que aparece en la Memoria de 1886 (p. 16), con una asignación de 4.000 bolívares por sus dos cuadros. Otero colaboró asimismo en las decoraciones de la catedral, apreciadas por sus contemporáneos (El Diablo, loc. cit.) En 1886 fue nombrado catedrático de dibujo en la Escuela Politécnica Venezolana por orden presidencial (El Siglo, 11 de febrero). A comienzos de la década de los noventa, Otero colaboró en El Diablo (números del 27 de agosto y 15 de septiembre de 1892), realizando cuatro caricaturas firmadas como Plutón, sobre la revolución legalista (Los liberales amarillos en la caricatura venezolana, p. 110), entre ellas la célebre Bolas políticas. El suicidio del artista en 1892, con cianuro de potasio, fue ampliamente reseñada por la prensa de la época, La Opinión Nacional, del miércoles 13 de septiembre de 1892 y El Diablo, del viernes 15 de septiembre. La muerte del artista fue inscrita el día 14 en Santa Rosalía, dándose el 13 como fecha de muerte. El gesto final del artista develó el carácter melancólico de Otero, que fue reconocido por quienes lo trataron. En su partida de defunción se señalaba que tenía alrededor de 55 años. En 1942, en la "Exposición del paisaje venezolano", fue expuesta una obra de este artista, Los Mecedores (óleo sobre tabla). "Manuel Otero ha sido en pintura decorativa el adivino del arte, cuya intuición descubre, en sus propias combinaciones, todo el poder y la fuerza. Sin estudios que seguir, sin maestros ni modelos que imitar […], Otero es un artista inteligente; y estudioso y contraído como se muestra por llegar al verdadero conocimiento del arte" (De la Plaza, 1883, pp. 228-229).

Premios

  • 1883 Medalla de bronce, "Exposición nacional de Venezuela", Palacio de la Exposición, Caracas

Colecciones

Basílica de Santa Teresa y Santa Ana, Caracas / Fundación Boulton / Museo Bolivariano, Caracas

Fuentes

  • "Dramas de la miseria. Manuel Otero". En: El Diablo. Caracas, 15 de septiembre de 1892.
  • Archivo Altagracia, Caracas, Matrimonios, 6.
  • Archivo Registro Principal de Caracas, Santa Rosalía, Defunciones.
  • Arcila Farías, Eduardo. Historia de la ingeniería en Venezuela. Caracas: CIV, 1961.
  • Bolet Peraza, Nicanor. "El teatro del Maderero". En: Antología de costumbristas venezolanos del siglo XIX. Caracas: Monte Ávila, 1980 (sexta edición).
  • Boulton, Alfredo. Historia de la pintura en Venezuela, II. Caracas: Editorial Arte, 1968. Segunda edición en Caracas: Armitano, 1975.
  • Calcaño, Jose Antonio. La ciudad y su música. Caracas: Tipografía Vargas, 1958. Segunda edición en Caracas: Monte Ávila, 1985.
  • Churión, Juan José. El teatro en Caracas. Caracas: Tipografía Vargas, 1924.
  • De la Plaza, Ramón. Ensayos sobre el arte en Venezuela. Caracas: Imprenta de La Opinión Nacional, 1883.
  • Duarte, Carlos F. Juan Lovera. El pintor de los próceres. Caracas: Fundación Pampero, 1985.
  • Ernst, Adolfo. La Exposición Nacional de Venezuela en 1883, 2 vv. Caracas: Imprenta de La Opinión Nacional, 1884-1886.
  • González Arnal, María Antonia. "La obra de artistas nacionales y extranjeros en la segunda mitad del siglo XIX". En: Escenas épicas en el arte venezolano del siglo XIX (catálogo de exposición). Caracas: GAN, 1992.
  • Goslinga, Cornelis Ch. Venezuelan Painting in the Nineteenth Century. Assen: Van Gorcum & Comp., 1967.
  • Landaeta Rosales, Manuel. "Los teatros de Caracas en más de tres siglos". En: El Tiempo. Caracas, 31 de marzo de 1898.
  • Los liberales amarillos en la caricatura venezolana. Caracas: BN-Funres, sin fecha.
  • Quintero, Domingo. Hojas de un libro. Caracas: Imprenta Venezolana, 1883.
  • Rodríguez, Manuel Alfredo. El Capitolio de Caracas. Un siglo de historia de Venezuela. Caracas: Congreso de la República, 1975.
  • Salas, Carlos. Historia del teatro en Caracas. Caracas: Imprenta Municipal, 1967.
  • Zawisza, Leszek. Arquitectura y obras públicas en Venezuela, siglo XIX, 3 vv. Caracas: Ediciones de la Presidencia de la República, 1988-1989.

Créditos

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