En la Edad Media Dios es el centro del Universo de donde emana toda belleza sensible. El arte deja de ser naturalista, transmutando las proporciones áureas de los griegos en el aura dorada emanada de la divinidad, y así se dogmatiza en la única representación posible, la idea de Dios. Sin embargo detrás de esta vía de expresión, subyace un afáan de conocimiento científico como el que se manifiesta en los Herbarios primera e incipiente ordenación de plantas en libros botánicos, en los cuales se reseñan de manera minuciosa las propiedades curativas, así como detalles de la fisiología de las plantas.