El Camino de Pororu

Pororu Eemarü

Relato Kariña

Adaptación de Juan Antonio Calzadilla. 

Ilustrado por Henriette Arreaza

 

A los niños de taskabaña

a los Kariña

A Andrea Calzadilla de las Galaxias

A los sapos...

¡Que nunca paren de cantar!

A los zamuros, guardianes del cielo

A los monos, nuestros primos hermanos 

 

Gracias a Marc y Gisela, una vez más.

A Juan Fierrro y Amaranta,

por sus observaciones.

A la comunidad de Taskabaña,

en la Mesa de Guanipa,

especialmente a Benito Machuca y familia,

por su hospitalidad y afecto.

A Tito Poyo, Rosa de Maneiro y al Equipode Orinoko Indígena

 

Porooru Eemarü

 

Nadie sabe cómo era Pororu, el sapo, antes de caer. 

No le pregunten a nadie, nadie se acuerda.

 

Aamujkopai anuuputüjama ootuwaara Porooru ve`ijo, 

yoomajo waapooro kaapu viñño. Kotooturuppuotu

 

 

aamu`wajkopoore, aamujkopai enuuruta e`ijama.

Un día había una fiesta allá arriba, en casa de Dioso. Ya se veían por ahí todos esos animales que  iban para el cielo: los zamuros, los dueños de las nubes. Pororu se moría de las ganas de ir a la fiesta, porque le gustaba cantar y cantar hasta ponerse ronco. Pero no hallaba cómo ir, porque había que subir volando, hasta las nubes, donde queda la casa de Dioso.

 

 

O`vin veedu aamundaakoyon piyejta aamu tuwayye mooe nujse,  

Yojso attüpuo. Ya'rooro voonetoonopooko pajporo mojkaaro 

animmiaarekon,  nujsenaaka tootonon kaaputaaka; Kuruumükon piejko eemukon. Poroorute romo'nopooko tüttorü saanorü maaro piyejta'va. tuwaaretaarü apookurummue tuwayyüke tanajsakeepürü'warooro. Ootuwaara tüttorü anuuputüjate, kaapu'wa tootopo vayyüke tariiruññe. Yojso attü vaññopootopo'va.

 

Pororu miraba con envidia a los zamuros, que se habían reunido en la sabana para salir juntos. Veía sus plumajes negros y sus largas alas, buenas para llegar al cielo. Iban preparados para la fiesta, llevaban cuatros, maracas, tambores, carrizos (que son unas flautas hechas con varias cañuelas amarradas) y un cuerno de vaca.

Poroou tüdüeenanooko eneerüpuooko yayyü rejta Kuruumükon vootushijshojsankon tümmüonke tuweepajkatojko'mue. Eneerüpüooko tupuurumueññe ippiotükkon iyyomeero apoorirükkon mashijpieññejsu, yujpummueññe kaapu'wa tuntato'me. Tuweekura'maññe tootonoopoko piyejta'va, arootorüppuoko shiññakon,  maraakakon, sampuurakon, vereekushikor iyyomeero  o'vin paaka reetüjo.

"Ay, quién pudiera ir", se dijo Pororu, "pero yo con mis saltos no llego ni a la altura de un moriche". Entonces uno de los zamuros soltó su cuatro y lo puso en la tierra. Pororu no perdió tiempo y, sin que nadie lo viera, de un solo brinco fue y se metió por el hueco del cuatro, y se quedó ahí adentro, esperando que los zamuros alzaran vuelo.

Anookümuepooree wayyü vüttoto'me", tükka Porooru, "aauyompo wootajpuruumürü maaro chuntaja awwa ya'vero mürüjshü pummuajo paatonaaka"lyyomeero o'vin Kuruumü'wa tüshiññarü tünonta noonorejta. Porooru oonumuenkajaane tuwayye, aamu'wa taneerü waapooro tuwootajpuruññe

 Kuruumü shiññarü atoorütaaka iiyyomeero tuwaññopo itcha, 

ariirumüürükon moomo küürüpüooko.

 

Después los zamuros se fueron para arriba, llegaron a la casa de Dioso y empezó la fiesta.  Entonces Pororu salió dando un salto desde el cuatro. ¿Cómo viniste?-le preguntaron los zamuros.
- Como ustedes, así. 

 

 

Kuruumükon tütto'ma ye'ijshankon nujsenaaka, tutunta ye'ijshankon Yojso attü'wa iyyomeero tuwoota'mo piyejta. Apü'dame Porooru tuweepajka tuwootajpurumpuotüürü maaro shiñña atoorü viñño. Aamujkopai aneeneja tuwayye ooe viñño yeepajkajo.

 - Ootuwaara moopi? -Tuwooturuppuo ye'ijshankon Kuruumükon.- Apa'meññe, ee rovaara.

 

 

 

 

 

Luego comenzó a cantar mejor que los demàs,

"Adiós porque ya me voy el mismo que he sido soy en todo el tiempo que vuelvo y en vez de llamarme frio a mi me llaman calor".  

Iyyomeero tuwoota'mo vareetapotchomejkopoore amukkon viñño, tüüchü'na'marorooro

ye'ijshankon pajporo.

"Aau ya'rooro vüjsaaropa penaarooneroote oopüja we'ijoma penaaro deedaatorü poonontaaro

 araanmukummue deedaatodaatu."  

 

   

Y mientras más cantaba el sapo màs bebia kashiri, la bebida de yuca ferementada.

"Ven aca y dame la mano y encanto del alma mia

ven acá y dame la mano arrímate donde yo" 

  

 

 

 

Porooru tuwaaretaarü daakojkopoore, apootomejko poore kashiiri enüürüpüooko.

" Ojkoone iyyoomeero adaññarü yaako iyyomeero rüo'ne ajkaarü maaro ojkoone

iyyomeero adaññarü yaako ippio watchopo'va  ataarimiaako."

 

 

 

Y de tanto beber, Pororu se emborrachó, y no supo más nada. La fiesta se terminó y los zamuros bajaron. Se dejaron caer al vacío azul con las alas abiertas y fueron planeando, haciendo círculos, hacia abajo.


Porooru potchomerooro tuweetiññe, apootomerooneroote enüürüjoke tü'wa, iyyomeero ootüjkopoore anuuputüjanaakarooro tuwayye. Piyejta tü'müajse iyyomeero Kuruumükon tuwoopü'mua ye'ijshankon.
Tüwoomarükkon tanejse i'viaññe no'mosejkenaaka tapoorirükon apijshajomaaro, tuwootu'werenkarükon enejtorüppuoko.

                                                                 
  

El sapo se despertó allá, solito, con miedo y frío. No hallaba cómo bajarse del cielo sin la ayuda de los  zamuros. Los buscó por todas partes pero no encontró ni una pluma. Entonces se asomó a Una  ventana y vio para abajo. Estaba anocheciendo. Desde el cielo no se veía la tierra sino puras nubes.

    -¿Cómo bajaré para allá?-se dijo y, viendo que no le quedaba más que hacer, se soltó. Así fue cayendo y   cayendo, atravesando el aire y las nubes, desde el cielo a  la tierra. y cuando caía, del susto que tenía, la    leche que guardan los sapos en su piel se le fue saliendo y fue quedando regada por el cielo.

Porooru tanutta mooe nujse, o'viññeejko iyyomeero tükoomüññe

 Ootuwaara tuwootüttorü piirüpüooko oovapuuruja Kuruumükon maaro. 

Tupi'miaññe i'via puutüjarooro aneeporüjaññe tuwayye ya'vero'vin ippiojojdaano.

 No'mosejkenaaka tuwojpojse atoorü'mue aamuta.  Kookonaakajsuko vaññopooko.

 Ooneja noono kaapu viñño, ajsakaapü piejko voonenoopok.


 - Ootuwaara tüüre wootüttorü moodapa?-tükka tü'waroote , Iyyomeero voonumuenkanoopoko ootüjkopoore aññopoja yayü .tüwanoome, Purummm! Tüwammiojse. Tüwoomarü
eneepürüppuoko petcho ra'na iyyomeero piejkokonta kaapu viñño noono'va. Tüwoomarü eneepürüdaako i'via tanaarirümaaro, mooro rejshi Poroorukon nunne'marükkon tipippiotaññe, tuweepajkarü taaro i'via iyyomeero kaaputa  tuwootarippiajse tuwaññopoorü tanejse i'via.

 

-¡Apártate piedra, que te voy a estrellar! -gritó y cayó, ¡cataplás!
Por eso es que el sapo quedó escachapado,
como un budare, chato y sin nalgas, por andar de asomado y subir al cielo
con los zamuros, a la fiesta que daba Dioso.

Las manchas de leche que Pororu dejó en el cielo todavía pueden verse: 

son las estrellas de la Vía  Láctea, que por eso se llama el Camino de Pororu.

                                                               

-Toopu oomiñaako adajpirijsharü'wama! -tükojta iyyomeero  tüwoomajkoroote, Pojj! Toopu rejtaka.  Mooropookoyompo Porooru tapippiajke tuwaññopoona, ariññatu pa'me iyyomeero viejseja, piyejtapooko tüttopootürüppuorooro iyyomeero tuwoonukuurupuooko Kuruumükon maaro; Yojso piyejtarü'wa. Rejshi mansharükkon Porooru naakamajo montonnoro konooneda kaaputa, morookon mantu: Shirijshokon kaaputnokon, iyyokeyompo nedaatodaatu Porooru eemarümmue

 

 

 

 

 

 

La leyenda de Pororu, que narra el origen de las estrellas de la Vía Láctea, nuestra galaxia, tal como se ve en el cielo, es lo que se ha conservado de un mito muy antiguo. El conocliniento de las estrellas y constelaciones debe haber sido muy importante para los  antiguos Caribes (antepasados de los kariña), quienes eran exper- tos navegantes y para quienes el Cielo era la regi6n del mundo que guardaba la más alta sabiduría. Pororu, el sapo, es un personaje importante del mundo mágico de los kariña. Igual que los hombres sabios, los chamanes, Pororu desea subir al Cielo para conocer los secretos del mundo. Pororu es alguien que quiere convertirse en chamán, cantar como los chamanes. El sapo y la rana son para los  kariña maestros de canto. En las fiestas de los muertos los kariña danzan y cantan imitando a estos anfibios. Los zamuros eran los espíritus que habitaban en la Tierra de Nubes, una de las provincias del Cielo. Ellos buscaban a los chamanes para ayudarlos a subir al cielo y presentarlos al chamán más poderoso, Kaputano, el que vive dentro del Cielo. También bajaban a comerse los gusanos de  los cadáveres y mantener la tierra limpia de enfermedades. No sabemos si Pororu se hizo chamán o no, pero en la leyenda dejó marcado el camino de estrellas que recuerda a los chamanes la subida al Cielo. Por eso la Vía Láctea se llama en lengua kariña «Porooru eemarü», que quiere decir «El camino del sapo».