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Monsanto, Antonio Edmundo

6 bytes eliminados, 18:42 6 jun 2016
El rebelde vuelve a la Academia
El nombramiento de Monsanto en la Dirección de la Escuela, imprimió un giro decisivo a la institución, marcando, debido a su función dentro de la formación de los artistas nacionales, un enorme progreso para la plástica venezolana. Las reformas que propulsó fueron numerosas y muy audaces.
Para Miguel Arroyo, una de las primeras transformaciones introducidas por Monsanto estuvo referida a la información. Conocedor de las carencias que en este campo enfrentaban artistas y estudiantes de arte, Monsanto acometió una verdadera cruzada para propiciar medios que permitieran a los interesados acceder a información actualizada sobre arte. «A los pocos días de asumir el cargo –señala Arroyo– [...] aparecieron en los corredores de la Escuela, reproducciones a color y de buen tamaño de obras impresionistas y post-impresionistas». Y más adelante añade: «Por medio de reproducciones, de libros (la Biblioteca se inició en ese período), de charlas acerca del arte de todos los tiempos y, finalmente, por la creación de la Cátedra de Historia del Arte, la Escuela rompió el cerco establecido por la Academia.»[5]<ref>ARROYO, Miguel: «La Academia de Bellas Artes de Caracas y su reforma en 1936», en: Arte, Educación y Museología, Estudios y Polémicas, 1948-1988, Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia, Serie Estudios, monografías y ensayos, Caracas, 1989, p. 178.</ref>.
Las reformas en cuanto a la información introducidas por Monsanto abarcaban también la conformación de un cuerpo docente de excelencia. Intelectuales de la talla de Mariano Picón-Salas, José Nucete Sardi, Enrique Planchart y Edoardo Crema, compartían la labor docente con artistas como Marcos Castillo, César Prieto, Rafael Ramón González, Pedro Ángel González, Francisco Narváez, entre muchos otros. Del sur, y por sugerencia de Picón-Salas, llegó la llamada «misión chilena», liderizada por Armando Lira, a quien secundaban los pintores Marcos Bontá y Mario Inostroza.
La reforma de la Academia partió de la redacción de un nuevo reglamento que especificaba que la institución era un organismo público cuyos fines estaban dirigidos a contribuir al desarrollo cultural y artístico de la Nación. Estos estatutos reglamentaban, además, el plan de estudios, procesos de inscripción, exámenes, administración y normas generales.
Así, la Escuela se organizó en tres secciones: Arte Puro, Arte Aplicado y Formación de Profesores de Dibujo y Artes Manuales. Aparte de los talleres tradicionales, la Sección de Arte puro incluía asignaturas como teorías artísticas, pintura mural, psicología del arte y dibujo ornamental. El propio Monsanto dictaba las cátedras de Composición y Análisis plásticos, así como las sesiones de crítica de arte. La Sección de Arte Aplicado ofrecía talleres de grabado, cerámica, vitral, esmalte, artes textiles y escenografía. Su creación fue importantísima no sólo porque contribuyó enormemente a la valorización y comprensión de las artesanías y artes aplicadas en Venezuela, sino que dio a muchos la oportunidad de aprender un oficio que les permitiera acceder a mediano plazo al mercado laboral sin ir en contra de su vocación. Sin duda, que «...él fue el responsable de un pensum que incluía todas las materias que una buena escuela de pintura y escultura debía ofrecer, incluyendo la indispensable Historia del Arte»[6]<ref>ARROYO, Miguel: «Recordando a Antonio Edmundo Monsanto», en El Nacional, Caracas, 29 de septiembre de 2001, Papel Literario.</ref>.
Una de las labores más importantes llevadas a cabo por Monsanto fue su iniciativa de crear una sección dedicada a la Formación de Profesores en Dibujo y Artes Manuales, con el fin de que se promoviera la enseñanza de las artes a todo nivel, sobre todo en escuelas y liceos. También a Monsanto se le debe la iniciativa de crear los Salones Oficiales Anuales de Arte, así como la instauración de los premios de estímulo para pintores nacionales.

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