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En 1981 viaja por primera vez a Europa y este encuentro con el arte tradicional occidental arraigó más su convicción de que el clima de tensiones y de búsquedas le confieren a la creación plástica en Venezuela un carácter diferente, lo cual no había sido estimado hasta entonces en su justa importancia por el artista venezolano. En su trayecto se encuentra en Kassel (Alemania) con la Cruxifixión de Matthias Grünewald, una de sus influencias tutelares. Hacia 1982 realiza sus primeros collages sobre mapas creando un nuevo tipo de cartografía y sus primeros encapsulados. Al respecto podemos leer en el catálogo de la exposición "La imaginación de la transparencia": "hace que veamos, a través del poliéster, los fragmentos de naturaleza, viva o arrasada, vegetal o animal, detenida ahora en todo caso como fósil de la cultura: visual, táctil. Cultura también de lo documental, pues Von Dangel nos da la información precisa: dónde y cuándo se recortó la muestra" (p. 9). En 1983 participa en la Bienal de São Paulo con una de sus obras más representativas, El regreso de la cuarta nave, escultura-ensamblaje-instalación de 10 x 5 m donde sus enunciados plásticos se encontraron vertiginosamente concentrados. En 1985 inicia una serie de artículos en publicaciones periódicas y expone en Buenos Aires con otros 12 artistas venezolanos. En 1986 participa en la itinerante organizada por el Museo de América de Madrid, "Tres venezolanos en dos dimensiones", patrocinada por la American Society Art Gallery de Nueva York y la Fundación Mendoza, que recorrió San Francisco (California, Estados Unidos), Miami (Florida, Estados Unidos) y Bogotá. En esa época inicia trabajos de papel sobre madera y encapsulados como Ecce Homo (1986) y Homenaje a Bárbaro Rivas (1987). En 1989 estudia los molas de los indios cuna de San Blas (Panamá) que integra a su obra como antes lo había hecho con las pintaderas de los panare y piaroa de Venezuela, o con trozos de cerámica indígena.
En 1990 concluye y expone La batalla de San Romano, obra de 32 metros de largo distribuidos en 11 paneles, uno de sus trabajos más complejos. "Los materiales utilizados por Von Dangel son disímiles: ducos, esmaltes, óleos, escarchas, sprays, tapices, metales, espejos, cuerdas, monedas, maderas, pieles, plumas, objetos, artesanías indígenas, etc. Sus cualidades expresivas, virtuales y heterogéneas, prevalecen saturando la obra en asonancias y dispersiones que son rasgos de la fuerza, fluidez gestual e impulso instintivo. La batalla, en dilatado y abigarrante barroquismo finiquita todo equilibrio y armonía racional. Es el 'infinito sin límites', esa 'nada' que aparta al 'todo' de su congruencia cerrada (Duvignaud) lo que importa. Las formas barrocas 'vuelan'" (Márquez, 1993, pp. 83-84). Al año siguiente viaja a Martinica y expone en Bogotá y Hamburgo (Alemania) en muestras colectivas. En 1992 es invitado a Eco-Art en Río de Janeiro y al año siguiente La batalla de San Romano es enviada a la Bienal de Venecia mientras su autor concluía su serie de majas y de tauromaquia. Para Francisco Da Antonio un profundo sentimiento religioso define la obra de Von Dangel: "toda su labor plástica posee un incontestable acento místico, una profunda religiosidad. Ya desde el catálogo de su primera exposición celebrada en la Sociedad Maraury de Petare [Edo. Miranda], en 1965 […], se registraban títulos como el Triunfo de la Virgen y el Pésame a la Virgen. En su exposición del Teatro Leoncio Martínez en 1967, nuevos títulos daban testimonio de ello: Unidos por la gracia de Dios, Variaciones sobre la Crucifixión, etc. Un año más tarde su exposición en la Galería XX2 se intitulaba 'Sacrifixiones' precisamente porque el tema central de su trabajo quedaba referido al sacrificio del Salvador del Mundo. […] La iconografía de la crucifixión ha sido maravillosamente agotada por la historia del arte, pero el drama del sacrificio va más allá del deliquio litúrgico, se inserta en cada pulsación del tiempo, en la vida de cada hombre y en la de todos los hombres. Un artista cristiano como Miguel von Dangel, situado en la encrucijada de un siglo implacable como éste, no podía menos que retomar de la muerte de Cristo su dimensión abismal ('y hubo tinieblas sobre toda la tierra') y su categoría ecuménica ('se acordarán y se volverán a Jehová todos los confines de la tierra') a fin de replantear en términos también terribles la significación del Acontecimiento" (1982, pp. 348-349). En 1997 reunió sus artículos se inauguró la exposición Axis Mundi en el Museo de Arte Moderno de Bogotá. En el marco de la celebración del 64 Aniversario del diario El pensamiento Carabobeño, se inauguró en el Centro Cultural "Eladio Alemán Sucre" de la ciudad de Valencia, la exposición América emblemática. Es una exposición donde se busca un consenso de entendimiento que da la imagen con la palabra. Entró en circulación su libro El Pensamiento de la Imagen y otros ensayosEnsayos, en el que se compilaron una serie de escritos -artículos de prensa, conferencias y reflexiones- realizados en años previos. En 1998 se inauguró en el Museo Arturo Michelena la muestra Lastenia Tello de Michelena: la saga de una pasión. El artista comenzó a trabajar en la serie de las Treinta y tres máscaras de Cristo, el cual concluyó en 1999. En cada obra de esta serie, Von Dangel enmascara y oculta –de treinta y tres formas diferentes- el rostro de Cristo por ser la expresión del mismo Dios, un Deus absconditus (Dios oculto). Como lo expresó Pascal: "Así es, no solamente justo, sino útil para nosotros, que Dios esté en parte oculto…". En el año 2001, un jurado, integrado por Sofía Imber, Lya Caraballo, Juan Carlos Palenzuela, Carlos Maldonado Bourgoin y Juan Carlos López Quintero, le concedió el Premio Anual de Artes Plásticas "Pedro Ángel González", el cual fue creado por la extinta Gobernación del Distrito Federal y mantenido por la Alcaldía Metropolitana de Caracas. En 2002 el artista comenzó su proyecto más ambicioso: El Desesperanto. Concretamente, lo hizo a comienzos del año 2002. Todo comenzó como una especie de divertimento que incorporó a sus ejercicios "dibujísticos" habituales. Con El Desesperanto el artista desplaza la actividad literaria de su enclave tradicional: la poesía, la novela, el ensayo. Y, por esa vía, Von Dangel convierte su trabajo más reciente en "texto" que se puede leer como un tejido polisémico de códigos. Así, en cada libro o cuaderno del Desesperanto es posible encontrarse imágenes alegóricas y escritos metafóricos. La Feria Iberoamericana de Arte (FIA) le rindió homenaje en la edición del año 2003. El Desesperanto una vez concluido (2007) está conformado por cien piezas. Las mismas están elaboradas en formato de "libro" que se "leen" desdoblando (literalmente) cada una de sus páginas, las cuales son, en realidad, un verdadero entramado de dobleces en el que se esconden las imágenes y los textos escritos, algunos de los cuales son repasados una y otra vez hasta hacerlos prácticamente ilegibles.
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