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→La Escultura Moderna y sus Pioneros
Si observamos la obra de Gego (Gertrud Goldschmidt) notamos que, a diferencia de la de Narváez, carece de volumen y, en lugar de éste, apreciamos una estructura plana constituida por varios segmentos interceptados y formados por series de varillas de hierro soldadas, a manera de enrejado (N° 51). El tema aquí no interesa, pues estamos delante de una escultura abstracta de concepto constructivo. El valor artístico está por lo pronto en la manera como se articulan los diferentes segmentos para mostrar el dinamismo gráfico de la estructura y como ésta vence la gravedad en favor de una sensación vibratoria que atraviesa los espacios vacíos de los segmentos. El uso del hierro entre los escultores venezolanos data de mediados de la década del 50. Por su resistencia a la intemperie y por ser poco moldeable, el hierro fue un material cuyo uso se restringió en aquella época a satisfacer la exigencia de formas geométricas por parte de los escultores abstractos, cuyo trabajo se orientaba a la experimentación con nuevos medios. De allí que el hierro entrara en el vocabulario de los artistas que prestaban su concurso a la arquitectura a través de obras integradas al paisaje o al urbanismo.
El realismo de Manuel de la Fuente no puede entenderse solamente desde un punto de vista formal o por su relación de parecido anatómico con la figura humana. Una idea o concepto sirve temáticamente a muchas de sus obras apuntando hacia la producción de un mecanismo crítico que funciona entre la obra y el espectador. Pero el concepto está tratado plásticamente como imagen integrada al todo. En El cosmos amasado (ilus. nº Nº 56) la escultura consiste en una imagen donde se presenta a los hombres como una masa sometida a la presión de un rodillo de amasar pan. La idea o connotación es que la humanidad puede ser manejada a ciegas y caprichosamente por quien tenga el poder de hacerlo. Se comprende así que de la Fuente puede ser considerado, en este tipo de obras, como representante de un realismo conceptual.
Son muchos los ceramistas que resuelven sus obras dotándolas de significado escultórico. Lo que ellos conservan de la cerámica es la técnica por la cual el material de arcilla es sometido a cocción a altas temperaturas. Pero, por cuanto ha sido eliminada de la pieza la función utilitaria atribuida al vacío interior o ahuecamiento de la forma, la obra adquiere un valor escultórico, como es el caso de Colette Delozanne (Nº 52), cuyo trabajo se inspira en una iconografía primitiva de contenido mágico y apariencia totémica.
Imagen:Wh pv Escultura 04 EP 281115.jpg | Nº 54. Víctor Valera. El mago blanco. 1966. Hierro pintado y metal cromado. 58 x 78 x 18 cm.
Imagen:Wh pv Escultura 05 EP 281115.jpg | Nº 55. Pedro Briceño. Escultura. Sin fecha. Hierro pintado. 58 x 48 x 48 cm.
Imagen:Wh pv Escultura 06 EP 281115.jpg | Nº 66. Manuel de la Fuente. El cosmos amasado. 1986. Bronce. 29 x 37 x 41 cm.
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