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Leopoldo Armand Navarro (Caracas, 16 de noviembre de 1950 – Pampatar, 26 de enero de 2006) fue un pintor y poeta venezolano. Como uno de los protagonistas del movimiento cultural más importante que haya tenido la ciudad de Mérida (Venezuela), durante los años 70-80, gozó del cariño y la estima sincera de muchos intelectuales.
Dentro de la historia del arte oficial en Venezuela, su figura y su trabajo artístico cuentan con poco reconocimiento, a pesar se haber estado becado y de haber desarrollado trabajos de pintura para el Consejo Nacional de la Cultura (CONAC), durante 6 años (1979-1985) [1]. No obstante, el apoyo y la aceptación de sus obras y proyectos por un círculo especial de instituciones privadas, escritores, poetas, pintores, cineastas, todos ellos de índole nacional e internacional, nunca dejaron de estar fuertemente presentes.
Entre las aportaciones en la cultura de su país, éstas radican tanto en el mundo de la poesía pero por sobretodo, dentro de la pintura, la cual estuvo inclinada en todo momento en el abstraccionismo lírico. La misma además, fue promovida no sólo por la filosofía existencialista que definía a Leopoldo, sino también, porque coincidió con las influencias que recibía Caracas del Arte Abstracto de los años 50-60 de los Estados Unidos, con el movimiento abstracto venezolano e igualmente por las vivencias de la vida intelectual y la bohemia de los países europeos que visitaría el artista. Más adelante, en los años 80, desarrolló una pintura caligráfica oriental, la cual también experimentaría hasta los últimos años de vida.
Desempeñándose como secretario diplomático en Hungría, no fue hasta haber conocido durante sus veintes, al cineasta húngaro Miklo Sjanscso, cuando se sintió atraído –a través de éste- por el mundo del arte [2] .
Leopoldo, que siempre consideró el acto de pintar como una actividad metafísica [3], también se distinguió por sus dibujos, por cantar y tocar la guitarra. Fue amante además de la poesía, de la filosofía, de la música clásica, del rock, de las mujeres, de los bares y, en particular, de la naturaleza de la cual sintió un profundo sentimiento de empatía con el mar. Elemento éste que se revela en sus pinturas. En general, este querido artista y de carácter fuerte, que habiendo nacido en una familia acomodada y cuya juventud y últimos años estuvieron marcados por la tragedia personal y el alcoholismo, nunca dejó de ser y hacer de su vida todo un poema pictórico.