LA EDAD MEDIA


            Las obras de arte de la edad media están estrechamente ligadas al pensamiento religioso, en especial al cristianismo. Todo el arte del medioevo está relacionado con imágenes religiosas, buscando más que una belleza sensible basada en la imitación de la naturaleza, una belleza figurativa basada en formas geométricas rompiendo con la herencia de la antigüedad clásica, también hay una busque de una belleza que esta más allá de lo sensible, es una belleza de concepto ligada directamente a la obra y lo que ésta simboliza (pensamiento de San Agustín). Hay poca preocupación por la imitación de la realidad y las obras, en especial la pintura, posee un marcado geometrismo y esquematización. San Agustín reconoce una belleza sensible como aquella captada por el ojo, pero la cree una belleza no completa y que no está por encima de las almas. Para que la obra sea completamente bella debe haber una idea o un concepto basado en símbolos que puedan ser descifrados para alcanzar ese goce de comprensión y belleza comparados con Dios.

            La gran belleza de San Agustín radica en la combinación de una belleza sensible y otra conceptual e invisible en la obra, se puede decir que entra en juego lo formal de la obra (belleza sensible), y lo simbólico (belleza conceptual). El artista, para San Agustín, conjuga en la obra una doble mimesis, imitando por un lado los vestigios de una belleza real, con ciertas variaciones, y por otra parte copia imágenes dadas en su interior el cual formula conceptos.

JESÚS CRISTO PANTOCRATOR. Ábside de San Clemente de Tahull, Lerida. 1123

            Es un mural encargado para embellecer el templo y para procurar, como todas las demás obras románicas, placer de quienes lo contemplan, sin olvidar claro está, su simbolismo que era en parte la de difundir los textos sagrados y exponer el sentido moral y dogmático de la religión cristiana. En esta obra radica como planteaba San Agustín, la belleza sensible dada por las formas, colores, composición, etc., y la belleza invisible dada por el simbolismo. Como características formales de la obra están las siguientes: es una pintura que resulta algo esquematizada donde algunos rasgos no son definidos completamente, como el espacio que rodea la figura de Jesús, o las características de la anatomía. Por otra parte se puede observar en esta pintura el deseo de reflejar lo inmutable y lo eterno sin prescindir de la fuerza expresiva y de la monumentalidad.

            Esta pintura no tiene ninguna sugerencia de tridimencionalidad, es plana, sin perspectiva y sin profundidad, parece una obra realizada fuera del tiempo donde no hay nada que nos dé un punto referencial de tiempo o de lugar. El fondo es liso, sin paisaje, sin ambiente, parece una imagen desposeída de materia como signo del espíritu, y de este fondo liso emerge la figura con trazos firmes y fuertes. En cuanto al color hay predominio del negro en las líneas, se presenta plano y sin matices. Hay un marcado geometrismo y predominio de la línea en toda la composición. También hay presencia del color azul y dorado.

            Aquí la técnica utilizada para la realización de la obra es la del fresco. En esta obra la belleza sensible cambia con respecto a la griega que era una búsqueda de los elementos naturalistas, en el arte románico se buscaba una combinación de la belleza sensible con la belleza intelectual para formular una gran belleza que se podía aprehender y razonar descubriendo lo que esta combinación oculta tras de sí como símbolo. San Agustín nos plantea la belleza de esta manera y no meramente una belleza sensible en la obra artística.

            En esta obra se puede observar el planteamiento medieval de que el arte se entendía como abstracción y manifestación de belleza divina, donde los rasgos no están del todo definidos, no asiéndose semejantes a la realidad sino una esquematización de ésta presentada como símbolo. El arte era fundamentalmente un código de actuación, es decir, una Biblia o una leyenda, en el que importa más el sentido inmutable y trascendente de la figuración y su belleza que radica más en lo ideal como representación de la bondad divina, que en las cualidades plásticas de la propia figuración.


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WILLIAM J. GONZALEZ A..... nano118@hotmail.com