Cambios

Contreras, Rómulo

5 bytes añadidos, 18:35 27 may 2016
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'''Las líneas y colores de un río (Aproximación a la obra plástica de Rómulo Contreras)'''
A partir del día 16 de octubre y hasta el 31 del mismo de 2013, en las hermosísimas Salas de Exposiciones “Rafael Monasterios”, de la Universidad Centroccidental “Lisandro Alvarado”, situada en la ciudad de Barquisimeto, los estudiosos del arte venezolano contemporáneo, así como estudiantes de arte y público en general, tendrán la oportunidad de disfrutar de las últimas creaciones del importante artista venezolano Rómulo Contreras, quien, durante más de treinta años de trabajo creador, ha desarrollado una obra trascendental, sumamente original, desde el punto de vista formal, al ofrecer una nueva visión del arte geométrico y constructiva. Sin duda alguna, quien estudie su obra, concluirá que el artista, no sólo ha enriquecido esta visión del arte, sino que, de manera contundente, ha envuelto sus creaciones en un halo sugestivo y poético.
Lo primero que enfrentamos, en esta ocasión, cuando empezamos a recorrer la muestra del artista, supone la captación y convivencia del alfabeto de colores y líneas sometidas a transformación continua: la luz, el color y la línea se funden, se intercambian, producen diferentes zonas y puntos de desplazamiento .La seducción de su obra, radica en la sensación de observar cómo se transforma la percepción de las obras del artista a medida que observamos de lejos o de cerca cada una de sus piezas. Se transforman, frente al espectador, con sus planos de color y líneas que dibujan y desdibujan espacios, tras del diálogo entre las líneas, los planos y volúmenes: lo concebido como lenguaje abstracto se convierte en espacios geométricos fluctuantes. Las líneas conforman aristas, tras la intersección de diversas superficies creadas por líneas verticales, o en remolino; el color se transmuta en otro.
Ese juego de colores y líneas, traza, junto con el recorrido del ojo del espectador, la posibilidad de configurar planos y volúmenes fundidos. Los colores y líneas, juegan a la creación de planos independientes, de volúmenes suspendidos, dispuestos a seguir la rotación: una línea sube; otra baja. La rotación se vuelve continua: líneas y colores producen la ilusión de un movimiento. Dije ilusión, pero el ojo atrapa otra cosa: en el siguiente plano, el movimiento deja de ser virtual.
Diferentes formatos desarrollan un mismo y diferente juego. Cuadros y rectángulos graban las letras de un alfabeto que rota, gracias a la degradación de los colores, para una transubstanciación de los elementos de la composición: en algunas obras, un rectángulo resume el juego, o se fuga de la trama de colores y volúmenes; emerge como un cuadro dentro del cuadro. Entonces el juego se vuelve infinito: colores y líneas parecieran dibujar, en su movimiento, el curso de un río. A veces, en algunos momentos, la línea dibujada como garabato se vuelve “cuerpo”. Emerge del plano y crea una línea flotante ajena al resto del plano central en el cual la línea gira; crea remolinos, círculos. Una línea de alambre brota de ese remolino y reafirma la realidad del garabato: se torna volumen y flota fuera de su espacio original, el plano de color.