El
primer camino privilegia, en teoría, lo nacional o local. Busca acentuar aspectos
ignorados o menospreciados como nuestros ingredientes indígenas, los afrolatinos o los
mestizos. Constituye un nacionalismo directo y exalta, por eso, lo visible de tales
ingredientes, mas que su sensibilidad o mentalidad. Aparecen como bien estético, la
iconografía, los usos y las costumbres, y los temas locales, con el fin de formar
conciencia nacional y revalidar históricamente algunos pasados y culturalmente los
sectores populares. En algunos casos se busca adoptar la sensibilidad popular, indígena o
afrolatino. En muchos casos, las obras devienen como instrumentos políticos, mas que
estéticos y pictóricos; pero muy ligados al país.
Este movimiento
nacionalista, con carácter estético y político, con la mirada puesta en el pasado
indígena y en el presente mestizo, surgió en suelo americano, con el Muralismo
Mexicano hacia la segunda década del siglo XX.
Como proyecto, fue
promovido por José Vasconcelos, ministro de Educación de México, hacia 1922, con fines
políticos implícitos, siendo el primer estado latinoamericano que propone la utilidad
política del arte., (antecediéndole la Unión Soviética), Sin embargo, se basa en una
nueva estética (por lo menos, diferente a la francesa), contenedora de ideales y
problemas "mexicanos" sin preocupación por las formas.
El muralismo debía
denunciar las injusticias sociales, difundir los ideales socialistas, exaltar los valores
del mundo precolombino y las manifestaciones populares. De esta manera, la vinculación
con problemas, factores y aspiraciones de la colectividad mexicana, le concedió el honor
de ser, por primera vez, una pintura desligada de la imitación europea, la primera
tendencia estética que brota de suelo Latinoamericano.
El basamento ideológico
junto a su apropiación socialista, nacionalista, indigenista y didáctica del Muralismo
Mexicano, fueron formuladas en el manifiesto de 1923 y la formación del Sindicato de
Trabajadores, Técnicos, Pintores y Escultores, a partir del cual surgieron sus mas
importantes representantes: J. Charlot (1898 1979); F. Leal (1896 1964); R.
Montenegro (1885 1968); J. O Gorman (1905 - 1982); incluyendo los tres
grandes: J.
C. Orozco (1883
1949), D.
Rivera (1886 1957)
y D. A.
Siqueiros (1896
1974).
Por otra parte,
Temáticamente, el Muralismo fue la continuación del costumbrismo, ahondando en alusiones
precolombinas y alegorías históricas de México, escenas campesinas y populares, sucesos
políticos y sindicales, acontecimientos de la revolución, alusiones al maestro y a la
educación popular, más una iconografía indígena y mestiza. Todo tendía a la exaltación
de lo nacional y lo popular.
De esta forma, lo
popular consiguió su máxima expresión con la representación de la figura trivial del Indígena.
Así lo trivial, lo común, se convirtió en una categoría estética por el valor realista
que contiene, lejos de la fealdad y la belleza, apartándose más de ésta última como
propio de lo Occidental. Y a ello se le suma, el carácter dramático de las
situaciones representadas.
En cuanto a su
ubicación, los murales no estuvieron en la calle ni en lugares verdaderamente populares,
sino en edificios gubernamentales y de carácter oficial: El Palacio Nacional, el de
Bellas Artes, la Preparatoria, la Secretaría de Educación y la Corte Superior de
Justicia.
En consecuencia, el muralismo
prestigió a la pintura como un bien estético de disfrute colectivo y necesario,
incrementándose por parte del Estado la enseñanza artística, se abrió en 1934 la
Galería de Arte Mexicano y se fundó el Instituto Nacional de Bellas Artes en 1946,
aumentando, al mismo tiempo, la crítica especializada.
El muralismo mexicano fue importante
como producto y productor, de un momento histórico nacional y latinoamericano, colmado de
anhelos e independencia estética.
"... Y
seguirá siendo importante para México y Latinoamérica como una de sus etapas vitales.
Pero la simpatía o el amor que nos despierte como tal, no debe impedir el análisis
razonados de sus aciertos y fallas...". Agrega Juan Acha en su apartado El
Despertar Latinoamericanista, señalando algunos aspectos negativos
tales como:
- Aunque en la búsqueda de lo estético
y lo pictórico dirigido hacia el realismo representado por el muralismo con formas
comunes, como expresión de lo trivial, en lugar de cultas y decorativas, fueron empleadas
las variantes hegemónicas de las artes occidentales, ignorando por ejemplo, la estética
precolombina,
- Los muralistas poseían una buena
formación e información intelectual, en cuanto a teorías políticas y culturales,
estéticas e históricas. Pero al mismo tiempo, abrigaron utopías. Ellos no solo estaban
convencidos de que cualquiera podía ser receptor de la obra de arte, sino también con
respecto a su producción.
- Las ideas del muralismo no eran claras.
Fueron plausibles los méritos del Estado por promoverlo y apoyarlo. Pero si embargo, los
excesos de la oficialización del muralismo y del endiosamiento de sus mayores exponentes
trabaron la evolución transfiguradora y positiva de este proyecto. Pues, el muralismo fue
evolucionando a medida que iba apropiándose de los socialismo y nacionalismos,
indigenismo y didactismos, como en la década del treinta hasta 1940, junto a un Estado
progresista, pero éste se detiene y deviene en conservador, demasiado tarde para una
renovación transfiguradora del muralismo con respecto al momento histórico.
- El muralismo dejó marcada las
inspiraciones de las generaciones futuras de la comunidad artística del país: les impuso
la prioridad de lo publico y lo popular, el contenidismo, el desprecio por las formas
puras.
Sin embargo, como todas
las manifestaciones estéticas insertas en experiencias nacionalistas, llevan como
fundamento alcanzar una heterogeneidad cultural, el muralismo mexicano
dejó huella en la cohesión del Arte Latinoamericano del siglo XX.