La expresión concreta de este grupo fue
la exposición organizada por Luis Vargas, el 2 de Junio de 1923, en el local de la Casa
de Remates "Rivas y Calvo", en Santiago. Junto con el organizador, exhibieron
sus obras Julio Ortiz de Zárate, Henriette Petit, José Perotti. Surgía así, el Grupo
Montparnasse (término propuesto por Luis Vargas) que "abría una
brecha en la pintura tradicional chilena: era cerrar una puerta para abrir otra",
según palabras de su fundador.
En el transcurso del tiempo, la lista de representantes del Grupo
Montparnasse se ha ampliado. Esta situación no debe extrañar porque el anhelo
común de sus fundadores fue compartido por otros pintores jóvenes. Estos sintieron el
llamado de la renovación y la imperiosa necesidad de ensanchar el restringido campo en
que se movía la pintura nacional. El grupo mostró el camino sin pretensiones de fundar
escuela ni de constituirse en núcleo cerrado: estimularon a otros a adherirse a las
nuevas experiencias.
El Grupo Montparnasse, fue un importante testimonio de los
nuevos signos que irían caracterizando el arte del siglo XX; el contacto pronto y rápido
con las vanguardias y con la investigación artística, difundidas gracias a los nuevos
medios de comunicación. Las distancias se acortaban con los rápidos sistemas de
transporte, facilitando el contacto cultural aun con los centros más distantes. Como
consecuencia de estos avances, el artista se debilitó en sus regionalismos; si hasta el
siglo XIX todavía era posible limitarlo dentro de fronteras geográficas precisas, ahora,
en cambio, al producirse un acentuado entrecruzamiento de influencias, el regionalismo
cedía su lugar al cosmopolitismo.