Breves notas sobre algunas formas artísticas de la India


Un análisis profundo del arte hindú requeriría una extensión muchas veces mayor, no sólo que la de esta sección, sino que la del libro entero. Por otra parte, ya Ananda Coomaraswamy (quien nos legó varias obras bastante extensas) y sus sucesores han realizado un análisis así.86 Y sin embargo, a fin de ilustrar algunas de las ideas básicas de este libro, creo oportuno presentar algunos comentarios extremadamente breves sobre unas pocas de las artes de la India.

Hoy en día hay consenso sobre el extraordinario valor de la música clásica hindú, la cual se encuentra entre las más elaboradas, mágicas y visionarias del mundo. Lo que es menos conocido es que ciertas órdenes místicas la han empleado a fin de producir algunos de los tipos de rasa o emoción estética que contemplan las tradiciones de la India y, usando los estados a los que dichas emociones dan acceso como reflejos en un espejo susceptibles de hacer patente la naturaleza reflectante de éste, descubrir la naturaleza del espejo en la cual todos los rasa, todos los estados y todas las experiencias tienen un "único sabor": la verdadera condición de la cognitividad universal por medio de la cual todas las experiencias se manifiestan.87 Puesto que en tales casos el objetivo de la generación de rasa no es la mera vivencia de emociones estéticas, ni la producción per se de estados condicionados especiales y experiencias ilusorias extraordinarias,88 sino la desocultación (aletheia) de la cognitividad inmutable en la que todos los rasa, los estados condicionados y las experiencias ilusorias se manifiestan, es de la mayor importancia advertir en contra del peligro de apegarse a los rasa y a los estados y experiencias a los que ellos dan acceso, en vez de trascenderlos en la aletheia de dicha cognitividad. Tales advertencias fueron repetidas una y otra vez por Mujiuddín Chisti, el maestro sufí que fundó una de las órdenes místicas que hizo un mayor uso de rasa como un medio para ir más allá de rasa, y en el seno de la cual han surgido algunos de los músicos indios más importantes de los últimos nueve siglos. Él escribió:89

«Ellos saben que nosotros escuchamos música y a través de ella percibimos ciertos secretos. Por lo tanto, ellos tocan música y se sumergen en "estados" (jal). Ustedes deben tener en cuenta que todo aprendizaje debe cumplir todos sus requisitos —no sólo música, pensamiento, concentración—. Recuerden: la maravillosa producción de leche de una vaca que patea el balde es inútil.»

Otra de las manifestaciones más notables del espíritu humano es la pintura de la India y, en particular, los estilos budistas de pintura que alcanzaron su cúspide en las cuevas de Ajanta, así como en Gandhara (los cuales se distinguen en la misma medida del estilo rajput asociado principalmente al bhakti vaishnava, que del desarrollado por los pintores que trabajaron bajo mecenazgo mogol). La belleza visionaria de los frescos de Ajanta —así como de muchas de las pinturas de Gandhara— radica en la composición, los colores pasteles y la armonía, continuidad y suavidad de las lineas, mientras que su mensaje espiritual está encarnado en las expresiones faciales y las miradas de las figuras; en consecuencia, la inseparabilidad de ambos elementos corresponde a la inseparabilidad de la denotación y la connotación de la obra.

Otra de las manifestaciones del arte indio que, en mi opinión, muestra más claramente las características del arte primordial es la escultura tántrica, la cual, cabe recordar a fin de no dejar totalmente a un lado las ya discutidas tesis de Rocker, se desarrolló en comunidades que habían roto con el sistema de castas, que eran autogestionarias y que estaban caracterizadas por la igualdad.90

La escultura de la India es casi siempre una parte integral de los absorbentes complejos arquitectónicos en los cuales la misma está orgánicamente fundida. La escultura tántrica, en particular, alcanzó su cima en los complejos arquitectónicos de Khajuraho, Konarak, Bhuvaneshvar y algunos otros lugares. Ahora bien, Konarak está cerca del mar, lo cual hizo que la piedra sufriese una corrosión considerable, mientras que Bhuvaneshvar y los otros complejos son menos abundantes en esculturas. Khajuraho, en cambio, está bien dotado de estatuas, y éstas se encuentran relativamente bien conservadas, lo cual hace mucho más fácil apreciar lo que considero como las características más relevante de las figuras: sus miradas y expresiones faciales, por una parte, y la sensualidad de los cuerpos, por la otra. Es por esto que decidí tomar a Khajuraho como expresión paradigmática de la escultura tántrica.

Quien haya leído la obra de Gilles Béguin L'art indien habrá notado que éste contradice lo señalado arriba con respecto a las miradas y expresiones faciales de las esculturas con sus comentarios denigrantes, según los cuales en las estatuas de Khajuraho los requisitos ornamentales de su integración en el complejo arquitectónico "explican la torpe ejecución de algunos detalles: rostros estereotipados, sonrientes y poco expresivos, y joyas convencionales".91 ¡Las expresiones faciales que denotan la coincidencia del placer total con la patencia de la cognitividad inmutable son, pues, "estereotipadas, sonrientes y poco expresivas"! ¡Y, 45 años después del artículo de Coomaraswamy titulado "Ornamento",92 alguien que sin duda alguna no leyó el mencionado trabajo llega a afirmar que las "joyas convencionales" (me pregunto cuáles serán las que no son convencionales, y por qué es malo que éstas sí lo sean) no son más que requisitos ornamentales de la integración de las estatuas en el complejo arquitectónico!

Béguin nos obliga a recordar que, en el budismo vajrayana, por ejemplo, las joyas son adornos indispensables de todas las deidades que se manifiestan en el nivel visionario de experiencia Despierta denominado sambhogakaya, pues dichas joyas expresan la "riqueza" que caracteriza al nivel en cuestión —y, en la medida en que enriquecen la obra, hacen que la connotación coincida con la denotación—.93 Aunque la mayoría de los templos que quedan en Khajuraho son shivaítas, y sólo unos pocos son jaina y otros pocos budistas vajrayana, y aunque en su mayoría las figuras no representan deidades de la dimensión visionaria del sambhogakaya sino practicantes "físicos" (nirmanakaya)94, no cabe duda de que, como —según señala Coomaraswamy— sucede con el arte de la India en su conjunto, las joyas representan algunos de los atributos simbólicos del tipo de individuo representado. De hecho, como hemos visto, el arte primordial, y en particular el arte oriental, es en general tan didáctico como visionario y contemplativo. Lo menos que se puede decir de Béguin es que no sabe nada en absoluto del éxtasis y los estados no-duales, y ni tan siquiera ha estudiado la estética de la India, de modo que difícilmente alguien pueda estar menos capacitado para juzgar y explicar el arte oriental y, en general, el arte "primordial". ¿Cómo podría alguien decir en 1984, cuando ya había un cuerpo extenso de traducciones directas del tibetano y del sánscrito, al igual que muchos trabajos originales de gran autoridad (realizados unos por lamas tibetanos y otros por eruditos y practicantes occidentales), que "las concepciones tántricas son todavía mal conocidas"?

En las figuras de Khajuraho, tenemos un ejemplo notable de la no-dualidad de connotación y denotación, de mensaje y medio que también caracteriza a las obras de arte tibetanas que consideraremos más adelante.95 Por una parte, la unión de las figuras masculinas y femeninas ilustra, tanto un elemento central en uno de los Senderos de Iluminación propios de los tantras,96 como el estado mismo de yuganaddha o "manifestación coincidente de los opuestos" al que el Sendero en cuestión debe conducirnos. Por otra parte, los rostros y las miradas de las figuras son expresiones tan maravillosas de la extática coincidencia del placer total con la aletheia o desocultación de la cognitividad no-dual más allá de toda valorización-absolutización delusoria, y sus cuerpos y posturas son al mismo tiempo tan sensuales que, con sólo contemplarlas, el observador puede tener acceso a sentimientos en los cuales la sensualidad es inseparable de la espiritualidad —e incluso, eventualmente, un observador debidamente preparado podría llegar a vivenciar el estado de yuganaddha que las figuras representan.

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