La Divina Comedia de Dante y el mandala


Hemos visto que para Dante el arte debía ser didáctico y que, en consecuencia, el extraordinario poeta no podría haber aceptado la idea de un "arte por el arte" que, careciendo de mensaje, pudiese tener un valor artístico intrínseco. Independientemente de que Asín Palacios tenga o no razón al buscar la inspiración de la obra más importante del gran florentino en los relatos musulmanes de la Ascensión de Mahoma, la estructura del "más allá", tal como la presenta la Divina Comedia de Dante, corresponde de una manera bien precisa a la dinámica del mandala.

Guiado por Virgilio, Dante abandona el reino de los vivos y desciende al Infierno. Según Gregory Bateson, el "circuito de realimentación positiva" que impulsa el proceso de reducción al absurdo del error humano básico que tiene lugar en la experiencia del individuo y ese proceso mismo (trátese de una neurosis, una psicosis o de la primera etapa del viaje por el sendero de Despertar o Iluminación) es lo que Freud llamó Tánatos o "instinto de muerte". Así pues, podemos decir que la entrada de Dante al Infierno significa que la contradicción que caracteriza a la periferia del mandala se ha transformado en conflicto, y que el conflicto se está desarrollando, guiado y catalizado de manera ciega y díscola por el Tánatos.

El descenso de Dante por el infierno hacia su círculo más bajo y la entrada del poeta al Purgatorio a través de la abertura que se encuentra en el fondo del infierno, corresponden al desarrollo del conflicto hacia el umbral en el cual la desocultación o aletheia de nuestra verdadera esencia o naturaleza reorienta el proceso en una dirección claramente saludable, introduciendo un mecanismo de interrupción y autoliberación espontánea de los tanáticos "circuitos de realimentación positiva". Dante no puede tener acceso inmediato al Cielo123 porque tiene que neutralizar —o sea, "purgar" o "purificar"— su error o delusión y las pasiones díscolas que del mismo dimanan (el uno y las otras tan profundamente arraigados), por medio de la transformación de la contradicción en conflicto cada vez que ella surja, y la autoliberación del conflicto en la desocultación o aletheia. Sin embargo, este proceso ya no pertenece al Infierno, pues la desocultación en cuestión constituye el Cielo y, puesto que Dante ya ha tenido una vislumbre del Estado en cuestión, sabe que el Purgatorio es la vía al Cielo y, en consecuencia, que su sufrimiento no es eterno, sino que es parte de una purificación por la que él debe pasar si quiere establecerse en el Cielo. Una vez en el Purgatorio, el proceso ya no es catalizado solamente por el Thánatos, sino también por la sabiduría holista que resulta de la autoliberación repetida de la contradicción básica (el error) y del conflicto en la aletheia.

Una vez que el error ha sido "purgado" en una medida suficiente por medio de su autoliberación repetida en la aletheia, Dante entra al Cielo, y, finalmente, se establece en el Empireo —o sea, en el centro mismo del mandala.124

Ya se han señalado las conexiones de los sufíes khajagan y de los ismaelitas con los maestros del dzogchén en Asia Central, por una parte, y con órdenes esotéricas occidentales, por la otra (hemos visto que los templarios recibieron enseñanzas de Hassan Ibn El-Sabbah y/o sus discípulos). Aunque dichas conexiones puedan tentarlo a uno a explicar genéticamente la identidad del contenido didáctico de las pinturas de mandalas y el de la Divina Comedia de Dante, es más importante recordar que todo simbolismo humano proviene de una única fuente universal.

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