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La GAN, el BIV y el Museo Arturo Michelena (Caracas) poseen importantes colecciones en papel y tela de Michelena. En 1922, Lastenia Tello organizó una muestra de las obras de Michelena en el taller de la esquina de Urapal. La colección del taller del artista pasó al Estado por voluntad de la viuda tras su muerte en 1958; la casa fue adquirida en 1961 y convertida en el Museo Arturo Michelena. Dibujante excepcional, los bocetos dejados por Michelena no sólo son registros minuciosos de los procesos creativos de sus grandes obras, que incluso como en el caso de Miranda en La Carraca, fueron cuidadas al detalle a pesar de sus elementos espontáneos, sino también paradigmas de la línea siempre exacta y del lirismo de la precisión. Seis paisajes suyos fueron incluidos en la "Exposición del paisaje venezolano", realizada en el MBA en 1942. De uno de ellos, Un trozo del Ávila, escribió Planchart que tenía "aquella finura de dibujo y colorido tan mansa y equilibrada, que es una de las condiciones más agradables en todas sus obras" (op. cit., p. 194). En 1948, Planchart publica un importante catálogo de la obra conocida de Michelena hasta ese momento con un estudio preliminar y, en 1998, la GAN realiza una exposición en la que reunió las grandes obras del artista, publicando en esa ocasión un catálogo razonado y una nueva cronología. Mariano Picón Salas comentó sobre el proceso creativo de Michelena: "si el gran artista valenciano no tuvo tiempo de dar todo el salto que conducía del realismo y del parnasianismo a la entera visión impresionista, se sigue a través de su obra todo un logrado repertorio de problemas técnicos. Estudia el ritmo y dinámico enlace de los grupos, logra con clásica maestría los agitados ropajes sueltos y los escorzos casi escultóricos de las figuras de Pentesilea o contrasta de modo maravilloso las zonas de color con la nocturnidad de la muralla en un tan bien compuesto cuadro como Carlota Corday […]. Aplicó también algo de las conquistas de la nueva visión impresionista a la luminosidad de las carnes, los cabellos, las sedas y encajes de sus varias figuras femeninas" (1985, p. 108). René-Pierre Famelart, por su parte, no desecha las virtudes de la formación académica del artista y agudamente acepta sus procedimientos sin criticar la apatía de Michelena a los movimientos vanguardistas: "ecléctico en la elección de sus temas, aun cuando el arte oficial es su principal fuente de inspiración, Michelena es también extremadamente flexible en su forma de tratarlos. Eclecticismo y soltura caracterizan su obra, pero no constituyen lo esencial. La verdadera originalidad de su pintura reside, a nuestro parecer, más en el vigor que obtiene de su origen latinoamericano que de una sensibilidad muy abierta a las influencias europeas del momento. Vigor del trazo, del color con menos frecuencia, vigor del movimiento en Fantasía, vigor de la puesta en escena en La vara rota y en El panteón de los héroes, rasgos principales que, completados con los nuevos aportes del arte europeo, volvemos a él, permiten comprender por qué Michelena desempeña un papel tan importante en la historia de la pintura venezolana de finales del siglo pasado" ([1989], p. 165).

==Exposiciones póstumas==