Diferencia entre revisiones de «Moya, Antonio»

Pintor. Realizó estudios en la Escuela de Artes y Oficios de Valencia (España), la Escuela Superior de Bellas Artes de San Carlos de Valencia (España) y en la Escuela de San Fernando de Madrid (1955-1962). En 1963 llegó a Caracas, al año siguiente se trasladó a San Fernando de Apure e instaló su taller en Biruaca. En 1966 recibió el Premio Nacional de Dibujo y Grabado por Los emigrantes. Entre 1965 y 1970 se dedicó a la docencia en la Escuela de Artes Plásticas Juan Lovera (San Fernando de Apure), el Taller Periférico Bárbaro Rivas (Caracas), el Liceo Luis E. Arocha (San Antonio de los Altos, Edo. Miranda) y la Escuela Cristóbal Rojas. A partir de un arte figurativo caracterizado por el empleo de técnicas experimentales (pintura de soplete, plantillas y colores sintéticos) ha desarrollado una obra que se renueva continuamente: de la violencia política, en sus cuadros de los años sesenta, evolucionó hacia una aguda crítica en la década siguiente, pasando después por un trabajo investigativo, a comienzo de los ochenta, en donde se sumerge en la temática latinoamericana en un diálogo entre pintura y escritura. Hacia finales de los ochenta, se identifica con las orientaciones surrealistas de Lam y Matta, con reminiscencias ancestrales de raíces precolombinas, que llega a identificarse con las pictografías americanas. Toda esta compaginación gráfica y ritual reaparece posteriormente en la exposición "Selva tatuada" (1984), donde agudiza la tridimensionalidad que proporciona el uso del relieve en madera policromada. "Moya comienza a individualizar cada imagen figurativa de sus pinturas y ubicarlas en un espacio, ya no como elementos solamente visuales, sino también concretos y tangibles. Ellas reunidas formarán un relieve, el que va a sustituir la planitud de la tela para convertirse en un objeto […]. La madera pintada hace más compleja la proposición del artista y el universo discursivo busca expresarse a través de la contradicción entre lo pintado, lo esbozado, lo tridimensional del relieve, lo agresivo de los bordes de la obra, todo unificado es una unidad totalitaria" (Rodríguez, 1984). En 1985, recibe el premio Arturo Michelena con Trópico mental, un objeto plástico de forma triangular, realizado con madera ensamblada. De esta serie, la GAN posee un ensamblaje, Naufragio (1985). En 1987, en la Galería Euroamericana, presenta "In situ", donde reunió tres fases de su evolución pictórica: una primera, con trabajos realizados en 1985, donde exhibió maderas ensambladas, envueltas en una atmósfera, de mucho color y violencia, una segunda fase que abordó la parte intuitiva, abundantes texturas, y una tercera, condensada en una sola: papel, tela y madera. En 1988, en el marco del VII FITC exhibe "Kurare". Los objetos aparecen redimensionados y con una nueva lectura después de ser extraídos de su ambiente natural, la selva amazónica. En 1989 recibe el premio de pintura en la II Bienal de Guayana con Friso moriche, donde combinando elementos diversos, poblados de signos y formas disímiles, el concepto pasa definitivamente a jugar un papel protagónico. El hecho de asociar, en una misma obra, figuras y mitos, leyendas y sueños, ideas y convenciones, lleva a conocer en sus propuestas una dinámica entrecruzada de mensajes, un juego cíclico de imágenes cuya densidad genera una organización de signos en el cual el sentido se desplaza entre las intersecciones de lo histórico con la fábula. Sus obras de los años noventa se encuentran enmarcadas dentro de unas retículas, que establecen relaciones; ordena y serializa objetos dentro de sus obras, es un trabajo que inspira una reflexión decantada a través del tiempo y que permite que la obra se transforme a sí misma.