Reverón, Armando

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Armando Reverón
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Nombre completo Armando [Julio] Reverón
Nacimiento 10 de mayo de 1889, Caracas - Venezuela
Fallecimiento 18 de septiembre de 1954, Caracas - Venezuela
Nacionalidad Venezolano
Área Pintor
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10.4683918, -66.8903658 ~ Caracas, Venezuela. Lugar de nacimiento y Lugar de su Obra; 10.1727434,-68.0642652 ~ Valencia, Venezuela; 41.3948976,2.0787273 ~ Barcelona, España; 40.4381311,-3.8196234 ~ Madrid, España; 48.8589507,2.2775166 ~ Paris; 10.6054245,-66.906991 ~ Macuto }}

Contenido

Biografía

Pintor. Nació en la quinta San José, Sur 5, en Puente Hierro, parroquia Santa Rosalía, Caracas. Hijo único de Julio Reverón Garmendia y Dolores Travieso Montilla. En 1896 realiza estudios primarios en el colegio de los padres salesianos, en Caracas y en Valencia, bajo el cuidado de la familia Rodríguez Zocca, los cuales continúa en el Colegio Cajigal. En esa época acompañaba en sesiones de pintura a su pariente Ricardo Montilla, quien había estudiado arte en una academia de Nueva York. Hacia 1901 copia la Cacería de leones de Eugène Delacroix. En 1902 enferma de fiebre tifoidea, lo que algunos especialistas han visto como el origen de sus futuros trastornos de personalidad. Hacia 1903, Reverón se encuentra en Caracas, y el 23 de junio de 1908 se inscribe en la Academia de Bellas Artes. Entre sus compañeros se encontraban Manuel Cabré, Rafael Monasterios y Antonio Edmundo Monsanto. Sus primeras pinturas son de tema religioso y naturalezas muertas, firmadas en 1908. En enero de 1909 se inicia una huelga de estudiantes de la Academia que pedían reformas en el pénsum de estudios. Durante el conflicto, al que no se adhirió, Reverón viaja a Valencia donde realiza retratos del natural. Al concluir la huelga regresa a Caracas y presenta sus exámenes de fin de curso. En 1910 pinta su primer autorretrato (colección Celestino Martínez de la Plaza), género que cultivará a lo largo de su vida. Sus autorretratos servirán de documentos plásticos de su evolución como artista. El pintor se instala en la pensión de Josefina Rivas de Alfonzo, en cuyo patio improvisa un taller. En 1911 concluye sus estudios en la Academia y recibe en el concurso de fin de año la calificación de bueno en dibujo de desnudo y de sobresaliente con su Playa del mercado, llamado también Fantasía del mercado de Caracas (colección Carmen Campbell de Insausti). Junto con Rafael Monasterios expone en la Escuela de Música y Declamación de la Academia de Bellas Artes.

Gracias a la influencia de Antonio Herrera Toro, director de la Academia, recibe una beca de la municipalidad de Caracas para estudiar en Europa. Reverón se traslada a Barcelona y se inscribe en la Escola de Artes y Oficios de La Lonja, que dirige Vicens Borrás y Abellá, donde recibe clases de Vicens Climent Navarro en dibujo del natural y colorido. Reverón coincide en Barcelona con Rafael Monasterios y Salustio González Rincones. En 1912 regresa brevemente a Venezuela y pinta el retrato de Enrique Planchart (1912, colección BCV). Nuevamente en Madrid se matricula en la Academia de San Fernando, por recomendación de Borrás, y recibe clases de José Moreno Carbonero, Manuel Marín y Antonio Muñoz Degrain —retratista y paisajista a quien Reverón recordará con frecuencia más adelante—. Con un grupo de condiscípulos viaja a Segovia para conocer a Ignacio Zuloaga. En enero de 1913, Reverón expone óleos en la exposición preliminar del Círculo de Bellas Artes (El Universal, 16 de enero) y, en septiembre, en el I Salón Anual del Círculo de Bellas Artes (Teatro Calcaño, Caracas), varios estudios, algunos realizados en España, entre ellos una Gitana (reproducida en El Cojo Ilustrado del 15 de octubre) y un juez de la Inquisición (el retrato de Planchart), con fondo negro y "evocación trágica", según Leoncio Martínez (El Universal, 10 de septiembre de 1913). Ese año recibe el premio en segunda clase en dibujo del antiguo y ropajes de la Real Academia. Las tendencias que entonces cultivaba la escuela catalana incluía los tonos azules y los contrastes de color, así como los temas folclóricos locales como gitanas y majas. En 1914 conoce en el taller de Muñoz Degrain al pintor francés Fournier, casado con la venezolana Clotilde Pietri. La pareja invita a Reverón a Chantilly donde retrata a la señora Pietri (cuadro que se encuentra hoy en la colección Círculo de Bellas Artes de Madrid). En París coincide con la colonia de artistas venezolanos, entre ellos Tito Salas y Carlos Otero. Reverón se hospeda cerca de la rue Vendôme aunque apenas tiene oportunidad de visitar los museos, cerrados por la guerra. De esta época es su Paisaje en Burdeos (colección Gastón Carvallo). En julio de 1915 se encuentra de nuevo en España y poco después se embarca a Venezuela.

En noviembre de 1915 firma Callejón en Caracas y se instala en la casa de su tía Josefina Reverón de Martínez Zozaya. El pintor da conferencias sobre Goya y enseña técnicas de grabado, dicta un curso de perspectiva y escenografía y da charlas sobre el Siglo de Oro español. En esa época realiza, con Carlos Salas, pinturas murales decorativas y firma uno de sus primeros paisajes caraqueños, Paisaje del Calvario (1916, colección GAN), de carácter monocromático pero de pincelada marcada. Para levantar fondos para el Círculo de Bellas Artes organiza una novillada junto a Rafael Monasterios, Marcelo Vidal y Roberto Báez Seijas. Durante 1916 viaja continuamente a Valencia y realiza Naturaleza muerta con jarrón. En 1917 fallece Josefina Rodríguez, hermana de crianza de Reverón. En mayo llega a Caracas el pintor rumano Samys Mützner, quien introducirá entre los pintores locales los principios del posimpresionismo y los empastes densos. La sede del Círculo de Bellas Artes es allanada en 1917 y Reverón se residencia en La Guaira, donde da clases particulares de dibujo a hijas de familias pudientes y en la Escuela Santos Michelena. En mayo de 1918 expone Samys Mützner en el Club Venezuela de Caracas, con gran repercusión. Ese año conoce a Juanita Ríos, quien será su modelo y esposa. Ese año, la gripe española diezma al grupo de intelectuales; Reverón cae enfermo y se recupera en su casa materna, donde termina un desnudo de Juanita (1919, colección Enrique Sánchez). El pintor ruso Nicolás Ferdinandov, quien se encontraba residenciado en Margarita desde febrero de 1919, es invitado a Caracas por el poeta Pedro Rivero y se compenetra con la vida intelectual caraqueña. Aunque artista menor, el pintor ruso será de gran trascendencia para la orientación que dará Reverón a su vida futura como artista y posiblemente despierte su interés en la técnica del guache. A mediados de año llega a Caracas Emilio Boggio, quien organiza en agosto una exposición en el Salón Central de la Escuela de Música y Declamación (Academia de Bellas Artes). En esta muestra se encontraban reunidas obras de varios períodos, entre ellas las de influencia simbolista, impresionista y posimpresionista.

A mediados de ese año, Reverón se traslada con Juanita y Ferdinandov a El Valle, en los alrededores de Caracas. Por entonces, Reverón pinta alternativamente en Caracas, El Valle y La Guaira. De este año es La cueva, llamada también Mujeres en la cueva (colección Inversiones Sawas, Caracas). Durante este período predominan en su obra los azules y las atmósferas oníricas, y se observan con claridad las nuevas tendencias atmosféricas expresadas con empastes densos. El 18 de enero de 1920, Reverón y Monasterios clausuran una muestra organizada por Ferdinandov en los altos de la Escuela de Música y Declamación (Academia de Bellas Artes), donde Reverón expuso Capricho de color, Juanita y El bosque de la Manguita (ambas en la colección Enrique Sánchez). La exposición es reseñada por Planchart (7 de enero), quien resaltó la serie de paisajes de Punta de Mulatos y Descanso, llamado después Juanita con abanico, y por Fernando Paz Castillo (Actualidades, 18 de enero), quien observó con lucidez la modernidad del pintor a través de su carácter alusivo. Poco después, el 9 de mayo, una nueva muestra es abierta con obras de Reverón, Ferdinandov, Federico Brandt y Antonio Edmundo Monsanto en salones de la UCV. Entre sus cuadros se encontraban retratos, desnudos y La procesión de la Virgen en El Valle, una de sus obras más representativas de ese período. Ese año trabaja paisajes sobre madera y concluye Paisaje de Macuto (colección Catherine Schlageter Boulton) y Cocoteros (colección Sylvia Boulton), temática que cultivará a lo largo de toda su obra. El interés por los nuevos procedimientos se puede observar en las pinturas que Reverón realizó después de 1920, en un período intermedio antes de su llamado período blanco.

Reverón se instala en Punta de Mulatos, donde alquila un rancho en el cerro; después se muda cerca del río Macuto a un rancho de bahareque y tierra pisada y, hacia 1921, se residencia definitivamente en Macuto, y compra un terreno cerca de la playa hacia el cerro El Cojo, donde erigirá luego su casa-taller, El Rancho, llamado después El Castillete, levantado posteriormente con piedras bastas. Gracias a la ayuda económica de su madre, completa los pagos y comienza a levantar su nueva casa. De 1921 es su obra Los baños de Macuto (colección Marina Schlageter Boulton de Sosa), donde se evidencia la evolución de su estilo; en ese año se registran las primeras obras de Reverón que aprovechan como expresión la textura de la tela. En 1922 firma La trinitaria (colección Helena Prosperi de Benedetti) y en 1924 realiza Fiesta en Caraballeda (fechada en 1927, colección sucesión Guinand Baldó), cuyos cambios de tonalidad, hacia los tonos pasteles y blancos, contrastan con los del período azul. En 1925 fallece Ferdinandov en Curazao. De esta época es una de sus obras más prodigiosas, Luz tras mi enramada (Colección Cisneros, Caracas), firmada en 1926, donde parecen cifrarse todos los conocimientos que pudo aportarle el impresionismo. En esa época continúa su serie de Cocoteros y trabaja paisajes en blanco con uveros. En mayo de 1928, la revista Élite le dedica el artículo "La Tebaida del loco Reverón en Macuto", con fotografías de Domingo Lucca, donde se comenta su éxito comercial. Desde este momento, y hasta la década de 1930, se desarrolla su período blanco. Reverón confecciona sus propios pinceles de punta dura, así como sus instrumentos de pintura, marcos y paraguas para protegerse del sol. Marca su obra con un carácter gestual y abocetado; realiza paisajes que apelan a formas sintéticas aunque también explora efectos de color como en Macuto en oro (colección Luis Enrique Pérez Dupuy), de 1931. Reverón trabajaba desde 1930 en el sitio llamado El Playón. En 1931 firma El árbol (colección Inversiones Sawas), donde el fondo de la tela, apenas cubierto por una aguada blanca, le permite construir el cuadro, completado con pequeñas y densas pinceladas, y Rancho (interior) (colección Óscar de Guruceaga), de carácter sintético y casi abstracto. En 1932 concluye Las hijas del sol; en realidad, Reverón no desatendió las fuertes proposiciones del criollismo o del indigenismo que atravesaron toda la cultura latinoamericana de su época: en muchos de sus cuadros quedaron registradas fiestas y escenas locales, así como una verdadera preocupación por algunos mitos indígenas. Ese año, Alfredo Boulton realiza algunas de sus primeras fotografías de Reverón, publicadas en Élite (15 de octubre), acompañando un artículo de Julián Padrón que testimonia los procedimientos técnicos del artista, como el deshilvanado de la tela, la preparación del soporte y su liturgia mágica antes de empezar un cuadro: el pintor se amarraba fuertemente la cintura, se tapaba los oídos, se calentaba los muslos y se cubría los brazos para que el cuerpo no tocara la pintura. Algunas obras de la época ya explotan la pincelada blanca sobre fondos sepias, que recuerda algunos procedimientos renacentistas para estudiar el claroscuro.

En 1933 abandona el óleo y el coleto para pintar sobre papel con guache o pigmentos de agua. Este cambio será fundamental en su obra ya que estos medios le permitirán mayor soltura gráfica y una marca mayor de la pincelada. En agosto de ese año participa en la "Exposición de artes plásticas" en el Ateneo de Caracas con La hamaca (El Universal, 20 de agosto de 1933) e inicia una serie de autorretratos. En octubre de 1934, por mediación de Luisa Phelps, a quien había retratado en un guache sobre papel (colección sucesión Luisa Phelps de Cot), se organiza una exposición individual de 32 cuadros y 10 guaches en la Galería Katia Granoff de París y, en diciembre, Boulton organiza una muestra de 33 temples y carboncillos en el Ateneo de Caracas, valorados entre cien y doscientos bolívares. En el catálogo se encontraban La lectora y En el pozo. En esa época Reverón dibujaba sus guaches con cepillos empapados de pigmento, acentuaba los blancos y luego comenzaba a colorear. Desde mediados de los años treinta trabaja obras al temple sobre papel con un fuerte carácter expresionista, como Pareja de la fiesta de la Cruz de Mayo, también conocida como Cruz de Mayo (colección GAN), de 1934. También en este año participa en la "Exposición de artes plásticas" del Ateneo de Caracas con dos desnudos realizados en carboncillo (Élite, 8 de agosto de 1934). Hacia ese año, Édgar Anzola inicia una película sobre el pintor. Posiblemente la atracción pública hace que el pintor agudice el ambiente teatral de su taller. Empiezan a dominar en su obra los tonos sepias tanto en los pigmentos como en los soportes. Reverón regresa al óleo y la tela, aprovechando los parches e irregularidades del coleto y las telas bastas. En 1937 obtiene una medalla en la "Exposición internacional" de París. Ese año pinta varios paisajes de El Playón.

En febrero de 1938 abre sus puertas el nuevo MBA, que incluye en la exposición inaugural un desnudo de Reverón (hoy Maja, colección GAN). Asimismo es incluido en el envío venezolano organizado por el MBA al centenario de la fundación de Bogotá. En un artículo de prensa, Guillermo Meneses comenta que "Reverón vende, a Reverón se le discute. Reverón es buscado en su retiro de El Playón, por personas de toda índole, desde los más altos especímenes de nuestra aristocracia, hasta los más bohemios artistas" (Élite, 9 de julio de 1938). En este año se ha datado su Amanecer en el pozo Ramiro. En 1939 concluye La maja criolla (colección Inversiones Juan Pedro López), y participa con desnudos de gran formato en la Feria Mundial de Nueva York. Mariano Picón Salas publica ese año en la Revista Nacional de Cultura el primer estudio monográfico sobre su obra. En 1940 se inaugura el I Salón Oficial, donde Reverón obtiene uno de los dos premios de pintura con Desnudos, hoy Dos figuras o Dos indias (colección MACCSI). Ese año continúa algunos de sus paisajes, como Playa, llamado después Paisaje blanco (colección Juan Liscano), donde apenas una aguada blanca y trazos sepias resuelven todo el cuadro sobre una tela apenas tocada, y empieza a explorar una nueva temática: la del puerto de La Guaira con sus grúas y talleres. Durante el comienzo de la década de 1940 trabaja con tinta, pastel y carboncillos. En 1941 una muestra de sus obras es enviada a una exposición colectiva realizada en conmemoración al IV centenario de la fundación de Santiago de Chile, donde recibe medalla de plata y diploma. Motivos del litoral de La Guaira son incluidos en el II Salón Oficial (1941), y al III Salón Oficial (1942) envía Barco velero, Almacén del puerto, Cabotaje, La grúa y Casa al pie del cerro. Ese año once obras de Reverón, fechadas entre 1915 y 1942, son incluidas en la "Exposición del paisaje venezolano" (MBA). En 1943 fallece la madre del pintor; ese año envía al IV Salón Oficial las obras Urea (Tierra quemada), Muelle del pescado y Calle del servicio portuario, y firma Corporación del puerto de La Guaira (colección Clementina V. de Herrera). En 1944 participa en el V Salón Oficial con El Playón (Macuto) y Punta Brava (Macuto) y al año siguiente envía a esa muestra desnudos y paisajes: Uveros de playa, Playa con árboles, Contraluz y Desnudos (Composición).

En 1944 sufre una crisis nerviosa, y el 17 de marzo de 1945 es hospitalizado en el Sanatorio San Jorge del doctor J.A. Báez Finol aunque en junio regresa a Macuto. En 1946 participa en el VII Salón Oficial con Alicia, Cocoteros, El puerto y La entrada al muelle. En 1947 envía, para la sección de pintura del VIII Salón Oficial, Taller de mecánicos y, para la de dibujo, Tres mujeres y La dama del abanico. De ese año es probablemente su Desnudo —acostado— (colección GAN), realizado con tizas, pasteles y carboncillo sobre cartón. A partir de este año la figura ocupa un lugar preponderante en la temática de Reverón y dentro de ella aparecen con insistencia sus maniquíes o muñecas. Entre 1948 y 1949 realiza su serie de autorretratos más conocida, en la cual se pintó primero solo y sin barba y luego barbado y acompañado de sus célebres muñecas. Para esa serie Reverón usó como soporte papeles o cartón piedra y para su ejecución trazos cortos e intermitentes con carboncillo, tizas y pasteles. Entre ellos se encuentra su Autorretrato con pumpá (colección GAN). En el IX Salón Oficial (1948) participa con La mujer del cacique, Mi teatro (autorretrato), Velorio de cruz y Desnudo —con frutas y flores— (Premio John Boulton, colección GAN). En esa ocasión la Revista Nacional de Cultura celebró la composición del Velorio de cruz, su ejecución precisa y la abolición del detalle para concluir que "Reverón sigue siendo fundamentalmente un dibujante de extraordinaria capacidad" (66; p. 202). En febrero de 1949 es incluido en dos muestras abiertas en el MBA, en homenaje a la toma de posesión del presidente Rómulo Gallegos, la "Exposición panamericana de pintura moderna" organizada por José Gómez Sicre, con Desnudo y Velorio de Cruz, y en "Tres siglos de pintura venezolana", con Desnudos, Las tres Gracias y El taller. En marzo expone 25 obras de diferentes épocas en el Taller Libre de Arte (Caracas) en una muestra organizada por Alejandro Otero; entre las obras expuestas se encontraban un Paisaje de 1927, obras del período blanco, de la etapa del puerto y La maja criolla. En la inauguración, Juan Liscano señalaba que Reverón perpetuaba en su pintura los antiguos ritos solares de nuestros aborígenes. En julio, Victoriano de los Ríos inicia su serie de fotografías sobre Reverón que son expuestas en octubre en el CVA, y ese mismo mes el artista participa con un retrato y un estudio en el I Salón Planchart. En 1950 Reverón trabaja la temática de bailarinas y contrae matrimonio con Juanita Ríos. Al año siguiente, entre noviembre y diciembre, se organiza la primera retrospectiva del artista en el CVA, donde se incluyeron 55 obras de todos los períodos presentadas por Planchart y Gastón Diehl. Participa en la sección de dibujo del XII Salón Oficial, con Desnudo, La lección de canto y Cabeza (llamado Autorretrato, colección Beatriz Sogbi); este último recibe el Premio Antonio Esteban Frías. Entre 1951 y 1952, Margot Benacerraf realiza su película Reverón, exhibida en el Festival de Cannes al año siguiente. En 1952 un dibujo de Reverón, Plaza Bolívar, es incluido en la exposición "Paisaje de Caracas" en el MBA. En marzo de 1953 el artista recibe los más grandes reconocimientos en el XIV Salón Oficial: el Premio Nacional de Pintura "como homenaje a su laboriosidad y a la obra realizada durante su carrera artística"; el Premio Federico Brandt, y el Premio John Boulton, por el conjunto de obras. En esa ocasión había enviado carboncillos: una Virgen (mencionada para el Premio John Boulton) y Autorretrato con figuras, además del Desnudo —acostado—, fuera de catálogo. El 24 de octubre es recluido en la clínica del doctor Báez Finol; no obstante, durante 1954, visita el XV Salón Oficial, prepara una muestra retrospectiva en el MBA y Graziano Gasparini incluye 14 obras suyas en el envío venezolano a la XXVII Bienal de Venecia. El 18 de septiembre sufre una crisis de hipertensión y fallece a los 65 años.

En 1955 se lleva a cabo la exposición retrospectiva en el MBA con 399 obras bajo la curaduría de Alfredo Boulton. En su presentación ("Armando Reverón o la voluptuosidad de la pintura"), Boulton clasificó su obra en tres etapas cromáticas características: período azul (1918-1924), que incluye paisajes y figuras de un ambiente onírico; período blanco (1924-1934), cuando el artista redujo su paleta al uso predominante del color blanco, y período sepia (1935-1954), donde privilegió el uso de los tierras y la ejecución en grandes formatos. Aún hoy la periodización de Boulton es fundamental para comprender la obra de Reverón en conjunto aunque los lapsos temporales que ocupan los períodos han mostrado no ser siempre exactos. Este hecho llevó al mismo Boulton a desatender las fechas de inscripción de muchas obras para ubicarlas en un período específico. Juan Calzadilla agregó a esta periodización otros dos períodos, uno llamado de las majas, ubicado entre el período blanco y el sepia, en donde el pintor abordó esta temática, y un último período que designa como "expresionista", comprendido entre 1945 y 1953, caracterizado por una tendencia a la gestualidad, la presencia preponderante del dibujo y la presencia de figuras aisladas o en escenas. Calzadilla agregó, además, un "período de las naturalezas muertas", obras realizadas durante y recién concluida su escolaridad académica. Estos períodos fundamentados en cuestiones o asuntos temáticos no han contado con el mayor respaldo de la crítica. El hecho de que Reverón fechara con poca frecuencia sus obras o que, en ocasiones, lo hiciera cuando éstas salían del taller, y su extrema libertad para retomar en distintas épocas procedimientos desarrollados con anterioridad, no permiten ubicar con facilidad obras que los críticos datan a veces con diferencia de años.

En 1956 el Instituto de Arte Contemporáneo de Boston (Massachusetts, Estados Unidos) inaugura una muestra de Reverón, que se exhibe posteriormente en el Museo Nacional de Bellas Artes de Houston (Texas, Estados Unidos), el Isaac Delgado Museum of Art de Nueva Orleans, el Museo de Arte de San Francisco (California, Estados Unidos), la Corcoran Gallery of Art de Washington y en la Knoedler Gallery de Nueva York. En homenaje al pintor, el XVIII Salón Oficial expone 13 obras suyas (1957). En 1961 se organizan muestras en el Ateneo de Valencia (Edo. Carabobo) y en el Instituto Venezolano Italiano de Cultura en Caracas; es incluido en la colectiva "Pintura venezolana 1661-1961", que organiza el MBA, donde se reúnen 25 obras de todos los períodos, y en 1963, en el Concejo Municipal del Distrito Federal (Caracas) se exhiben por primera vez las muñecas, esqueletos y objetos de taller hechos por Reverón. En 1965, La hamaca es incluida en la exposición "The Emergent Decade" organizada por el Museo Guggenheim (Nueva York) y, en 1966, aparece el primer libro monográfico dedicado al artista, La obra de Armando Reverón, de Alfredo Boulton. En 1972 fallece Juanita Ríos y en 1974 es inaugurado El Castillete, convertido en museo. En 1977, el MACC inaugura la retrospectiva "La luz en la obra de Armando Reverón"; en 1978 son enviadas a la XV Bienal de São Paulo obras y objetos de Reverón, y, en 1979, el MACC organiza "Obras maestras de Reverón" y "Armando Reverón en fotografías". Entre 1987 y 1988 una selección de sus obras es expuesta en el Museo de Arte Contemporáneo Rufino Tamayo (Oaxaca de Juárez, México) y en el Museo de Monterrey (México). En 1992, la GAN, en colaboración con el Museo Armando Reverón (Macuto, Edo. Vargas), organiza la muestra antológica "Armando Reverón (1889-1954)" expuesta en el Museo Reina Sofía y en 1996 se organiza la exposición itinerante "Armando Reverón: luz y cálida sombra del Caribe" que viaja desde julio de 1996 hasta agosto de 1997 por museos de Colombia, República Dominicana, Puerto Rico, Costa Rica y Venezuela. En 2000 se fundó la asociación civil Proyecto Armando Reverón (PAR).

En 1979, Miguel Arroyo estudió meticulosamente los procedimientos técnicos del artista, soportes, imprimaturas y bases, concluyendo que Reverón poseía un elevado rigor técnico tanto en la selección como en el uso de los materiales y procedimientos creativos; subrayó su "aversión al brillo", la predilección por los soportes de mucho poro y de trama visible y el uso de herramientas punzantes para producir raspaduras, "el amor por las superficies intocadas" y el empleo de muchas densidades de color (Arroyo, 1989). Ya en 1920 Fernando Paz Castillo señalaba con agudeza que Reverón hacía impresiones pictóricas y no literarias, que sus pinturas carecían por completo de asunto. En una época tan temprana ya se escribía que había alcanzado una de las tendencias más hondas del arte moderno: dar la impresión de una cosa sin describirla. Al margen de las innovaciones de la vanguardia y las modas del arte internacional, Reverón consiguió establecer, durante la primera mitad de este siglo, un estilo personal y único. Aunque los orígenes de su arte pueden reconocerse en aquellas tendencias que aparecieron después del impresionismo y antes de la abstracción, no desatendió ni los experimentos formales ni los refinamientos de estilo: estudió profundamente los soportes en busca de texturas y acabados; mezcló técnicas —en contra de todo formalismo— para conseguir efectos específicos, y recurrió a un número limitado de géneros y temas para desarrollar, a partir de ellos, una iconografía en la cual el gesto, la materia y los procedimientos de la pintura toman un lugar preponderante. Reverón no sólo indagó en los secretos de la luz sino en los de la misma pintura. La permanencia de Reverón en Barcelona y Madrid entre 1911 y 1915, influyó notablemente en su pintura. Las obras de este período poseen acabados académicos impecables y un uso ortodoxo de los materiales. A partir de 1921, y siguiendo los nuevos conocimientos que le habían aportado los procedimientos y técnicas posimpresionistas, comienza a realizar obras atmosféricas con empastes densos, atendiendo a la pincelada y a un estudio más decidido del color. Después de mediados de los años veinte, consiguió una forma personal de traducir el paisaje en gestos pictóricos, apelando para ello a la síntesis, al ahorro de materiales y a los trazos esenciales. Las obras de este período están elaboradas con una gran minuciosidad y con pinceladas cortas y sumamente establecidas; uno de sus mayores logros fue crear volúmenes a través de un vaciamiento, esto es, pintando los contornos y dejando la tela sin tocar en las formas. El estilo personal de Reverón estará regido en adelante por el empleo del soporte como color y textura; la tendencia a evitar el uso de aceite; la construcción del volumen por sombras muy veladas y luminosas; la fidelidad en la pincelada —que lo llevará con el tiempo a una gestualidad impulsiva— y, finalmente, su preocupación por la luz que modifica el color y la percepción.

Reverón trató el tema del paisaje local de manera no idealizada ni académica: trabajó al aire libre, experimentando con materiales, soportes y acabados pictóricos. Su pintura se despojó gradualmente del color hasta usar casi exclusivamente el blanco, que aplicó con una sorprendente variedad de densidades —desde las aguadas más delicadas hasta las pinceladas y toques de color más empastados—. Trabajó con ahínco —y en serie— lugares específicos de la costa y vistas de su Rancho, que fue un tema pictórico recurrente; no sólo lo pintó como parte del paisaje sino en insuperables interiores abiertos en los que la geometría y detalles mínimos apenas sí sostienen los remanentes de la realidad. Desde sus inicios trabajó la temática de las Venus yacentes, en una época en la que el género no era común en la pintura venezolana, y después de 1932 se volvió a interesar en la figura humana, que comienza a ocupar un primer plano temático y compositivo. Durante esta época realizó en óleo escenas "blancas" con formas sintetizadas al punto de parecer figuras primitivas; desarrolló una técnica de ejecución de contornos a partir de raspaduras, bien para enriquecer los acabados, bien como elementos plásticos para lograr sombras o definir contornos. Asimismo empieza a utilizar guache y pigmentos diluibles al agua, con los que consigue gran gestualidad y fuerza caligráfica. Pero aun dentro de esa gestualidad, Reverón siguió haciendo del soporte un elemento esencial para su figuración y utilizó, por igual, bases blancas o linos y arpilleras sin preparar o con un cubrimiento muy leve. En algunas obras de esta época ya desarrolló su principio de la pincelada blanca sobre fondos ocres. Reverón se apartó notablemente de la anécdota e incluso la representación figurativa para preocuparse por los efectos plásticos y los refinamientos del acabado; a pesar de esto creó obras relacionadas con mitos indígenas y escenas locales. A finales de los años treinta, realiza una serie de telas de gran formato que en ocasiones llegaron a los dos metros y medio de largo. Reverón resuelve espacios y figuras con una gran economía pictórica; las pinceladas más que crear, sugieren fragmentos de la realidad. A medida que sus composiciones se hacían más complejas, empieza a usar maniquíes, sus célebres muñecas, que colocaba en un principio en los planos secundarios para completar una composición y que en décadas posteriores adquieren un lugar protagónico. Reverón no distinguió entre técnicas mayores y menores. Desde 1932 hasta su muerte, alternó sus trabajos en óleo con otros realizados en guache, tizas de color y carboncillo y, más aún, los usó a la vez en una misma obra. En sus guaches la factura mantiene su carácter expresivo y gestual pero con una intención más realista y menos atmosférica. Tanto la tiza como el guache lo inclinaron al retrato y a una mayor definición de las figuras. Incluso en estas obras el color ocupa un papel más preponderante. A mediados de la década de 1940, Reverón realizó una serie muy significativa de obras con carboncillo en donde demostró su enorme claridad compositiva y madurez artística. Durante su último año de vida, internado en el Sanatorio San Jorge, realizó carboncillos y pasteles de los enfermos mentales. Después de 1940, Reverón inicia su serie de obras del puerto de La Guaira, cerca de Macuto, donde registró la actividad portuaria, escenas bulliciosas y llenas de vitalidad. A bordo de una gabarra, se internó con frecuencia en el mar para ejecutar composiciones que desde el siglo pasado —cuando los artistas viajeros trabajaron con frecuencia la llegada a tierra firme— no aparecían en la pintura venezolana.

Reverón se sobrepuso a los acabados pictóricos tradicionales para realizar obras bosquejadas y "sin acabar". En su etapa de madurez, las formas estaban apenas sugeridas por pocas líneas y aguadas. Este carácter de bosquejo, de ejecución rápida con mínimos elementos, de reservar zonas enteras del plano pictórico, le concede a su obra una de sus más preciadas características. La escogencia y uso de materiales es también de gran relevancia. Desde sus primeras obras tuvo gran predilección por las telas bastas y de trama gruesa; al principio las sellaba aunque, para crear texturas aprovechaba el grano que permanecía tras la imprimatura. Posteriormente dejó de hacerlo, a la vez que se eximió de usar el aceite; a lo sumo cubría la tela virgen con una aguada y los distintos tejidos —que usó en gran variedad— le permitieron crear texturas específicas que en ocasiones agudizaba rehaciendo los nudos de las tramas. Asimismo, los colores de los soportes sin preparar fueron un elemento pictórico más que supo variar desde las telas blancas hasta las más crudas. Los cronistas de la época señalaron desde muy temprano que estos soportes tendían a oscurecerse, un proceso que ha aumentado los contrastes de color pero que también le ha dado a estas obras una pátina inconfundible. Este mismo rigor y variedad fue aplicado también en la escogencia de los papeles y cartones, privilegiando los de poca absorción, color amarillento y sin textura, para permitir que el guache corriera libremente sobre la superficie aunque no desechó superficies satinadas o verjuradas. Las características propias del soporte fueron aprovechadas con diferentes tipos de pigmentos: óleos casi secos que eran aplicados como creyones para producir trazados texturados; frotados, que en ocasión hacían salir el grano de la tela, y aguadas a partir de pigmentos diluibles al agua. El uso de los pigmentos tampoco era ortodoxo, ya que Reverón estuvo siempre inclinado a mezclar pigmentos de distintas naturalezas, hacer retoques con guache y resaltar detalles con carboncillo. En los guaches, donde los trazos tuvieron tanta importancia, el pintor usó una gran variedad de pinceles e incluso palillos de madera entorchados en sus extremos con trapo o cabuya. La aplicación del color, por otra parte, merece una atención especial, ya que incluso en sus pinturas blancas, este no desaparece del todo; de hecho, a veces aparece en el fondo, a manera de ligeros trazos de verde esmeralda, color que el pintor jamás abandonó. En obras del llamado período sepia, también se aprecian con frecuencia toques de color, aplicados con frotado, aguadas o con pinceladas diluidas. En otras ocasiones, el pintor aplicó el óleo, sugiriendo con pocos trazos, un ambiente o una figura.

Así como los impresionistas se interesaron por el bullicio de las ciudades, Reverón produjo algunas de sus mejores obras reproduciendo fiestas religiosas y procesiones en las que exploró refinados efectos pictóricos. Asimismo trabajó escenas interiores que registraban la vida cotidiana, o composiciones que construían un mundo cerrado, autónomo, que a veces hace referencia a escenas clásicas. Estas últimas son de gran interés porque objetos y personajes están distribuidos como en un escenario, especie de teatro de operaciones de la imaginación. En sus últimos años pintó nacimientos, bautismos e inmaculadas. Asimismo, tuvo interés por retomar los temas indígenas, en su serie de las hijas del sol, así como en algunas composiciones de los años cuarenta que rememoran algunas mitologías locales. Reverón practicó con constancia el género del retrato. En su casa-taller fue asiduamente por miembros de la clase adinerada y de la intelectualidad venezolana que fueron a posar para él. A pesar de esto, sus retratos se aferran a la expresión del artista sin obviar la percepción aguda de la personalidad de los retratados. Algunos autores han subrayado sus obsesiones eróticas y su apego obsesivo a la figura femenina pero, en realidad, en su obra, el cuerpo de la mujer fue tomado como un campo de estudio de las formas y los gestos pictóricos. En sus desnudos iniciales el pintor usó a Juanita como única modelo, sin embargo, después de los años treinta empieza a trabajar también con modelos más jóvenes, cuyos nombres han perdurado: la ucraniana Mara en la serie de guaches de 1934; Otilia y Mercedes, en la serie de hijas del sol y majas. Como ningún otro pintor venezolano, profundizó en el género y trabajó la temática de los desnudos en grupo con dos, tres y hasta cinco figuras. Posteriormente, en los años cuarenta, realizó desnudos con nuevas modelos, aunque ya desde 1939 aparecen las muñecas en sus composiciones. Es interesante constatar los cambios estilísticos de Reverón a partir de su acercamiento a la figura humana: desde las figuras masivas de su primer período hasta las formas casi inasibles, apenas sugeridas de su etapa de madurez. Sus desnudos finales, tomados a partir de sus muñecas, evocan algunas de las terribles imágenes del expresionismo.

Obras

Fotografías de Boulton, Alfredo

Retratos de Armando Reverón

Serie sobre Armando Reverón en el Castillete

Secuencia fotográfica Reverón pintando

Fotografías de Ríos,_Victoriano_de_los

Brito, Luis: De la Serie Están Allí, Muñecas de Reverón

Objetos

Pinturas

Período Azul 1918-1924

Videos Documentales

Parte I

Parte II

Películas

Anzola, Edgar

Fragmento

  • 1932

Película completa

  • 1934

Benacerraf, Margot

Fragmento

  • 1952

Risquez, Diego

Película completa

  • 2011

Exposiciones individuales

  • 1934 Galería Katia Granoff, París / Ateneo de Caracas
  • 1949 Taller Libre de Arte, Caracas
  • 1951 CVA

Exposiciones póstumas

  • 1955 "Exposición retrospectiva de Armando Reverón", MBA
  • 1961 Instituto Venezolano Italiano de Cultura, Caracas / Ateneo de Valencia, Edo. Carabobo
  • 1963 "El taller de Reverón", Concejo Municipal del Distrito Federal, Caracas
  • 1964 "Reverón en las colecciones médicas del Distrito Federal", Colegio de Médicos del Distrito Federal, Caracas / "Armando Reverón. Pequeños dibujos", Sociedad Maraury, Caracas
  • 1968 Galería Marcos Castillo, Caracas
  • 1969 Galería Li, Caracas
  • 1977 MACC
  • 1979 "Obras maestras de Armando Reverón", MACC / "Homenaje a Armando Reverón en el XXV aniversario de su muerte", Galería La Pirámide, Caracas
  • 1981 "Armando Reverón: colección María José Báez Loreto", GAN
  • 1992 Museo Reina Sofía
  • 1996 "Armando Reverón. Luz y cálida sombra del Caribe" (exposición itinerante), Museo Nacional de Colombia, Bogotá; Museo de Arte Moderno, Santo Domingo; Museo de Arte Costarricense, San José; Museo de las Américas, San Juan de Puerto Rico, y Maczul
  • 2001 "Armando Reverón. El lugar de los objetos", GAN
  • 2007 Exhibition. Museum of Modern Art, New York, USA

Premios

  • 1911 Premio sobresaliente, Academia de Bellas Artes
  • 1913 Premio de dibujo del antiguo y ropajes, Academia de San Fernando
  • 1939 Medalla, "Exposición internacional", París
  • 1940 Premio de pintura, I Salón Oficial
  • 1941 Medalla de plata y diploma, "Cuarto centenario de la ciudad de Santiago de Chile", Santiago de Chile
  • 1948 Premio John Boulton, IX Salón Oficial
  • 1951 Premio Antonio Esteban Frías, XII Salón Oficial
  • 1953 Premio Nacional de Pintura, XIV Salón Oficial / Premio Federico Brandt, XIV Salón Oficial / Premio John Boulton, XIV Salón Oficial

Colecciones

Banco de la República, Bogotá / BCV / Casa del Ingeniero, Buenos Aires / Colección Cisneros, Caracas / Fundación Polar, Caracas / GAN / Gobernación del Distrito Federal, Caracas / MACCSI / Mamja / MAO / MOMA / Museo Armando Reverón, Macuto, Edo. Vargas / Museo Caracas, Palacio Municipal, Caracas / Museo de Anzoátegui, Barcelona, Edo. Anzoátegui / Museo de El Palmar, Coro / Museo Nacional de Colombia, Bogotá

Fuentes

  • Armando Reverón: diez ensayos. Caracas: Concejo Municipal del Distrito Federal, 1975.
  • Arroyo, Miguel. "El puro mirar de Reverón". En: Arte, educación y museología. Estudios y polémicas 1948-1988. Caracas: Academia Nacional de la Historia, 1989.
  • Balza, José. Análogo, simultáneo. Caracas: GAN, 1983.
  • Boulton, Alfredo. La obra de Armando Reverón. Caracas: Fundación Neumann, 1966.
  • Boulton, Alfredo. Mirar a Reverón. Milán: Macanao, 1990.
  • Calzadilla, Juan. Armando Reverón. Caracas: Corpoven, 1979.
  • Calzadilla, Juan. Espacio y tiempo del dibujo en Venezuela. Caracas: Maraven, 1981.
  • Cinap, R 17.
  • Exposición retrospectiva de Armando Reverón (catálogo de exposición). Caracas: MBA, 1955.
  • Pérez Oramas, Luis. Armando Reverón: de los prodigios de la luz a los trabajos del arte. Caracas: MACC, 1989.
  • Picón Salas, Mariano. Las formas y las visiones. Caracas: GAN, 1985. Primera edición en 1954.
  • Planchart, Enrique. La pintura en Venezuela. Buenos Aires: Imprenta López, 1956. Segunda edición en Caracas: Editorial Equinoccio, 1979.
  • Reverón (catálogo de exposición). Madrid: Museo Reina Sofía, 1992.
  • Reverón: 18 testimonios. Caracas: Lagoven, 1979.
  • Traba, Marta. Historia abierta del arte colombiano. Cali: Museo de Arte Moderno La Tertulia, 1974.

Créditos

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