Montero Castro, Roberto

Roberto Montero Castro
Nombre completo	Roberto Montero Castro
Nacimiento	San José, Costa Rica 27/01/1946
Fallecimiento	Caracas, 25/08/1999
Nacionalidad
Área	Escritor, periodista, crítico de arte y museólogo.
Firma

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9.9, -83.75 ~ San José, Costa Rica. Lugar de nacimiento; 10.488, -66.879 ~ Caracas - Venezuela. Lugar de fallecimiento;

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Biografía

Por Maldonado Bourgoin, Carlos

Llega a Venezuela muy joven. Fue egresado de la Escuela de Filosofía y Letras de la Facultad de Humanidades de la Universidad Central de Venezuela. Ejerció el periodismo cultural y la crítica de arte en las páginas de El Universal, y colaboró en diferentes medios impresos en Venezuela y en el exterior. Fue curador de distintas exposiciones y salones, como el Premio Ernesto Avellán, que estimuló nuevos esquemas para la llamada generación de relevo de artistas nacidos entre finales del cuarenta y mediados del cincuenta.

Escribe Montero Castro: “Alguna vez habrá que analizar la compleja dialéctica de este proceso, en el que varios de los artistas de la generación de los cincuenta lideraron a la generación de relevo, a la vez que ésta reaccionaba contra aquella y sus estructuras.”(Catálogo Salón/IV Premio Ernesto Avellán/ Bienal, Museo de Arte Contemporáneo, 1979, p. s/n.).

Miembro de la Asociación Internacional de Críticos de Arte (Capítulo Venezolano). Aparece en la lista de la asociación entre sus Miembros Eméritos fallecidos.

Fue sub-director y asesor del Museo de Bellas Artes de Caracas (1980-1984). Le correspondió el privilegio ser portavoz de la Carta de Manhattan, escrita por el doctor Carlos Silva, entonces director del MBA, que abrió la posibilidad para que esta institución pudiera ocuparse del estudio, difusión y promoción del arte venezolano en el exterior, limitación surgida a raíz de la división MBA-GAN en años anteriores.

Fue comisario de Venezuela en la XVII Bienal de Sao Paulo, Brasil, 1983. Asesor artístico del CONAC y el Museo de Arte Costarricense (San José, Costa Rica, 1986). Asesor artístico del Banco Central de Venezuela (1991-1994), curador del Salón de Escultura y el Salón de Pintura del 50º Aniversario del mismo BCV (1990). Director principal de la Fundación Museo Arturo Michelena (1992-1994) y miembro del Comité de Adquisiciones de Obras Artísticas de la Fundación Galería de Arte Nacional (1990-1993). Asesor del Museo de Arte Costarricense (San José Costa Rica, 1986). Fue condecorado dos veces por el gobierno de Venezuela.

Obra

Es autor de innumerables publicaciones sobre arte, entre las que se cuentan El quinto viaje, monografía en el catálogo de Venezuela, Pabellón de las Artes, Sevilla 1992, publicado por la GAN; y, Julio Pacheco Rivas: Memoria de espejos, Fundación Banco Mercantil, 1989, monografía bilingüe traducida por Jaime Tello. En esta obra Montero Castro establece un aporte a la crítica proponiendo que los «símbolos precarios» del arte de Pacheco Rivas sean vistos en un «modelo imaginario»: “Las representaciones que están en esas superficies pintadas necesitan que una mirada las active”. (Ob. Cit. p. 21).

Da los primeros pasos junto al doctor Eddie Reyes para que la gerencia de organismo emisor se interese, apruebe y edite el catálogo-libro Colección de Arte 1940-1996, Banco Central de Venezuela, Editorial Exlibris, Caracas, 1997, el mejor libro de arte producido en esa época. Fue co-autor de este catálogo-libro junto con Juan Calzadilla, Perán Erminy y Carlos Maldonado-Bourgoin, allí Montero Castro —como conocedor de los orígenes y formación de esta colección— hace el texto introductorio y comenta algunas de sus obras. Fue condecorado dos veces por el gobierno de Venezuela. Muere trágicamente.

Portada y páginas de libros

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Roberto Montero Castro "in memorian"

El eco de sus carcajadas aún da tumbos en mi memoria . Lo conocí una tarde en La Vesuviana de Sabana Grande, como era de rigor, gracias a los buenos oficios de José Campos Biscardi. Corrían los tempranos setentas y Roberto Montero Castro era ya el gran vencedor de la batalla de la Nueva Figuración sobre la acorazada armada de la academia cinética. Para el provinciano joven pintor que yo era, la ocasión lucia galas de acontecimiento; transido de veneración y respeto, sentía acceder al mito. Pero ese mito de ciento veinte kilos y voz de trueno, maestro de la joda, no estaba para esas vainas. Mi fantasía parnasiana acaso superaría la primera cerveza, pues a la segunda ya eramos panas.

Y es que en los setentas la clave, la verdad, eran los panas; religión de ritos mínimos y credo flexible sin necesidad de acartonados manifiestos. Era esa solidaridad sin espavientos,esa franca amistad,la que Roberto practicaba en su relación con los artistas, haciendo natural y privilegiando su contacto con la obra en el taller, más que con la enmarcada, aseptizada obra expuesta. Era ese estar al lado de la cocina, en la fragua de la alquimia compartiendo procesos y resultados que su memoria enorme e infalible fotografiaba meticulosamente, la base de sustentación de su trabajo crítico. Así como también, cierto estudiado recurso a la confrontación mayeútica para hacer surgir zonas ocultas, tierras incógnitas.

Tal vez el mas logrado escenario de su método lo constituyó su temporada en “Villa Nieves” ,especie de comuna artística armada por Campos Biscardi en la casa que le cediera Tomás Avellán. Allí Roberto organizó encuentros con artistas de diferentes tendencias . Se hacia un montaje de obras y se propiciaban discusiones. Memorable su ciclo de conferencias sobre arte latinoamericano ,sobre todo aquella que tituló “El Hambre de los Artistas en el Tercer Mundo”, en la que ironizaba sobre nuestras miserias cotidianas .

En general, la intervención del crítico de arte se limita a señalar, respaldar o cuestionar la obra desde el texto, especie de frontera que separa espacios independientes. Su participación constata resultados o evalúa los procesos y marcos de referencia que los hacen posibles. A diferencia de este, el curador “arma” de cierta manera un objeto estético, acompaña los procesos cuidando su desenvolvimiento. Tiene una visión previa, inductiva, y por lo tanto (como el artista) trabaja un discurso alrededor de lo que se quiere mostrar. En este sentido podría considerarse a Montero Castro como el precursor (en su aspecto mas puro) de la figura del curador de arte en Venezuela tal como hoy se entiende. En el año de 1975 le fue confiada la tercera edición del Premio Avellan en el Ateneo de Caracas. Fue una gran misa del verdadero desenfado y la provocación, de la participación efectiva del público, en la que Montero Castro manejó esencialmente tres temas : Vida, Desencanto y Muerte. La Vida a través de las obras de Samuel Baroni (instalación participativa) y Jose José Campos Biscardi(instalación -performance). El Desencanto , a través de la obra de Victor Hugo Irazabal (instalación) y Muerte, en las obras de Salvador Martínez (“Ultima Cena”, especie de “cuadro vivo”,gran fresco de una celebración iconoclasta) y Rolando Peña, en su inolvidable entierro del Príncipe Negro, con ataúdes auténticos cortesía de Elias Vallés, en uno de los cuales Roberto se ufanaba haber dormido la víspera de la inauguración. Ese dia, ese domingo de gran fiesta del arte, Montero Castro recibió al público enfundado en un traje de karateca, en una sublime burla de su propio rol de critico de arte, declarando tras un encendido discurso-performance la muerte de tal actividad.

La escritura de Roberto Montero es amena y profunda. Solemne y barroca , pero envuelta en un humor que propicia diferentes niveles de abordaje. Llena de guiños para los amigos en la presencia de claves que solíamos encontrar en los tópicos mas disímiles, siempre deliciosas claves, por el manejo de una cultura inmensa que su asombrosa memoria hacia rendir con la mayor eficiencia y puntualidad. Amaba a Jorge Luis Borges sobre todas las cosas, nunca citó su santo nombre en vano. Pero se vino a morir en el dia de los cien años de su nacimiento. Tal vez un homenaje o fué acaso el azar de los númenes que rigen el universo; nunca lo sabremos.

Por Pacheco Rivas, Julio. Caracas, 1998.

Bibliografía

• Conversaciones con varias personas.
• Catálogo Salón/IV Premio Ernesto Avellán/ Bienal, Museo de Arte Contemporáneo, 1979.
• Julio Pacheco Rivas: Memoria de espejos, Fundación Banco Mercantil, Cromotip. Caracas 1989.
• “El quinto viaje”, monografía en el Catálogo de Venezuela, Pabellón de las Artes, Sevilla, 1992.
• Colección de Arte 1940-1996, Banco Central de Venezuela, Editorial Exlibris, Caracas, 1997.

Fuentes digitales

Sólo con Sofía con Montero Castro, Roberto, crítico de arte; (Venevisión) Mostrar el registro completo del ítem Título: Sólo con Sofía con Montero Castro, Roberto, crítico de arte; (Venevisión) URI: http://saber.ucab.edu.ve/handle/123456789/36149 Fecha: 1977-07-28 Canal de TV: Venevisión Entrevistado: Montero Castro, Roberto, crítico de arte Entrevistador: Ímber, Sofía Programa: Sólo con Sofía

Registro ICAA 1159594 AUTOR Montero Castro, Roberto TÍTULO Gego o la provocación para un mundo nuevo / Roberto Montero Castro IN El Universal (Caracas, Venezuela), Sept. 18, 1977. DESCRIPCIÓN p. 17 : ill. IDIOMAS Español TIPO Y GÉNERO Artículo de prensa – Reseñas CITA BIBLIOGRAFICA Montero Castro, Roberto. “Gego o la provocación para un mundo nuevo.” El Universal (Caracas, Venezuela), September 18, 1977, 17.

Fuentes documentales y críticas de las artes plásticas

https://books.google.co.ve/books?isbn=9800017399. 2001 - ‎Art criticism. 1976 - Nacimiento de un mercado para el arte, por Roberto Montero Castro 936 - La caricatura en Venezuela, por Claudio Cedeño 939 - Deterioro del ...

Autor: Montero Castro, Roberto ; Jiménez, Ariel (Secundario) Autor: Salvador, José María (Compilador); Salvestrini, Rita (Compilador) Título: Museo de Arte Contemporáneo de Caracas Cota: 069.09 M972 ISBN: 980-259-133-5 Editorial: Caracas Cuadernos Lagoven , VENEZUELA Fecha: 1986 Colación o páginas: 112 p. : il. ; 22 cm. Tipo de impresión: Impreso

Créditos

• Autor: Maldonado Bourgoin, Carlos
• Pacheco Rivas, Julio

Con la colaboración del

• Dr. Eddie Reyes
• Dra. Bélgica Rodríguez

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