Banquete
Alberto Rivas / William González
Muchos de nosotros hemos celebrado banquetes o nos han invitado a alguno para conmemorar un hecho especial. Ahora bien, gran parte de las personas ignoran el origen del banquete aunque lo celebren a menudo. El banquete siempre ha estado presente en las gráficas de todas las culturas: egipcios, sumerios, griegos, romanos, mayas, etc.
Definamos pues, al banquete como la acción de reunirse un grupo de personas para comer juntas, signo y al propio tiempo causa de unidad entre ellas. Esta razón psicológica, unida a la obvia importancia de la comida para la conservación de la vida, justifica que el banquete ritual se registre en numerosas culturas.
Unas veces se trata de banquete sacrificial (con sumisión de las víctimas ofrendadas a los dioses o de unas partes ofrendadas a las mismas); otras veces, el banquete es funerario, dependiente de las ideas sobre la necesidad de una manutención de ultratumba para los difuntos; finalmente, se han sellado tradicionalmente con banquetes los pactos, alianzas y convenios, las reconciliaciones entre enemigos, etc. Por otra parte, en el mundo actual de los negocios, es muy común la realización de banquetes para cerrar acuerdos.
Se ha podido notar a lo largo de la historia que la esencia mística del banquete ha cambiado muy poco o nada. Hoy en día su carácter ritual se puede observar, por ejemplo, en la costumbre o tradición de la cena que se le rinde al espíritu de la Navidad en algunos sectores de la sociedad, banquete que conlleva un procedimiento donde se conjugan una serie de pasos ya establecidos, que deben ser cumplidos por todos los presentes. También podemos mencionar la reunión de familiares y amigos después de despedir al difunto dejándolo en su última morada – con la misma esencia de los banquetes funerarios antiguos – que se ha convertido en motivo tradicional para todas las culturas.
Además hay que decir que el tema del banquete ha sido relacionado con momentos de locura y desparpajo, donde el consumo de sustancias alucinógenas es el principal motivo de la reunión y sus integrantes están más orientados hacia la brujería, ritos satánicos o cualquier cosa inmoral
Unas de las más famosas representaciones de banquetes de la historia, sin contar las correspondientes a la Santa Cena, de la cual hablaremos a continuación, son El banquete existente en un fragmento de una pintura mural de Tebas, fechado hacia el 1400 a.c. durante el periodo del Imperio Nuevo, y El banquete de boda (1566-1567) de Pieter Brueghel el Viejo, que es un claro ejemplo de la capacidad del artista para la observación de la naturaleza humana, técnica precisa y estilo fluido.
Banquete (detalle), Tebas, Egipto, 1400 a.c.
El banquete de bodas, Pieter Brueghel el Viejo, 1598
La última cena, Leonardo da Vinci , 1495-1497
La Última Cena
La Santa Cena en Jerusalén, que es la última comida que tomó Cristo con sus doce apóstoles, antes de la traición de Judas, se diferencia de todas las demás cenas relatadas en los evangelios, como por ejemplo las Bodas de Caná, la Comida en Casa de Simón o la Cena de Emaús, por su alto significado litúrgico y místico. La Última Cena no es solo una comida de despedida sino la conmemoración de la Pascua Judía y la institución de uno de los principales sacramentos cristianos: La Comunión Eucarística.
Para comprender la iconografía de la Santa Cena, ante todo es necesario advertir que se trata de un tema doble, de dos caras, que presenta dos aspectos muy diferentes. Es un acontecimiento y al mismo tiempo un símbolo: un episodio dramático de la vida de Cristo quien, reunido por última vez con sus discípulos, anuncia la traición de uno de ellos y, además, es la institución de un sacramento.
Los artistas han puesto el acento ya en el anuncio de la traición, ya en la comunión de los apóstoles. De estas dos concepciones, surgieron dos temas iconográficos: uno de la Santa Cena histórica o narrativa; y la otra, la Santa Cena simbólica o sacramental.
Es interesante observar que el arte de Oriente y el de Occidente, bizantino y el católico, han seguido aquí caminos opuestos, y que este cisma iconográfico proyecta una viva luz sobre las tendencias profundas de estas dos mitades del mundo cristiano. Los bizantinos se inclinan preferentemente hacia el tema litúrgico y místico de la comunión de los apóstoles. Por el contrario, el arte de Occidente se esforzará en extraer todo el potencial trágico contenido en el anuncio de la traición, motivo que alcanzará su más perfecta expresión en la Santa Cena de Leonardo de Vinci.
Pero por una curiosa reacción, después del Concilio de Trento, el arte de la contrarreforma se separa de la obra maestra de Leonardo y retorna a la fórmula simbólica de Bizancio; además, se desinteresa de las circunstancias históricas y psicológicas y se preocupa, sobretodo, por la glorificación del sacramento de la Eucaristía, representando la Santa Cena como la primera misa.
Ahora veamos como han concebido los artistas uno de los temas mas conmovedores del arte religioso.
1.- La forma de la mesa y la posición de los comensales:
Antes de la invención de la perspectiva, agrupar sin confusión a trece comensales al rededor de una mesa, constituía una importante dificultad para los imagineros de la Edad Media. Estos intentaron numerosas soluciones: la mesa con forma de sigma o media luna, la mesa redonda y finalmente la mesa rectangular, vista de frente o en bisel.
La mesa con forma de sigma es el antiguo triclinio romano con los comensales acostados en semicírculo. La mesa circular sin duda fue tomada de Oriente por el Rey Arturo y los caballeros de la mesa redonda. En cuanto a la mesa rectangular, aparece en el arte de Occidente a partir del siglo XI, que la adoptó simplemente por que se adecua a nuestras costumbres, tanto litúrgicas como domésticas.
Cada una de estas formas comporta una posición diferente de los comensales. Cuando la mesa tiene forma de media luna o sigma, Jesús ocupa el extremo izquierdo, que era el lugar de honor. Cuando la mesa es redonda, Jesús está en el medio y Judas aislado en primer plano. Por último, cuando la mesa es rectangular, generalmente se sitúa a todos los comensales en ángulo recto, con Cristo en el centro. En la Última Cena de Leonardo da Vinci, los apóstoles están agrupados de tres en tres.
2.- La actitud de los comensales:
En la época románica, los comensales comían acostados sobre camas. Pero en el arte de la Edad Media los apóstoles sentados alrededor de Cristo que los preside. El anuncio de la traición conmueve a los pintores, que se esforzaron por traducir en los gestos del rostro y la mímica las reacciones de cada uno de los apóstoles ante la palabra acusadora; estos juegos fisonómicos que revelan las conciencias conmovidas hasta en su intimidad, otorgan intensa vida a este drama. Entre los apóstoles hay dos que destacan del grupo y están caracterizados claramente: San Juan y Judas.
Juan, el apóstol preferido, apoya la cabeza sobre el pecho de Jesús. Judas, casi siempre está sentado aparte, en primer plano, adelante de los apóstoles. Si está arrodillado es para no tapar a Cristo sentado frente a él. Judas se traiciona a si mismo, se pone en evidencia, llevando -según Mateo- la mano al plato o tragando- de acuerdo con el evangelio de Juan- el bocado acusador que le alcanza Jesús.
Otras veces, Judas oculta atrás de su espalda un pez que se ha interpretado como un símbolo de Cristo al que Judas ahoga de manera traicionera, mientras finge comulgar con él. Además, en el arte de la contrarreforma, Judas suele aparecer acompañado por un perro que a veces roe un hueso bajo la mesa. Quizá el perro, emblema de la fidelidad, esté destinado a resaltar por contraste la falsedad de Judas. Pero tal vez, como en los bestiarios, sea la encarnación del diablo, aliado del traidor.
3.- Figuras Accesorias:
A los doce apóstoles sentados alrededor de Cristo a veces se suman criados y otros elementos. La Santa Cena ha sido representada con demasiada frecuencia en el arte cristiano, especialmente en los refectorios monásticos.
La eucaristía o la comunión de los apóstoles
Desde el punto de vista simbólico, ver en la Santa Cena sólo un episodio de la historia de la vida de Cristo, es rebajar su significado a una especie de anécdota dramática en vísperas de la crucifixión. Para la iglesia lo esencial es la institución del sacramento de la eucaristía, palabra griega que significa literalmente acción de gracias, pero que por metonimia designa a los alimentos de la comunión que los fieles agradecen al Redentor: el pan u hostia, que es el cuerpo de Cristo, y el vino que es su sangre.
En estas pocas líneas se inspira la segunda iconografía de la Santa Cena, concebida simbólicamente como la comunión de los apóstoles, o, en otras palabras, la institución del sacramento de la Eucaristía y del Sacrificio de la misa.
Imágenes
Las bodas de Caná, Paolo Veronese,1563
Cena en Emaús, Caravaggio,1600-01
La última cena, Bernardino Lanino, 1548-1549
La última cena, Salvador Dalí, 1955
La última cena, Pietro Lorenzetti, 1310-1320
Asado en Mendiolaza, Marcos López, 2001
La última Cena, Giotto, 1304-1306
La última cena, Juan de Juanes, tercer cuarto del siglo XVI
La última cena, Altorrelieve, Retablo de la Iglesia Cartuja de Miraflores, Gil de Siloé, 1499
La Última Cena, El Greco, 1568
La última cena, Colección primavera-verano, Marithé et François Girbaud, 2005
Otras representaciones
Bibliografía
CABANNE, Pierre. Diccionario Universal del Arte. Barcelona: Argos Vergara, 1979, Tomo 2.
MÉLIDA, José Ramón. Diccionario de Términos Técnicos en Bellas Artes. México: Fuente Cultural, 1943; 528.
REAU, Louis. Iconografía del Arte Cristiano. Barcelona: Ediciones del Serbal, 1996; Volumen 1, Tomo 2.