Presentación
La Bienal Nacional e Internacional del Pacto Andino viene a significar en el marco de la celebración de los 500 años del Encuentro de Dos Mundos, un acontecimiento que obliga a revisar profundamente nuestras conductas de acercamiento y comunicación en el camino de las bellas artes. En esta ocasión le corresponde al sector cultura, en su capítulo de artes plásticas, dar a conocer los valores creativos en dichas disciplinas.
Los cinco países que componen el Pacto Andino reúnen hoy en este certamen multinacional a algunos de sus artistas con el fin de intercambiar y contrastar ideas y propuestas estéticas, impulsados por el decidido afán de mejorar las relaciones culturales entre nuestros pueblos hermanos.
A nadie se le escapa la relevancia que en materia de arte están adquiriendo los países de habla hispana, pues la conjugación de los valores culturales occidentales con los propios ancestrales están configurando una ética plástica que va definiendo un perfil de gran vitalidad. Los códigos asimilados por estas mezclas de culturas imponen reglas dinámicas que inquietan el panorama de los formas y contenidos plásticos, donde el color y la forma se matizan configurando esa dualidad de lo placentero y bondadoso con lo agresivo y denunciante. Un arte que dentro de una permanente reflexión muestra valores profundamente humanos, asumiendo conductas emergentes, que buscan interiorizar el problema de la creación para no caer en el remedo de las corrientes actuales impuestas por patrones culturales en los que las vanguardias son confrontadas como reto hegemónico de los países industrializados.
El arte busca un asentamiento, una razón para hacer sentir que la creación artística juega un papel fundamental en la conducta del hombre de todos los tiempos. El declive de los valores éticos se debe en gran parte a la masificación de esta sociedad de consumo, en la que lo efímero se impone y determina las maneras de proyección y consumo del arte deteriorando la esencia y el sentido de la permanencia en el tiempo: la cultura del entorno se siente afectada y el ciudadano es manipulado por los medios, hasta el punto de convertirse en un ente pasivo que termina por aceptar irreflexivamente todo lo publicitado.
Hay razones suficientes para hacer un llamado a la reflexión y para ponernos a trabajar por una mejor definición de los valores estéticos, teniendo en cuenta que el arte es un valor permanente que trasciende el tiempo.
Manuel de la Fuente
Director de Cultura
Gobernación del Estado Mérida