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Arte y Verdad en Hegel

Daniela Materano

Introducción

El mundo en el que todos los días salimos a vivirlo tiene en su vena más vivida una muy compleja cantidad de hechos y situaciones que parecieran insignificantes en este universo de Internet y televisores. Dichos hechos solo consiguen de nuestra atención un “OH! que interesante”, luego de ello seguimos de largo, porque no queremos verlos o simplemente son ignorados, pues estamos molestamente ocupados, después de todo, no tenemos ni idea de que representan, ni que son, en que nos ayudarían o nos frustrarían (igual ¿con qué se comería eso?).

Los filósofos tanto antiguos como modernos, hartos de curiosidad y maravillados por este tipo de hechos y por los reflejos que se desprenden de esta vena, de la que, vale decir, muy poco sabemos, y que mucho sentimos en ciertos momentos de nuestras vida (O han tratado de horadarla, de palpar su sangre pura y empaparse de ella extasiados, con esperanzas de satisfacer la infinitud de preguntas, que aún ni siquiera se han podido formular).

Puede que estos hechos de nuestra vida sean meros pensamientos, puede que sean únicamente conceptos, puede que sea nada, puede que sea todo, el hecho es, que tal vez al razonar sobre las cosas que nos contienen y por las cuales llamamos humanidad a esta extensa cantidad de gentes (corriendo de un lado para el otro) nos estemos acercando a la pregunta de las 100.000 morocotas: ¿Para qué estamos aquí?

Tantas situaciones inexplicables pasamos por alto que sólo al detenermos un momento, hallamos preguntas tan kilométricas para responder como el tratar de explicar el verdadero sentido de la belleza, del bien, de la libertad, del hombre.

Hegel fue uno de esos pensadores, o curiosos que trató al igual que sus consortes de dilucidar, o me atrevería a decir, de taladrar esa vena palpitante que retumba tan cerca de nosotros y que tal vez sea el motivo secreto de nuestra melancolía (como diría José Angel Buesa en uno de sus poemas).

Este filósofo reflexionó sobre varias ideas o conceptos determinantes para nuestra naturaleza y conocimiento de nuestro origen, si no acertó a descubrir perfectamente que eran, por lo menos se acerco a rodearlas, cosa que de por si, es un inmenso paso hacia nosotros mismos. Entre estas ideas o conceptos que Hegel desarrolló podríamos nombrar, el espíritu, la lógica, la belleza, el absoluto, Dios.

En esta investigación se tratará de mirar concretamente dos de las diferentes ideas sobre las cuales Hegel reflexiona, como lo son La Verdad, de la que todos hablan pero a la que nadie se enfrenta, y El Arte que está tan escurridizo por estos días.

Dicho sea de paso que estos dos conceptos al igual que los nombrados anteriormente, forman parte de un solo conjunto de respuestas que se hacen necesarias para el hombre y sus creencias, además de que puede hacer posible que se acalle esa voz que todos tenemos y que nos dice en el fondo, que el hecho de vivir es más profundo que comprase un par de zapatos, o tener un buen sueldo.

Por ello es que el desarrollo de este trabajo ahondará de una manera directa estas ideas, que se hacen indispensables para el conocimiento del espíritu del mundo, esto, claro está, desde la visión o las reflexiones que el filósofo hace de ellas en su obra: Lecciones sobre la Estética.

Sobre el Espíritu y otras cuestiones

Antes de hablar de cualquiera de las dos ideas que desarrollaremos en este estudio no podemos dejar de lado la concepción misma del Espíritu, debido que para el pensamiento Hegeliano, ésta, forma parte intrínseca de la verdad y del arte.

Partimos desde este punto en razón de que para el filósofo, el espíritu viene siendo la máxima idea de todas, lo que lo cubre todo, lo que lo contiene todo o lo que es igual a decir, el espíritu para Hegel es Dios. 1

Más adelante Hegel continuará explicando que incluso Dios es más glorioso por la forma en como actúa el espíritu en las obras del hombre (en cuanto al arte), debido a que todo lo que éste hace tiene un toque de su divinidad, de su ser, toca su alma humana y la desprende de toda condición lógica.

Claro que no opina lo mismo de las obras de la naturaleza debido a que estas, según Hegel, se rigen por leyes irrevocables, que no se pueden desprender de ninguna forma de si mismas, por lo que se nota según lo que explica, que el hombre con respecto a la naturaleza es libre de crear como el espíritu le dicte y al mismo tiempo es capaz de deleitarse de su creación, siempre y cuando estas creaciones se desprendan de todo propósito y fin, según Valena Sanhueza 2 autora del prologo de esta edición.

Es decir, que las verdaderas obras de arte para el filósofo, serán las que están tocadas por el espíritu que a su vez desencadenaran por consecuencia un desinterés total del deseo de posesión (si lo vemos desde el punto de vista de las sensaciones).

Es así que Hegel diferencia dos tipos de sensaciones, las terrenales o como el las llamaría “el buen gusto” en las cuales no se manifiesta la verdadera esencia de las cosas, lo que hace, a mi parecer, que se someta al objeto (en este caso la obra de arte) a una condición meramente del hombre como buscador de todas las respuestas.

Las sensaciones estéticas en cambio, son diferentes puesto que el hombre y su capacidad de razonar no puede ni quiere atraparlas y encerrarlas en un archivo o cajón de soluciones, porque que allí como explica Hegel es donde actúa con todo su esplendor el alma del ser, que por demás no pretende clasificar ni esclavizar la naturaleza intrínseca de la obra., o mejor dicho su vida. A este respecto podemos citar al filósofo con lo siguiente:

Hay dos maneras de considerar los objetos sensibles en relación con nuestro espíritu: la primera, la de la simple percepción de los objetos por los sentidos. El espíritu entonces no percibe sino su parte individual, su forma particular y concreta; la esencia la ley la sustancia de las cosas pasan inadvertidas. Al mismo tiempo se despierta en nosotros la necesidad de apropiarlos a nuestro uso. De consumirlos, de destruirlos. El alma, frente a estos objetos siente su dependencia, no puede contemplarlos de un modo libre y desinteresado.3

Ahora bien, es importante aclarar que el espíritu tiene un ser que esta en constante movimiento, dicho movimiento pareciera que tuviese forma circular, en el sentido de que va de si para si, pero a su vez Hegel distingue en este proceso tres etapas bien diferenciadas, en las que podemos decir que están: la primera, en donde el espíritu se encuentra en si para si, en la segunda, puede decirse que se aleja y comienza a ser en otro o lo que el autor Luís Díaz García explica como “un estado de enajenación o autodistanciamiento”.4

Y la última parte sería cuando el espíritu regresa de esa suerte de viaje o recorrido para volver de nuevo en si. Estas tres fases del espíritu completan el movimiento. Pero es importante resaltar la última de todas, puesto que allí, Hegel a su vez desprende tres concepciones: El espíritu subjetivo, el espíritu objetivo, y el espíritu absoluto, es en esta última parte donde se encuentra el arte, la religión y la filosofía. Pero entonces ¿Qué seria lo absoluto?

Bueno, según Hegel lo absoluto vendría siendo la idea misma en ella contenida, como si absoluto e idea fuesen la misma cosa en si, y es aquí donde los diversos estudiosos de la obra del filosofo opinan que refleja un cierto parecido a Platón, puesto que pareciese que para Hegel hubiese un mundo de las ideas, y el absoluto, fuese la idea máxima, o lo que sería lo mismo decir, Dios. Emanuelle Severino, opina que: “Hegel funde sus raíces en Platón”. 5

Y de hecho Hernán Albornoz también explica el parecido con ambas formas de pensamiento, y agrega que para Hegel el concepto de la belleza o la belleza misma es: “el resplandor sensible de la idea”. 6

Esta forma del espíritu absoluto es importante mencionarla, debido a que es aquí donde podemos comprender mucho más claramente la posición del arte y la función de la verdad en el universo del filósofo, puesto que para Hegel en el arte o más específicamente en la obra, el espíritu se presenta reconciliado consigo mismo, como si consiguiese su equilibrio, en total armonía con la idea absoluta.

O como mejor explica el autor, Felipe Martínez, en su libro Historia de la filosofía, el arte es donde se presenta la manifestación sensible de lo absoluto, es para el autor, lo mismo que la idea absoluta, en donde llega a reconocerse, a hacerse suya, por consiguiente es “allí donde se percibe en toda su magnificencia.” 7

El Arte y el mago

Bien, ahora que se ha aclarado el sentido del espíritu, podremos desglosar o reflexionar de forma clara acerca de lo que significa el arte para Hegel. En su obra Lecciones sobre la estética, éste filosofo nos explica, que el arte viene siendo el lugar en donde el espíritu se demuestra en su forma más libre, es entonces por ello que Hegel considera que las obras de arte mas excelsas serán las realizadas por el hombre y no por la naturaleza, debido a que como ya se había mencionado en el primer capitulo, ésta es esclava de sus leyes.

Es entonces cuando en su filosofía se pone de manifiesto el sentido del arte, como el que trata de conseguir la unidad del espíritu, con la esencia del hombre, y éste arte o el producto que de ello salga, explica Hegel, se valorará no en cuanto a la forma o características que ella tenga y que nosotros podamos clasificar; sino que se apreciará por su contenido, por la capacidad que tenga este arte de revelar la idea en mas o menos grado, o como mejor se podría explicar, en cuanto más maestría tenga el arte de empujar la obra hacia el espíritu, más hermosa y pura será ésta.

Es así como en su libro nos expone un ejemplo que clarifica mi explicación, puesto que Hegel compara a los ojos con la obra de arte, y siendo los ojos el reflejo más sensible por donde se percibe el alma, este será como la ventana de una casa, hacia el imponente horizonte universal:

Puede decirse que en los ojos el alma se concentra por entero, y no solo lo sirven para ver, sino que por ellos el alma es vista. Ahora bien, podemos figuramos el arte del mismo modo. Tiene por objeto hacer la forma, por la cual representa la idea semejante en toda su extensión a la vista, que es el asiento del alma y hace el espíritu visible.8

Claro que es importante aclarar que este sentido u objetivo del arte del que hablo, no está relacionado en ninguna medida con otorgarle ninguna función, sino que en un mundo más elevado, en donde el espíritu tiene en su haber todas las reglas y proposiciones, el arte vendría a representar lo que nos comunica, el hilo de telaraña que une ambas dimensiones; la natural, es decir la de este mundo y la sublime, o la de Dios.

Es por ello que el arte debe arrancar el velo que cubre la obra y que vendría siendo la forma con que se perciben lo objetos en este mundo, debe por fin, hacer que ésta sea como un simple filtro a la luz que está en el fundo, a la vida que se presenta en el interior, y es allí cuando la belleza de la obra será determinante, ciertamente, aunque el arte imite las formas del exterior no es una imitación vacía, o sin una profundidad puesto que “si carece de un fondo ideal y puro, no puede producir la verdadera belleza en el arte”.9

Es decir, que la obra será más bella cuanto más viva esté y más cerca de la idea, porque lo contrario, ya no seria arte sino mera copia de la vida de la naturaleza, una vida que a mi parecer y tomando las teorías de Hegel, no está en movimiento con el espíritu, sino detenida en el devenir.

Por otro lado el artista representa, el mago que saca el conejo blanco del sombrero, pero ésta acción, supone un empuje del arte como anhelante del equilibrio, en el sentido de que si el arte es la mitad del todo, maneja al artista para comunicarse con nosotros, con este lado de las cosas y es por eso que Hegel considera que el artista debe también estar a su vez en un medio, es decir que debe percibir tanto la parte individual de las cosas en su esencia pura y viva, como lo particular de ellas, o lo que es lo mismo la forma en que estas se presentan ante nosotros.

Pero Hegel además, aclara que esta acción de “traer el conejo” debe ser meditada por el artista o lo que es lo mismo reflexionada, pues no solo le debe inspirar la idea, sino que necesita saber que encierra ella en sí misma, y esto lo hace por medio de la imaginación, la cual revela la verdadera esencia de todas las cosas o lo que él llamaría su “forma concreta”.

Es por ello que las formas que tome el arte de cara a nuestro mundo, únicamente serán las formas que reflejen puramente la verdad, o lo que es lo mismo el espíritu, Hegel enfatiza que el artista no es del todo inocente en el acto mágico de hacer aparecer no solo “conejos”, sino aves, flores y otras cosas, o mejor dicho de crear, puesto que si está en un momento de transición cuando aparece el arte, es también cierto que utiliza algunos truquitos, o medios terrenales para escribir el testamento que ella le dicte, es así que el artista hace “expresar la verdad de un modo perfecto”.10

Para concluir con este capitulo y articular concretamente la idea del arte según Hegel podríamos citar al autor Felipe Martínez quien dice que para Hegel, “la obra de arte es la presencia del espíritu”,11 es el gancho que prensa ambos mundos la que se comunica con Dios y nos trae sus conversaciones a nuestro idioma, buscando siempre decir lo mejor que el haya dicho, en forma más clara, buscando siempre representar toda la belleza del espíritu como le sea posible, a manera de conciliación y de conexión, el arte para Hegel, es pues, la línea que une al mar con el cielo, en una tarde para siempre detenida.

¿Y…La verdad nos hará libre?

Pues según Hegel no solo nos haría libres, sino que en cambio a ello no tendríamos en ninguna medida algún deseo hacia ella, ni hacia ninguna cosa, debido a que la verdad es la esencia concreta del espíritu, la cumbre de todo ser.

En la obra de Hegel, Lecciones sobre la estética el filosofo relaciona ambas ideas, el arte y la verdad, pero explicada mediante el proceso que cumple el espíritu, para Hegel entonces la verdad se despliega en ese proceso, en el que el arte es el cristal más limpio por la que ésta se puede ver, de hecho, es ese fondo y profundidad de la obra, la vida detrás de ella, sólo que la verdad es lo concreto, la idea misma para el filosofo y el arte es la vía; aunque no la única, también está la religión y la filosofía,12 es el medio por el cual la verdad del espíritu se demuestra en modo completo.

Por su parte el autor Felipe Martínez, nos ayuda a entender el concepto de verdad para Hegel, explicando que no es lo que está en la forma, (tomando el caso por ejemplo de la mesa) en donde está la verdad de ella, sino en su “integridad”, si se me permite usar esa palabra. Veamos entonces que nos señala el autor respecto a ésta idea Hegeliana: “La verdad sólo podrá distinguirse absolutamente de la apariencia si no es otra cosa que se enfrenta con la apariencia, sino la esencia de la apariencia misma”.13

Para Hegel la verdad es entonces, la máxima meta de todas, el concepto más grande, la luz del espiritu, que alcanza la sima impenetrable y profunda del mar, porque es ella en donde todas las cosas se relucen y pulen su brillantez innata, de ese mundo del que tal vez venimos todos y del cual sólo nos acordamos en momentos, particulares, y para Hegel el arte es uno de esos momentos.

Además de ello, para llegar a ésta verdad según el filósofo, se debe tener un equilibrio, dado tanto en lo exterior como con el fondo, en este caso de la obra de arte, tanto en el lienzo, la arcilla, u otro material y la candidez que se plasme en ella por medio del toque de la luz. Hegel anuncia nuevamente que si dicha concordancia no llega a darse, lo que se conseguiría sería una simple imitación de la naturaleza: “La verdad en el arte no puede ser, por tanto, la simple fidelidad con que se limita lo que se llama imitación de la naturaleza pero el exterior debe concordar con un fondo que esté en armonía con el mismo”.14

Por ello es bueno explicar de nuevo que esta verdad se le revelará al hombre sólo por el acto de pensar pues para Hegel, es necesario la reflexión de la idea, para tratar de abarcarla en toda su prolongación pues lo contrario será el resultado de los puros sentidos, y no representará éste acto la culminación de la idea, sino que en cambio el resultado será solo superficial.

Entonces se concluye que el artista debe ser un mediador como antes se ha afirmado, puesto que por medio de la reflexión de la idea y de la intuición de su alma se llega a la verdad que concibe Hegel como la esencia pura de las cosas, y lo que el artista finalmente haría es fundir ambas nociones, la real o verdadero y las formas o “estructuras” mundanas. En el libro Lecciones sobre la Estética encontramos lo siguiente: “En este trabajo intelectual, que consiste en modelar y fundir el elemento racional y la forma sensible, el artista debe llamar en su ayuda a la vez a una razón activa y muy despierta y a una sensibilidad viva y profunda”. 15

El autor Hirschberger en su libro Breve historia de la Filosofía, establece, que los teóricos de aquellas épocas, (algunos en realidad) miraban a la verdad como el solo acto de pensar, el autor nos aclara que para Hegel no representa ese mero acto sino que éste, como ya lo han planteado otros autores que estudian su filosofía, es sólo un paso, y que no es objetivo tratar de creer que el concepto verdad es solo lo que esta en la superficie, así el autor nos explica lo que interpreta del filosofo en cuanto a su idea de la verdad es una vieja creencia de la humanidad que la verdad consiste en pensar lo que es en si y como es en si.

Se abre una brecha hacia la objetividad, solo quedando una salida a saber, que el pensar del hombre, cuando es verdad y toca el ser, sea el pensar mismo del espíritu cósmico. Que al pensar las cosas las crea y en el que coinciden pensar, verdad y ser. 16
Así entonces se completa la reflexión de dicha idea, la cual pone junto al espíritu, y para relacionarla con el arte y entender la escala en caso de que haya que hacer una, seria un ferrocarril de varios vagones, pasando de uno a otro se llega finalmente a la punta de éste.

El arte es el tercer vagón, menos fino que los que le siguen, la verdad el segundo, muy cercano al de primera clase y fusionado con el vagón de maquinas, que es donde estaría según mi ejemplo el espíritu mismo, el carbón que hace moverse el tren.

De esta manera concluimos la investigación de forma concreta resaltando que para Hegel el arte aunque esté en una menor posición respecto a la religión y la filosofía, es un medio para llegar a la verdad del espíritu, verdad ésta que es la esencia misma del espíritu, lo real en las cosas, lo infranqueable para nosotros, o lo que es lo mismo, la transparencia indescriptible de lo puro, la idea máxima y sus luces de bohemia.

Citas

1. Véase: Hegel F, Georg W. Lecciones sobre la Estética. Mestas ediciones escolares, S.L. Madrid. 2003. p.30.
2. Ibíd. p.12.
3. Ibíd. p.32.
4. García Díaz, Pedro Luís. Curso de historia de la filosofía (selección de textos). NR’. 2 ediciones. Caracas. 1967. p.438.
5. Severino, Emanuelle. La filosofía Moderna. Editorial Ariel, S.A. Barcelona. ,1986. p. 241.
6. Albornoz, Hernán. Nociones elementales de Filosofía. Vadeil Hnos. Editores. Caracas. 2001. p. 305.
7. Véase: Martínez, Felipe. Historia de la Filosofía, filosofía moderna y contemporánea. Ediciones Istmo. Madrid. 1973. p.  317.
8. Hegel F, Georg W. Lecciones sobre la Estética. Mestas ediciones escolares, S.L. Madrid. 2003. p. 70.
9. Ibíd. p.107.
10. Ibíd. p. 99.
11. Martínez, Felipe. Historia de la Filósofo, filosofía moderna y contemporánea. Ediciones Istmo. Madrid. 1973. p. 325.
12. Véase: Hegel F, Georg W. Lecciones sobre la Estética. Mestas ediciones escolares, S.L. Madrid. 2003. p. 49.
13. Martínez, Felipe. Historia de la Filosofía, filosofía moderna y contemporánea. Ediciones Istmo. Madrid. 1973. p. 275
14. Hegel F, Georg W. Opt. Cit. p. 71.
15. Ibíd. p. 99
16. Hirschberger. Breve Historia de la Filosofía. Editorial Herder. Barcelona. 1982. p. 242.

Referencias Bibliográficas

Albornoz. Hernán. Nociones elementales de Filosofía. Vadeill Hnos. Editores. Caracas. 2001.
García Díaz. Pedro Luís. Curso de historia de la filosofía (selección de textos). N/T, 2 edición. Caracas. 1967.
Hegel F, Georg W. Lecciones sobre la Estética. Mestas ediciones escolares, S.L. Madrid. 2003.
Hirschberger. Breve Historia de la Filosofía. Editorial Herder. Barcelona. 1982.
Martínez, Felipe. Historia de la Filosofía, Filosofía Moderna y Contemporánea. Ediciones Istmo. Madrid. 1973.
Severino, Emanuelle, La filosofía Moderna. Editorial Ariel, S.A. Barcelona. 1986.

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