De lo Espiritual en el arte de Kandinsky y el arte Oriental
Jirsharí G. Cabral
A lo largo de la historia hemos hecho múltiples intentos por entender el origen de nuestro característico impulso creador, acercándonos por medio de exhaustivas investigaciones al por qué de esa naturaleza creadora. Propuestas, teorías y tratados filosóficos ayudan a la formación de un criterio ante la problemática del origen y la finalidad del arte.
Tanto el pintor y músico ruso Wassily Kandinsky como el arte oriental, se han ocupado de abordar estos temas, y sus propuestas artísticas/espirituales convergen. Atribuyéndole a la espiritualidad no sólo la categoría de elemento del cual nace el “arte puro”, sino atribuyéndole el carácter de substancia fundamental, que permite la experiencia integral entre el artista, la obra de arte y el espectador.
La novedosa teoría espiritual y plástica de Kandinsky -que sintetizó en su libro “De lo espiritual en el Arte”- resulta ser un alegato a favor de la desmaterialización de la pintura y de la espiritualización de las artes y del proceso artístico. Es así como, Kandinsky renuncia a la representación figurativa.
Representa con la intención de encontrar correspondencia absoluta entre la forma, el color y el ánimo del contemplador.
Teorías plásticas de Kandinsky y sus posibles relaciones con el arte oriental
No es posible caracterizar la finalidad del arte del paleolítico al igual que la del arte renacentista por el hecho de ser ambos representaciones naturalistas, sin embargo, podemos apreciar rasgos definitivamente comunes entre algunos períodos artísticos de la historia.
Kandinsky tuvo la inquietud de encontrar y resaltar en sus obras “el punto de contacto espiritual”; este punto de contacto se refería a la intención de los “artistas puros” de trasmitir a través de su creación artística lo esencial. El arte Oriental se volcó igualmente a esta búsqueda y la llamó contacto con la “fuerza originaria”, con la “verdad absoluta”, con el principio del que todos los seres surgimos.
Esta es básicamente la interesante similitud entre el arte Oriental y las teorías de Kandinsky.
El arte oriental como representación de un arte puramente espiritual
El arte oriental crea una nueva realidad, consecuencia inmediata del contacto entre el artista y la naturaleza espiritual del arte. Su característica principal es la capacidad de trasmitir al espectador un estado en el cual es posible un acercamiento integral a la creación artística, experimentando momentáneamente un contacto con el “estado primordial” o “estado originario”.
El estado primigenio, de donde partimos originariamente, es aquel en el que nos sumergimos antes de participar en el proceso evolutivo de la historia de la humanidad. Es un estado en el que existe la integración absoluta entre el ser humano y su alrededor, en el que no existe separación entre la plenitud del “continuo ininterrumpido del universo”. Es un estado en el que no existen carencias, ni deseo, ni inconformismo.
Poco a poco nos hemos ido alejando de este estado primordial; hemos desarrollado una cantidad de falsos cognados, que mantuvieron y hoy mantienen una falsa idea de unión con la esencia de la existencia. Cada vez hemos llenado más nuestras vidas de necesidades creadas que son sólo satisfechas a través de nuestras propias creaciones. Es por esta razón que surge la necesidad del arte como punto de unión entre el mundo real –ya corrompido- y el mundo sensible.
El arte oriental, de alguna manera logra interferir en el proceso perceptual del espectador, quien cargado de pre-juicios de valor y pre-conceptos altera directamente el desarrollo natural de la percepción.
En la creación oriental no ha de intervenir ningún elemento externo al proceso de la creación misma, a esto se debe la afirmación de que el arte oriental carece de intención, es un arte en el que el misticismo y la espiritualidad dan origen a la obra de arte misma. Este misticismo y espiritualidad influyen de manera directa en el espectador y lo invita a contemplar la obra sin emitir juicios y a avanzar junto a ella por el Sendero de la Iluminación.
Espiritualidad y Abstracción en el arte Oriental
No se debería establecer una separación conceptual y vivencial entre el mundo espiritual y material. Kandinsky denominó a esta separación “interioridad-exterioridad” y a través de sus propuestas artísticas hace un llamado a occidente a rescatar la relación intrínseca entre el espíritu y la materia.
Para el oriental no hay diferenciación entre el artista y la obra de arte, entre la técnica artística y la espontaneidad, entre el ser y su representación, entre la apreciación y la función. Kandinsky llamo a estas relaciones “tensión”, que no es más que la incesante danza de los extremos, que por ser opuestos son relativos y por ello necesariamente armónicos.
La representación artística es el resultado de la total apertura. Cuando la apertura llega a su fin es porque se ha transformado en espíritu; este espíritu se convierte en energía y después la energía convertida en forma dará vida a la obra de arte.
Yin-Yang
Several Circles, Wassily Kandinsky, 1926
“En este sentido, creo que se puede decir que el arte imita a la naturaleza; por el carácter de vida que confiere a la obra de arte un trabajo creativo (…). Se necesita un gran amor, capaz de inspirar y sostener un esfuerzo continuo hacia la verdad, la generosidad y al mismo tiempo la renuncia profunda implícitas en toda obra de arte. Pero ¿acaso el amor no se halla en el origen de toda creación”.
Henri Matisse.