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Monstruos

Mariangel De Luca

Símbolos de la fuerza cósmica en estado inmediato al caótico, al de las “potencias no formales”. En el plano psicológico aluden a las potencias inferiores que constituyen los estratos más profundos de la geología espiritual, desde donde pueden reactivarse y surgir por la imagen o la acción monstruosa. Simbolizan también, según Diel, una función psíquica en cuanto trastornada: la exaltación efectiva de los deseos, la exaltación imaginativa en su paroxismo, las intenciones impuras. Son por ello el oponente, el adversario por excelencia del “héroe”y de las armas”(potencias positivas concedidas al hombre por la divinidad; de ahí el origen misterioso o mágico de la mayor parte de armas usadas por los héroes en los mitos y las leyendas). Las armas son, pues, lo contrario de los monstruos. Señala Diel que, por paradoja, el enemigo quimérico –la perversión, la llamada de la locura o de la maldad per se- es fundamental en la vida del hombre. En el aspecto o plano social, el motivo del monstruo que devasta un país simboliza el reinado nefasto de un monarca pervertido, tiránico o débil. La lucha contra el monstruo significa el combate por liberara a la conciencia apresada por el inconsciente. La salvación del héroe es la salida del sol, el triunfo de la luz sobre las tinieblas, de la conciencia o del espíritu sobre el magma patético. Los monstruos se relacionan íntimamente con los seres fabulosos, gama de más amplitud que comprende algunos enteramente favorables y positivos como el Pegaso, el fénix, etc. Entre los principales monstruos conocidos por la tradición y perpetuados por el arte tenemos los siguientes: esfinge , grifo, sirena –pez, sirena-pájaro, lamía, pájaro con cabeza de cuadrúpedo, pájaro-serpiente, toro alado, dragón, pez gigante, serpiente gigante del mar, quimera, Gorgona,minotauro, tritón, hidra, salamandra, hombre marino, harpía, hipogrifo, demonio marino, furia, etc.

Antigüedad

“La antigüedad grecorromana tiene dos caras: por una parte, un mundo de dioses y de una humanidad en que, en la eclosión de una vida poderosa y orgánica, todo es heroico y noble, y por otra, un mundo de seres fantásticos de complejos orígenes, a menudo venidos desde muy lejos, y que mezclan cuerpos y naturalezas heterogéneas”. 1

Hablar de monstruos es adentrarse al mundo de la fantasía, de la ilusión, del mal, de demonios, de seres malignos y de otros alados. El tema de los seres fantástico abre un campo interesante para el estudio de lo superterrenal, de aquellos seres que en estadios inferiores conviven con el hombre.

En la antigüedad el establecimiento de convencionalismos, de técnicas o de teorías se hacía con la intención de alcanzar el canon antropométrico perfecto, los antiguos establecían las relaciones entre los miembros y el cuerpo entero y así conseguían las proporciones de un cuerpo humano ideal.

Lo bello en la antigüedad se refiere a la proporción armoniosa de las partes de un cuerpo con el todo.

Platón habla de la existencia de dos mundos: nuestro mundo, el mundo de los sentidos tal como lo conocemos que no es más que el reflejo imperfecto del mundo inteligible: el mundo del espíritu.

Para Platón la belleza es una idea, que existe independientemente de las cosas bellas. En el mundo podremos ver la belleza, pero sólo adentrándonos en ella podremos conocer la belleza verdadera, que es aquella que reside en el espíritu. Lo terrenal, la belleza del mundo, es tan solo una manifestación de tal belleza.

Si la belleza es una idea, ésta al materializarse es una belleza terrenal. Toda idea es capaz de convertirse en belleza terrenal a través de su representación.

La representación de este dragón revela la existencia de la idea de monstruos en la antigüedad, pone de manifiesto la existencia de diferentes mundos.

“La luz y la belleza son reflejos de la divinidad. El amor terreno encendido por la belleza mundana es el primer peldaño en el camino ascendente que lleva al alma a la contemplación de la belleza como tal. La belleza pertenece al mundo de las ideas y es a partir de ellas que el hombre crea el mundo real”, decia Platón.

Si todo lo creado, fue producto de la idea que pertenece al mundo del espíritu, entonces lo mágico y fantástico también tuvo que ser inspirado de la mano de una fuerza superior. El creador, aquel demiurgo conoció que estos seres podían poseer la fuerza y la presencia necesaria para que el hombre conformara su mundo real.

Estas imágenes de animales o seres anormales no fueron ajustadas a un canon, ellas con su variedad de formas extrañas, salientes e impresionantes producen efectos en quienes la admiran, pues produce más conmoción un cuerpo o forma que se retuerce, que se alarga, que se contrae, que crece en el imaginario, que se alimenta de la fantasía.

Para Platón un buen arte es aquel que se ajusta al orden y la medida, mientras que un mal arte es aquel apoyado en las reacciones emotivas y sensuales de los hombres.

Para Aristóteles la belleza también exige de proporción y orden, lo bello tiene dos componentes esenciales: la simetría y la extensión. Volvemos a ver como las propuestas de estos dos estetas (Platón y Aristóteles) sólo son aplicables a la figura humana, pues el tratamiento que se le da a la figura animal en nada tiene que ver con una búsqueda de la proporción o de la belleza. Ellas crecen , son autónomas, disfrutan de la dicha de alargarse, de convertirse o de transformarse a su antojo.

Platón

Aristóteles

“Del arte proceden las cosas cuya forma está en el alma” En el alma reside el bien y a él lo reconocemos como tal por la existencia del mal, así lo bello convive también con lo feo, pues para ser reconocida la virtud se debe reconocer el error. El arte expresa tanto lo bello como lo feo, el bien como el mal, la proporción y la abstracción, lo ordenado y lo desmedido. EL arte habita en el alma y si el arte pone de manifiesto los contrarios complementarios, entonces, estos monstruos desproporcionados, fantásticos, sin absoluta correspondencia con una imagen del mundo real terrenal y a veces representantes del mal, proceden del alma. La idea de mal tomada de la mano de la idea del bien descansa en el alma.

“y el arte nace cuando de muchas observaciones experimentadas surge una sola concepción universal sobre las cosas semejantes” Si la imagen de esta ánfora es un arte producto de la observación experimentada entre cosas semejantes, entonces nos preguntaríamos si el hombre de la antigüedad vivió en verdad la experiencia de conocer a estos seres tan distintos.

Anfora

“Pues ni un pintor permitiría que su animal tuviera una pata que exceda la proporción correcta ni aunque se distinguiera por su belleza, ni un armador de naves que tengan la proa o alguna otra parte asimétrica, ni un director de un coro dejará participar en él a alguien que cante más o mejor que el coro entero”. Aquí volvemos a encontrar cierta disparidad entre lo que los artistas realizaban y lo que los estetas proponían.

Cicerón, quien es otro esteta de la antigüedad señala que el arte trata las cosas que se conocen. Así una representación como la que estamos estudiando, no es más que un elemento más del mundo tangible.

“Para mí, en verdad, tampoco esas cosas más conocidas y más famosas parecen carecer de fuerza divina, de modo que piense yo que un poeta derrama su grave y rico poema sin una celeste inspiración de su mente o que la elocuencia fluye rebosante de sonoras palabras y fecundos pensamientos sin una cierta fuerza superior”.

Cicerón alude con esta idea a que en la creación también interviene una fuerza superior, como si los dioses queriendo recrear aún más sus historias y mitos, tomaran con cuidado la mano que dibuja la escena para crear silenciosamente un mundo fantástico, un mundo nuevo, un mundo viviente.

Dentro de las propuestas filosóficas de Plotino una de las más interesantes podría ser la concepción de la materia como terreno de lo amorfo, como la fuerza que obstaculiza la forma, la sustancia que no se puede moldear totalmente para convertirla en figura. Esta concepción fue la antesala para el pensamiento de la Edad Media, pues en este período se concebía, en algunos casos, a la materia como el mal.

Para Plotino, a la materia no se le puede dar forma totalmente; cualquier obra de arte por haber tenido que ser moldeada necesariamente en algún tipo de material, contiene siempre un residuo de materia amorfa, esto es, de feo, de diabólico y esto se cumple incluso en la escultura de un dios.

Con Plotino pareciera que se declara abiertamente lo feo tanto como lo bello como componentes de cualquier tipo de materíal, coexisten ambos elementos y se hacen presente en toda imagen o forma elaborada.

Recordando la historia de Narciso, enamorado de su reflejo, Plotino continua:… Así también le ocurrirá al que se aferre a la belleza material, ya que la belleza física es imagen, vestigio, sombra. Aquel que se aferre a la belleza física se hundirá, no con su cuerpo sino con su alma, en los obscuros abismos, terribles de soportar para lamente, donde a ciegas languidecerá en el Orco, uniéndose a las sombras de aquel lugar, como también lo hiciera aquí”.

Plotino rechaza la simetría como definición de la belleza, afirmando que [...] si la simetría es la esencia de la belleza, sólo puede ser hermoso un todo compuesto de partes individuales, mientras que las partes individuales no lo son, ya que carecen de partes, y por tanto, no poseen una relación interna”. Con este gran aporte lo monstruoso, lo amorfo, o lo desproporcionado estará conformado por partes, que independientemente son bellas.

Edad Media

La Edad Media que nunca ha perdido contacto con el fondo antiguo, se vuelve tanto a una de sus caras, como hacia la otra. Busca los fundamentos de una armonía y una imagen del hombre mientras explora los mundos fantásticos. Es un mundo atormentado, poblado de monstruos.

Los elementos provenientes de la antigüedad son retomados y la representación que antes era de dioses y semidioses ahora se sustituye por la representación de los personajes de la fe cristiana.

En la imagen 3 vemos como el diablo se comienza a representar. La idea del infierno se introduce con el cristianismo y así la realidad y el encuentro con tal castigador comienzan a ser representados.

En La Edad Media “lo monstruoso y lo exótico pasaron a ser tanto o más reales que lo cotidiano. Pero no debe olvidarse que en aquella época lo feo era considerado incluso más significativo que la belleza misma; en lo feo se alaba y se encontraba mejor a Dios que en lo bello, porque lo monstruoso era prueba, más que la perfección de la belleza terrestre, de que las formas visibles no eran más que símbolos de una belleza mutable y no de la verdadera belleza. Lo feo libera al hombre del mundo sensible y le hacía sentir la nostalgia del ideal divino”2

La imagen 2 y 3 son detalles de un retablo del arcángel Gabriel y Miguel; dentro de la Edad media pertenece esta obra al Románico en Cataluña. En la imagen 2 vemos al arcángel Miguel luchando con un dragón de cinco cabezas.

Imagen 2

Los grandes representantes de una estética de la Edad Media fueron San Agustín de Hipona y Santo Tomás de Aquino.

San Agustín declara que Dios creó todo de la nada, pero no puede admitir que Dios sea el autor del mal. Si es el Dios quien crea de la nada, es decir, que de lo no existente hace lo que existe en el mundo, cómo es posible Considerar que el mal no sea también creado por Dios. “El mal se origina en el apartamiento de Dios, que es a la vez el apartamiento del ser y de la realidad. El mal no es una sustancia, sino una privación, o si se quiere, un movimiento –el movimiento hacia el no ser- Por gozar de libre albedrío, la voluntad humana puede elegir el mal, esto es, pecar”.

En la imagen 4 apreciamos nuevamente imágenes de monstruos que en una perfecta composición traducen la vinculación del hombre con los seres fantásticos. Pueden algunos de ellos considerarse impresionantes, feos o grotescos, pero no por ello estarían lejanos de Dios. Recordemos el comienzo del apartado en el que escribíamos como en la Edad Media lo monstruoso era considerado como más cercano a Dios, pues representaba la mutación de la belleza terrestre. Es decir, que lo feo también es manifestación de la belleza.

Imagen 4

San Agustín se proponía establecer una teoría acerca de la belleza, el amor y lo divino vinculada enteramente a la imagen del Dios cristiano, obviando, o dejando a un lado el aporte legado por las culturas anteriores a un enriquecimiento de la imagen y su significación.

El mal, la privación del bien ( San Agustín)

“Aún lo que llamamos mal en el mundo, bien ordenado y colocado en su lugar, hace resaltar más eminentemente el bien, de tal modo que agrada más y es más digno de alabanza si lo comparamos con las cosas malas. Pues Dios omnipotente, como confiesen los mismos infieles, “universal señor de todas las cosas’, siendo sumamente bueno, no permitiría en modo alguno que existiese algún mal en sus criaturas si no fuera de tal modo bueno y poderosos que pudiese sacar bien del mismo mal”.

Pues, qué otra cosa es el mal , sino la privación del bien? Del mismo modo que, en los cuerpos de los animales, al estar enfermos o heridos no es otra cosa que estar privado de la salud – y por esto, al aplicarles un remedio, no se intenta que los males existentes en aquellos cuerpos, es decir, las enfermedades y heridas se trasladen a otra parte, sino destruirlas, ya que ellas no son sustancia, sino alteraciones de la carne, que, siendo sustancia y, por tanto, algo bueno, recibe estos males, esto es, privaciones de bienes naturales, y estos defectos cuando son curados, no se trasladan a otros lugares, sino que, no pudiendo subsistir con aquella salud, desaparecen en absoluto”

En la imagen 5, vemos la expulsión de los demonios de Arezzo; son 7 demonios alados que vuelan en fuga. Ya a finales de la Edad Media y específicamente en este cuadro se ve como ya la religión a conducido el pensamiento de una gran mayoría y ahora lucha por alejar a los seres fantásticos de la vida humana. Mientras que en el románico se podía apreciar la coexistencia de estos tipos de seres, ahora la tendencia será separar los contenidos.

En el arte medieval se aprecia una constante y decidida búsqueda de equilibrio entre la belleza trascendental y la belleza sensible. Se parte del principio de que la belleza ha de afectar tanto al ojo como al alma, la imagen 5 muestra a través de los colores una rotunda diferenciación entre lo uno y lo otro. Los elementos dentro del espacio también se disponen con la intención de marcar dos registros, uno perteneciente al mundo humano y otro al mundo fantástico.

Para Santo Tomás “la belleza requiere la satisfacción de tres condiciones: la primera es la integridad o perfección del objeto, pues lo que es defectuoso es, en consecuencia, feo; la segunda es la proporción debida o la armonía; la tercera es la claridad, pues de las cosas que poseen un color brillante, se dice que son hermosas”.

Después de haber leído este fragmento de Santo Tomás, vemos como las representaciones pictóricas elaboradas aproximadamente en su época, denuncian con viva expresión la realidad fantástica, ahora estos dos monstruos (imagen 8 y 9) pintados en colores más bien opacos y oscuros, son detalles de una representación del pasaje bíblico. Las formas de cada uno son zoomorfas en algunas partes y antropomorfas en otras. Esta serie de personajes no tienen todavía características específicas comunes al resto, no hay una convención establecida a la hora de representar los monstruos; no hay un canon o proporción reconocible en cada uno, pero no por ello los cuerpos dejan de ser armoniosos.

Imagen 8

Imagen 9

Los colores usados no son brillantes, pues remiten a la idea de oscuridad, de soledad, de vacío y de muerte. A medida que el arte en la Edad Media se iba desarrollando y las doctrinas religiosas consolidando, la imagen pictórica se convirtió en representaciones simbólicas, todavía un tanto esquematizadas pero sin dudas conformes a un nuevo pensamiento dentro de la sociedad, el pensamiento religioso cristiano.

Las ideas de ambos Santos fueron de importancia para el estudio de la estética medieval, pero sin duda, la realidad de los artistas es muy distinta a la de los filósofos. Mientras es el pintor quien engendra imágenes, colores, sueños y palabras para plasmarlos en su obra, estos estetas proponen, una forma nueva de comprender el mundo, plantean a Dios como el creador y la fuerza capaz de descubrir lo bello, con lo cual lo que deja de estar vinculado a Dios, dista de ser bello.

Renacimiento

En el renacimiento, como todos sabemos, hay un intento de retomar los principios e ideas de la cultura greco-romana. Comprende la idea de belleza como armonía de proporciones y sus artistas se preocupan por encontrar y establecer el canon más perfecto.

En la Edad Media la expresión de los personajes era muy simbólica, ahora en el Renacimiento se convierte en psicológica. La concepción renacentista de la belleza contrasta con la visión abstracta y distorsionada de la Edad media.

Entre la imagen 10 y 11 podemos notar grandes diferencias entre la representación de finales de la Edad Media y comienzos del Renacimiento. En la 10 el demonio expresa su estado de ánimo, pero tal información está apenas insinuada, la expresión es mucho más superficial. En la imagen 11 se percibe la preocupación del hombre de esta época por vincular aún más la obra con la realidad, le introduce mayor dramatismo y expresión. La intensidad dramática no se logra sólo con la gesticulación sino a través del movimiento.

Imagen 11

La representación no ha dejado de estar vinculada a la religión pero ahora como una invitación que se le hace al hombre a participar en la vida religiosa, las imágenes poseen otra carga formal, los colores son brillantes, el manejo de las luces y de las sombras contrasta con la representación opaca y hasta tenebrosa de la Edad Media.

Las imágenes de los ángeles se introducen en abundancia en los repertorios de los artistas. En la imagen 12 vemos como la representación angelical contiene una significación un tanto monstruosa. Bajo la figura angelical se dibuja pequeños hombrecillos, casi inexpresivos.

Imagen 12

En la imagen 13 vemos como la pintura se hace más completa, se narra una historia, los monstruos intervienen, dominan, ejercen acción. Posee esta imagen una belleza especial, belleza que no se define a partir de proporciones o disposiciones. En el conjunto los monstruos que gritan, que hunden, que espantan producen junto a la imagen del hombre y junto a los otros elementos una belleza total, que se basta y explica a sí misma.

Imagen 13

En el Renacimiento se vuelve al pensamiento greco romano y por lo tanto las concepciones de la belleza como producto de la perfecta proporción, del orden, de la mesura, etc., vuelven a ser recordadas. El hombre a partir de estos conceptos constituye su expresión artística, viendo en lo bello y sublime la manifestación de lo espiritual.

La imagen 14, imagen del Bosco, muestra toda una variedad de seres fantásticos que intervienen en un pasaje religioso. Son inspiradas todas ellas en las representaciones de la Edad Media. Es curioso, pues mientras la mayoría de las imágenes del renacimiento lo que tratan es de encubrir, de borrar o poner a un lado toda imagen fea, toda imagen que conmueva los sentidos a través del mal o del dolor, este detalle pone de nuevo a la luz una cantidad de seres extraños.

El renacimiento busca la depuración no sólo de la línea sino también de los temas, se quiere expresar lo sublime; ahora un monstruo o un demonio es sustituído por la imagen de ángeles o amorcillos. De una u otra manera, el arte del renacimiento encerrará un profundo sentimiento a representar lo sublime.

Ceninni decía: “bajo la sombra de lo natural había de encontrarse lo “no visto”.

Así el renacimiento bajo muchas de sus manifestaciones sigue escondiendo el recuerdo de la época que le antecedió. Una tendencia, una nueva forma de expresión no se desliga nunca de su parte generadora, un cordón umbilical ata y vincula cada expresión artística se regenera a partir de las que le antecedieron.

Citas

1 Jurgis Baltrusaitis. La edad Media Fantástica . Ensayos Cátedra. Cap. I, página 11.
2 Historia Universal del Arte. Edad Media. Románico y Gótico. Planeta Editorial 1992. pág.166.

Bibliografía

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Entender la Pintura. Grünewald, Giotto, Durero. Grupo Editorial Fabbri. 1989
MILICUA, José. Historia Universal del Arte. Renacimiento I. Editorial Planeta. 1992
SUREDA, Juan. Historia Universal del Arte. La edad Media. Románico y gótico. Editorial Planeta. 1992.
MARTINEZ RIU, Antonio. Diccionario de filosofía en CD Room
COOWARASWAMY, Ananda. Teoría Medieval de la Belleza. Ediciones de la tradición unánime. 1983
PANOFSKY, Erwin. El significado en las artes visuales. Alianza Forma. 1987
BARASCH, Moshe. Teorías del arte de Platón a Wickelmann. Alianza Forma.
GOMBRICH, E.H. Imágenes simbólicas. Alianza Forma. 1986
BEIGBEDER, Oliver. Léxico de los símbolos. Encuentro Ediciones. 1979
CiRLOT, Joan. Diccionario de símbolos”

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