LEER para SABER OIR. IMPRESCINDIBLE

“1001 Discos de música clásica que hay que escuchar antes de morir”

Tapa dura: 960 páginas:  Totalmente ilustrado con más de mil imágenes, con índice de créditos de origen  de las fotografías. Indices de obras y compositores. Glosario actualizado. Documentación biográfica reseñada sobre los 35 colaboradores, responsables de la selección y generación de contenidos. La obra más completa de este tipo realizada hasta la actualidad. Edición en inglés 2007 y en español 2008. 

Editor: ILUSTRADOS GRIJALBO/LUMEN; Edición: 001 (21 de noviembre de 2008)

Colección: MUSICA

Idioma: Español

ISBN-10: 8425341469

ISBN-13: 978-8425341465

Biografía de los autores:

Autor de la edición inglesa;  Matthew Rye es un escritor y periodista que ha trabajado durante muchos años en el equipo de la BBC Music Magazine, y más recientemente en la revista The Strad como responsable de las reseñas. Es crítico musical del Daily Telegraph y sus publicaciones incluyen un capítulo sobre la ópera del siglo XX para la Blackwell History of Music in Britain, así como algunas contribuciones para las Rough Guides to Classical Music and Opera.

Editor para  la edición en castellano:  Luis Suñén es escritor, editor y crítico musical. Dirige la revista Scherzo y el programa de Radio Clásica de Radio Nacional de España Juego de Espejos y escribe de música en el diario El País. Es miembro del jurado de los MIDEM Classical Awards, los premios internacionales más importantes concedidos a las mejores grabaciones de música clásica, y de los Premios Líricos de la Fundación Teatro Jovellanos de Oviedo.

 ¿QUE ES EL COLECCIONISMO DISCOGRAFICO DE MUSICA?

Mucha gente se preguntará cómo, es decir cuáles son los discos que constituyen una colección discográfica. Vemos en las discotiendas gran cantidad de discos expuestos para la venta, y también  sabemos que todos los años una cuantiosa emisión de CDs  salen al mercado ( por cierto desde que se inventó el de vinilo, hacia los años 1940, una creciente industria de las grabaciones musicales ha inundado el planeta de productos musicales en conserva), pero la pregunta es: puedo yo reunir discos por la cantidad de 1001, sin repetirlos, de un solo género de música, como la clásica que tiene supuestamente menos adeptos que otros, como el Jazz, el Rock o el Pop? O, sin ir más lejos, la salsa y otras manifestaciones culturales propias de Latinoamérica.

La respuesta, obviamente, y este libro lo comprueba, es sí. No solamente es positivo que usted pueda lograr esa cantidad de discos en su colección sino que para ello debe hacer una selección de los trabajos más significativos o importantes de cada compositor. Digámoslo así: esa es la cantidad escogida mínima para tener una colección de música clásica, en donde además ni siquiera están todas las obras de todos los compositores conocidos de la tradición de la música denominada Clásica, que no es otra sino la producida por la cultura occidental desde los albores del Renacimiento a  finales de la Edad Media Europea, hasta nuestros días: con mayor precisión hasta la Epoca Contemporánea, desde la Segunda Guerra Mundial.

La clasificación y sucesión cronológica estilística usada por la Historia y Teoría de la Música Clásica, es equivalente a las utilizadas por la Historia del Arte Occidental, mantienen muchas similitudes de forma y contenido. Sin embargo la música casi siempre (hasta cuando la interpreta el compositor mismo) ha tenido una condición suya: es interpretativa. Nos explicamos: mientras una pintura famosa como las Meninas de Velázquez es un objeto realizado por el artista tanto conceptualmente como formalmente, una composición musical como la 5ta sinfonía de Beethoven es un objeto ideal destinado a ser interpretado por un artista ( o muchos como en este caso) diferente al que lo concibió.

Al abrirlo notará que este no es un libro de historia de la música clásica, no está organizado por periodos históricos, compositores obras e interpretes; sino al contrario está organizado por unidades de reproducción: LPs y Cds… Es decir cada entrada en el texto del libro corresponde a una grabación de una obra singular, de uno o varios compositores y uno o varios interpretes, bajo la producción de un sello disquero y de una marca comercial de distribución, que a menudo es el mismo sello, u otro propietario mayor.

No es entonces un libro de estudio sobre la música, aunque está muy documentado con contenidos musicales, sino una guía para seleccionar grabaciones de las cuales ya deberíamos tener noción de su existencia, o la de su autor o el período histórico… Es muy útil si lo ubicamos en una biblioteca básica de Historia y Teoría de la Música. Y, en relación con este asunto del cultismo en el arte, queda un punto por mencionar: la música, al igual que el resto de las artes es una oferta abierta hecha a la sensibilidad del sujeto ( en ese sentido se dice que es una apreciación subjetiva o personal, aunque todo sujeto está condicionado por tres categorías que lo determinan: Cultura, familia, individuo, de forma tal que no es tan libre como cada uno desde la ilusión de su originalidad supone): Cierto, usted puede y de hecho es una condición necesaria para ser un melómano, estar dotado de una sensibilidad innata para apreciar libremente una pieza musical y disfrutar de ella. Pero si accede a insertarse en una tradición acumulada generacionalmente – como todo en toda actividad humana – logrará montado sobre los hombros de sus antecesores, algunos de ellos gigantes, elevarse y ver a través de las generaciones y comprender que el arte es la clave  contra la soledad del hombre, que en su condición mortal y finita, aspira a alcanzar de nuevo en otra realidad, menos devastada, la comunión con sus ángeles perdidos. Oigamos cómo lo dijo el genio atormentado, y tempranamente sucumbido, de Edgar Allan Poe, quién para el poeta francés Stéphane Mallarmé, fue «el dios intelectual» de su siglo:

 

Edgar Allan Poe (Boston, Estados Unidos, 19 de enero de 1809 – Baltimore, Estados Unidos, 7 de octubre de 1849). Según la Encyclopædia Britannica: «Su agudo y sólido juicio como comentarista de la literatura contemporánea, la virtud musical y el idealismo de su poesía, la fuerza dramática de sus cuentos, dotes que se le reconocieron ya en vida, le aseguran un puesto destacado entre los hombres de letras más universalmente reconocidos»

Edgar Allan Poe (Boston, Estados Unidos, 19 de enero de 1809 – Baltimore, Estados Unidos, 7 de octubre de 1849). Según la Encyclopædia Britannica: «Su agudo y sólido juicio como comentarista de la literatura contemporánea, la virtud musical y el idealismo de su poesía, la fuerza dramática de sus cuentos, dotes que se le reconocieron ya en vida, le aseguran un puesto destacado entre los hombres de letras más universalmente reconocidos»

 

(…) música, en sus diversas facetas -metro, ritmo y rima-, es un momento tan vasto de la poesía que no es posible rechazarla sabiamente; sé bien que es un soporte de tan vital importancia que sería un necio quien declinara su ayuda. Con todo, no tengo intención de detenerme a subrayar su carácter absolutamente esencial. Es en la música, quizá, donde el alma alcanza de manera más íntima ese gran final por el que lucha al recibir la inspiración del sentimiento poético: la creación de belleza celeste. Puede ocurrir, de hecho, que en ocasiones se alcance realmente el final sublime. A menudo se nos hace sentir, con un estremecimiento de placer, que en un arpa terrenal se han pulsado notas que no pueden serles desconocidas a los ángeles.

 Edgar Allan Poe, en “El principio poético” publicado póstumamente.                                                                                    

(“The Poetic Principle” (B), Home Journal, series for 1850, no. 36 (whole number 238), August 31, 1850, p. 1, cols. 1-6.)

Juan Astorga Junquera, Mérida, 16 abril del 2014